Desastre en las nubes

9. Un favor

8cbmSzA6o6P4bMTOu4_qvwmLhxjGSjFqgj3EnLunFsa_cG9_Ayux5SCLqAsP5QMuBvZ-AnZd6h2wp3FAvWgLlwqwJZysbN69VwXhvX_7g4-z9U-SFiCGZyh8ESuZuKb_3EqiQy1S9Ufdeh3blo1Z_7U

Niklas salió del baño con ropa casual, listo para salir a comer. Vio que Nancy le estaba diciendo algo a su hijo, pero este estaba muy concentrado mirándolo salir del baño como si fuera la cosa más hermosa de todas.

Iban a salir a comer como una familia de enamorados, algo que en el pasado él pensó que podía conseguir cuando le pidiera una cita, sin embargo, de un momento a otro, ella solo se alejó de él y ahí murió todo entre ambos.

— ¿Tengo que llevar algo? —Nancy bajó a Joshua de la cama—. Nunca había pasado tanto tiempo en ciudades como para conocerlas…

— No tienes que llevar nada, ya la familia que me contrató para ser su piloto por unos días tiene todo listo —le indicó—. ¿No te molestan las zapatillas?

— No, me gustan así de bajitas —ella movió uno de sus pies—. Usé el teléfono de la habitación para hacer una llamada… bueno, llamé a mi amiga para que deje de estar preocupada.

— ¿Una llamada internacional? —frunció el ceño—.  No importa.

— Eso puedo pagarlo cuando lleguemos a Londres —Nancy tomó la mano de su hijo—. Y podemos poner plazos para los pagos del hospital y eso…

— Ajá, será como digas —se encogió de hombros—. Salgamos.

Les abrió la puerta para que ella saliera con el niño, y este se le quedó mirando con el ceño fruncido. No podía ser normal que un ser tan pequeño que estaba a punto de morir fuera de ese modo tan inteligente…

— Supongo que has llevado a Joshua a algún doctor para eso de su inteligencia…

— Sí, lo llevé a varios y todos me dijeron que mi hijo es uno de los pocos con el síndrome de savant —Nancy lo miró por un momento—. No te mentiré, me asusté mucho cuando me di cuenta de que era más inteligente, porque no en todos lados se ve algo como eso.

— Tienes razón, creo que la niña con la que vine en el avión… es decir, la hija de mis contratistas es igual —le recordó—. Supongo que en la escuela en la que está…

— Está en una escuela pública cercana a mi casa y al hospital en el que trabaja Yilda…

—Tienes todo calculado con él, por si algo le pasa…

— Pues es obvio, papá —Joshua levantó los brazos—. Arriba, no puedo caminar —Niklas se agachó un poco para tomarlo en brazos—. Mamá siempre está al pendiente de mí, ahora tiene que hacer turnos dobles por qué mi corazón está fallando más.

— No tenías que decirle eso…

— Sé que ella está haciendo turnos dobles, porque sus vuelos son conmigo —soltó sin pensar—… yo… bueno…

— No tenía idea de que te tomabas el tiempo de saber eso —Nancy tenía las mejillas rojas, y se la encontró tierna—. Tú siempre estás con tus amigos pilotos…

— El problema es que me das los buenos días cuando es necesario, no trabajas los fines de semana… yo tampoco lo hago…

— Bueno, en ese caso es necesario descansar —bajaron las escaleras—. ¿Vamos a comer afuera?

— Sí, tienen un restaurante con una hermosa vista —Niklas bajó la mirada por las escaleras—. Supongo que te gustará mucho, puedes pedir tu capuchino en este sitio si gustas.

Ella asintió, y pensó que su corazón se detuvo cuando ella de la nada rodeó su brazo cuando un grupo de personas se acercó a ellos para pasarles por el lado. Casi se moría del susto cuando literalmente le hablaron en el oído de manera ruidosa.

— Perdón, es que esas personas me hablaron muy fuerte —lo soltó—. No lo volveré a hacer.

— Creo que se le paró el corazón, mami —Joshua llevó una mano al pecho de Niklas—. No late.

— Sí, está latiendo —quitó con sutileza la mano del pequeño.

Vergüenza es lo que estaba sintiendo en ese momento, puesto que Joshua le dijo esas cosas delante de Nancy. El restaurante incluido del hotel era al aire libre, aunque tenía un espacio en el cual también podían estar en parejas. Tomaron asiento, y le buscaron una silla especial a Joshua para que esté a la altura de la mesa y no se sintiera después mal por no alcanzar.

— ¿Qué van a pedir? —Niklas abrió el menú—. Nosotros no vamos a pagar nada.

— ¿Puedo comer lo que quiera, mami? —preguntó Joshua, tomando la carta del menú—. Papá dijo que nosotros no pagamos nada.

— Claro que sí, creo —ella mordió su labio, viendo los precios—. Todo es tan caro… Este país en sí es igual de caro que Inglaterra. Válgame cristo.

— Pues lo es y ya ves cómo son las cosas —Niklas bajó el menú—. Puedo pedir por ustedes si quieren.

— Te lo agradecería, eres muy amable.

Niklas pidió unos platillos que estuvieran de acuerdo con la dieta de Joshua y otros para ellos. Conocía bien los gustos culinarios de Nancy. No le gustaba el picante, mucho menos la comida dulce… sí, era bueno en investigar bien a las personas.

— ¿Y tienes mucho dinero? —indagó Joshua, y Nancy casi se atraganta con el agua—. Es que sabes pedir mucha comida buena. A mi mamá no le gusta la comida dulce, tampoco la picante, pero sí los postres.

— Él no tiene por qué saber eso —Nancy se limpió los labios—. Ya quiero que el verano termine, porque siempre estás diciendo cosas sin sentido.

— Hay una buena escuela que es tanda extendida, es decir, ocho a tres de la tarde o cuatro a lo mucho —Niklas tomó un poco del agua—. Puede estar ahí…

— Es una escuela privada, sé lo que dices —ella sonrió un poco tensa—. No puedo darme el lujo de tenerlo ahí, puesto que es un poco cara.

— Existen becas…

— Lo sé, pero hay cosas que no me gustan y es que tengo miedo de qué mi hijo esté como esos niños de clase realiza —Nancy desvió un momento la mirada—. Joshua es inteligente, es el mejor de su escuela…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.