Desastre en el hielo

7. Nunca cambias

Bajó con toda la calma del mundo hasta el piso donde estaba el restaurante y fue en busca de su desayuno. El día anterior había sido uno de esos días en los cuales les gustaba andarse comprando cualquier cosa que le dejara un recuerdo del país que visitaba, puesto que amaba sin duda alguna poder llevarse algo y verlo de vez en cuando.

—Hola. —Uno de los jugadores del equipo de Druso se sentó frente a ella—. Espero que no te importe que me siente contigo.

—Claro, no hay problema. —Ella miró hacia todos lados, notando que había espacio suficiente como para que él se sentara en otro lado—. ¿Por qué te sentarías conmigo?

—Estás sola y creo que todos en algún momento necesitamos un poco de compañía —respondió el chico extendiendo su mano sobre la mesa—. Mucho gusto, soy Alariel, aunque mi playera dice Bruce…

—Y tienes un nombre un tanto peculiar —ella se limpió la mano con una servilleta—. Mucho gusto, soy Ally Cooper —estrechó su mano—. Es un placer.

—El placer es todo mío. —Alariel le dio un pequeño apretón—. Tengo entendido que eres la encargada del personal de servicio…

—Por unos meses —aclaró regresando la vista hasta su comida—. Luego de eso, tendrán a otras personas…

—Es una lástima, porque en verdad eres una persona demasiado interesante como para dejar ir de ese modo…

—Apenas llevas poco tiempo de haberme conocido y dices esas cosas —levantó la vista hacia él, notando la sonrisa que adornaba sus labios—. Aunque estás en lo cierto.

—Lamento si mi pregunta es un poco imprudente —el jugador se aclaró la garganta—. ¿Tienes novio?

—No, no tengo novio…

—Oh, pensé que sí tenías, ya que Druso nos dijo que…

—¿Qué dijiste? —Ally dejó de lado la comida—. No tengo novio… aunque me hubiese gustado que me preguntaras eso a mí personalmente.

—Sí, lo tendré en cuenta…

Ally asintió y ya la comida comenzó a pesarle encima. Sus compañeros no tardaron en unirse al desayuno con los otros. Incluso, Druso llegó casi a la hora de finalización; no obstante, se encontraba charlando con su hermana Lys, la cual suponía que había vuelto a ingresar a la clínica de rehabilitación…

Se suponía que la chica tenía problemas de depresión, sufría de anorexia y todo era la causa andante de Celia Lemann. Detestaba a esa mujer que únicamente era un ser maligno. Ese mismo día, tuvo una reunión por parte del personal de la aerolínea. Todavía seguía un poco reacia a continuar ahí, pero le daba igual…

Salió casi al atardecer a caminar por la ciudad, ajustando el abrigo alrededor de su cuerpo. Poco antes estuvo en la aerolínea poniéndose al día con algunas cosas del avión; incluso pudo hablar un poco con sus amigas para saber qué tal iban las cosas. Nancy continuaba en su burbuja; ni siquiera tenía la más remota idea de todo el lío que se armaba a su alrededor con dos de sus amigas. Yilda y ella.

Sacó su celular para tomarle fotos a algunas tiendas que vendían cosas hechas a mano. Estaba por pagar unas pulseras cuando la sombra a su lado, al igual que el perfume que ella reconocía donde fuera, puesto que Druso continuaba usándolo. Sin embargo, los tatuajes que este tenía en sus brazos le daban la sensación de que estaba teniendo un sueño adolescente.

—Yo lo pagaré. —Druso le golpeó la mano con suavidad para alejarla de la caja—. Buenas tardes.

—No tienes que pagar nada que tenga que ver conmigo —Ally lo empujó hacia un lado—. ¿En cuánto tiempo estarán listos con los nombres?

—En dos horas —la chica le explicó—. Hay que crearlos desde cero, pero cerramos a las nueve.

—De acuerdo —ella asintió—. Si es posible, me pone el monto a pagar en una factura y vendré en cuanto lo tengan listo.

La chica anotó el monto en un papel y, nuevamente, antes de que ella pudiera pagarle, Druso volvió a dejar los dólares sobre el mostrador, tomando la factura. Ally apretó los labios, antes de darse la vuelta y salir de ahí con pasos rápidos.

—Puedo pagar mis cosas con mi propio dinero —le recordó al hombre que la seguía muy de cerca—. No te necesito.

—Sí… ya lo noto —Druso se encogió de hombros—. ¿A dónde vas?

—Iré a hacer cualquier cosa que me mantenga lejos de ti, ya que, por lo que veo, sigues empeñado en querer estar a mi lado —ella masculló—. No sé qué quieres de mí.

—Bueno…

—Detente en este momento. —Ally se dio la vuelta y levantó la mano para detener sus palabras—. Hace años dejamos en claro que no podemos estar juntos… ahora mucho menos debemos dirigirnos la palabra.

—Tengo que ver que no te metas en problemas —Druso chasqueó la lengua—. No conoces este lugar y hay muchos sitios peligrosos.

—El único peligro que veo aquí eres tú —volvió a emprender su camino—. Lo único que nos une es que tu hermano Niklas se casó con mi mejor amiga y listo.

—¿Ellas saben de nosotros…?

—Nadie sabe que tuvimos un romance, Druso —murmuró irritada—. No le vi sentido a andar divulgando esos temas —espantó las palabras con una mano—. Aunque pude ganar mucho dinero, preferí olvidar eso.

—¿Nuestra relación para ti no tenía sentido? —Él la agarró del brazo—. No puedo creerlo…

—Lo que no puedo creer es que tú estés aquí molestándome con tus porquerías sin sentido —ella le golpeó la mano—. Si no vas a decirme algo fuera de nuestro pasado juntos… cállate y regresa.

Ally metió las manos en los bolsillos de su abrigo y decidió caminar con calma por la acera, observando el sol poco a poco teñirse con los colores del atardecer. Debía ir antes del cierre para buscar las pulseras de recuerdos y esperaba que en su próximo viaje le digan que ya no tendría que verlo más.

Aunque su corazón continuaba latiendo a mil por hora por él, debía mostrarse como alguien indiferente. Podía sentirlo caminar detrás de ella, como si no pudiera creer que únicamente iría a conocer la ciudad o algo así.

Llegó a un parque donde se encontraban algunas familias y luego vio a un vendedor de comida ambulante y, con toda la calma que no tenía, fue a hacer su fila como los otros.




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