Desastre en las nubes

5. ¿Vas a abandonar a tu hijo?

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Niklas no tenía idea de quién podía ser el familiar de ese niño, pero su mente estaba tan nublada por el infarto que casi tenía, que ya le valía madre todo con él. Mandó la foto del niño a la administración del aeropuerto por si aparecía alguien que fuera a reclamarlo.

— ¡Pues un niño apareció en mi maleta! —gritó enojado—. No puede ser posible, porque la revisaron bien cuando estábamos…

— Lo sentimos, ya la madre, el niño está llegando a Francia o en su defecto, al hospital —el director habló tratando de calmar todo—. Es algo que pasó, no sabemos cómo, pero el niño salió de la guardería.

— No me convencen en nada con lo que me dice, porque se supone que ustedes deben estar cuidando bien a los niños de los trabajadores —levantó un poco más la voz—. Estoy ahora en un vuelo con parte de la familia más importante de Londres.

— Sí, lo sabemos, pero queremos que esto se mantenga oculto por el momento…

— ¡Momento mis bolas! —gritó furioso, y se calmó cuando una enfermera lo vio mal—. Escucha, no me importa lo que tengan que hacer. Esto puede dejar mi reputación por el piso, más las de ustedes.

— Sí, señor.

Niklas terminó la llamada, y salió de la habitación cuando la enfermera hizo lo mismo. Estaba cansado, lo peor de todo es que había pedido que no se le registrara al niño, que le avisaran si alguien iba, pero esa información parecía ser algo lejana debido a que era mejor dar su nombre en la recepción. Estaba muy cansado de todo, tanto que podía matar fácilmente a alguien en ese momento.

Su celular comenzó a sonar, viendo el nombre del hombre que se suponía que estaba siguiendo los pasos de Nancy en Londres. 

— Al menos dime que ella está bien —rogó a los dioses, tomando el elevador hasta el primer piso—. Ya hoy tengo muchos dolores de cabeza…

— Señor, me temo que tenemos un problema —el pobre hombre se escuchaba realmente nervioso—. El hijo de la señora Nancy acaba de desaparecer de la guardería…

— ¿Qué? ¿Cómo qué desapareció? —bramó apretando el celular—. ¡Es un niño que cualquier persona puede ver!

— Sí, estuve investigando sobre eso —el otro se notaba agitado—. El joven Joshua salió de la guardería por sí solo, nadie se lo llevó. Fue detrás de una azafata…

— Espérate —apretó el puente de su nariz—. Esa maldita guardería es algo que no sirve —las puertas del elevador se abrieron—. Es imposible que un niño como él…

Niklas detuvo su hablar, vio a Nancy a unos metros de él, vistiendo aún el mismo uniforme de la mañana. Solo que no tenía ese gorro o andaba peinada pulcramente. Lo que sea que su trabajador le decía se quedó en el aire, solo pensaba en ella. 

Siempre pensaba en la mujer que estaba ahí.

— Hola, busco un niño que fue traído hace unas horas —Nancy le habló a la recepcionista de manera nerviosa—. Su nombre es Joshua Tanner…

— Un momento, señorita —le indicó la chica, buscando el nombre en el computador—. Lo siento, no hay ningún niño con ese nombre…

— ¿Qué? —su voz sonó como un chillido lastimero—. Alguien lo trajo, su nombre es Niklas Lemann, es quien trajo a mi hijo…

— No hay nadie registrado con el nombre del niño que nos indica o al menos, no ha sido puesto en el sistema —la chica se veía apenada—. Es posible que esté en otro hospital…

— No, me dijeron que mi hijo estaba en este hospital… vine sin nada… yo… —Niklas la vio temblar más de la cuenta, llevándose una mano al pecho y él conocía esa sensación de verla y no poder acercársele —. Por favor, pregunte si alguien vino con un niño a este hospital…

— Señorita…

Ella cayó al piso, y él terminó la llamada con su trabajador para ir corriendo hacia dónde se encontraba ella. Todo se ponía en su lugar, el niño en su maleta era Joshua, el hijo de Nancy, con razón no podía conectar bien los puntos con ese niño. Solo que no entendía cómo demonios había llegado a su maleta.

— Mi bebé… —Nancy movió su cabeza muchas veces en señal de negación—… mi bebé… por favor… por favor…

— Nancy… —la abrazó, colocándole el oído en su pecho, y acarició con calma la espalda de esta, para que dejara de llorar —. Joshua está bien —Niklas agarró su rostro con dulzura—. Está siendo atendido…

— Niklas… —a Nancy su voz se le fue apagando—… Joshua…

— Sí, está bien, ahora respira con calma —él elevó sus manos, hasta sus mejillas húmedas—. Tú puedes…

Como si eso hubiese sido un suspiro de vida, ella se dejó vencer por el cansancio y los nervios. La tomó en brazos, llevándola hasta el elevador, omitiendo el hecho de que un personal médico le pedía que se detuviera para llevarla a ella a emergencia. Niklas sabía que ella se despertaría y si no veía al pequeño retoño travieso, pues haría un escándalo por no verlo.

La dejó sobre el sofá de cuerpo completo, y en eso entró un personal médico.

— Es la madre del niño —habló rápidamente—. Solo fue algo de nervios, es normal.

— Es mejor…

— Ella puede quedarse aquí —les dijo a los doctores—. En cuanto ella despierte, sabremos que tiene, si la sacan de aquí les aseguro que se pondrá aún más nerviosa.

— Bien, señor Lemann —dijo uno de los doctores—. Hemos estabilizado al infante, pero necesitamos llenar el expediente…

— Sí, puedo darle los datos.

Niklas fue diciendo todo lo que sabía del pequeño, del nombre, hasta la edad. Los doctores se quedaron sorprendidos, puesto que Joshua tenía el tamaño y el peso de un niño de dos años en lugar de uno de cinco. Tuvo que decirles que ella no era una mala madre, pero ni él mismo se lo creía. Ya para ese momento cualquier cosa podía pasar.




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