Desastre en las nubes

11. Conoce tu lugar

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Fueron unos días muy buenos los que pasó en Estrasburgo, tanto que quiso volver. Las fotos que Niklas le tomaba con su celular se las envió, su hijo estaba feliz y se tomaba sus medicamentos a la hora receptada. Como Yilda tenía ya todo el expediente de su hijo, por lo que se le daría seguimiento en Londres.

— ¿Entraron todo en la maleta? —preguntó Niklas, colocándole el calzado a Joshua—. Abre la boca le ordenó, y este sacó la lengua—. Bien.

— Sí, entré todo —Nancy puso ambas maletas en la puerta—. ¿Estás seguro de que no se van a molestar esas personas si nos ven juntos?

— No, ya les dije que pasó algo y tengo que llevarlos conmigo — dejó a Joshua en el piso—. Es un viaje de una hora y cuando llegamos allá, podrás reclamarle a todos sobre el desvío…

— Mi hijo fue quien salió de la guardería, todos lo verán de ese modo y me echarán la culpa a mí porque soy su madre —Nancy se apuntó a sí misma—. Siempre es lo mismo. 

— Ahora no será de ese modo —caminó hasta la puerta—. Vamos.

— Espera.

Niklas apretó un poco los labios, cuando ella le quitó una pelusa del uniforme, y le puso de manera correcta la corbata.

— No tenías por qué tomarte el tiempo de hacerlo…

— Sé que los millonarios son vagos, pero comprarse una corbata de gancho es caer bajo —ella le dio unas palmadas en los hombros—. Vámonos, pequeño desastre.

Joshua hizo el intento de guiñarle el ojo a Niklas, y solo le salió una mueca. Ese mocoso sabía cosas, porque él le dijo que se pusiera esa corbata.

Uno de los botones del hotel les ayudó con las maletas, mientras que él llevó en brazos a Joshua, colocándolo en el asiento trasero del auto con mucho cuidado para no lastimarlo.

— Papi… —Joshua lo agarró de la manga—… el próximo día de trabajo, usa la otra corbata —le habló super bajito—. Cómprame mis medicamentos, son más caros.

— Buen chico —le sacudió el cabello—. Eso haré.

— A mi mamá le gusta el chocolate blanco, odia los tomates, los vegetales, pero me hace comerlos —volvió a susurrarle—. Ah, y odia que lleguen tarde, pero ella llega tarde.

— Lo sé, ¿por qué crees que escogí esa comida? —se alejó del pequeño—. Haré eso.

Antes de que Nancy se acercara al auto, cerró la puerta trasera, abriéndole la del copiloto para que no intentara subirse atrás. Condujo con cuidado por las calles, no quería causar un accidente y que en ese momento muriera antes de que pudiera darse cuenta. Debía llegar antes que todos al aeropuerto, tenía esa manía y con esa familia, fácilmente le echaba la culpa de la muerte de esa familia.

— Estoy por creer que es mejor irnos en otro avión…

— Es un vuelo más rápido —la ayudó a subir, ya que Joshua estaba en sus brazos—. Esta gente no es tan mala y aquí hay una niña que es de la edad de él.

— Me gusta, mamá —el pequeño aplaudió—. Ahora podré ir en el avión como una persona normal. Esto es algo increíble.

— Eres una persona normal que existe y pronto vamos a conseguir un corazón —Niklas los llevó hacia asiento más cercano a su cabina—. Vendrá la persona que está conmigo en el vuelo.

— Sé quién es ella, la conozco desde hace años —sonrió Nancy, de manera forzada—. Por ella, Joshua escapó de la guardería.

Niklas hizo una mueca con los labios, era increíble la manera en la que un niño con el tamaño de Joshua podía llegar a ser tan problemático en pocas palabras. Esperaba poder cambiar un poco las cosas con Nancy, había dado un enorme paso con ella y no quería que las consecuencias de su pasado o su carácter con las personas los afectaran.

Vio a la mujer que tenía que llegar primero que él, enarcó una ceja ante la mirada que le dio a Nancy y a Joshua.

— No se me informó sobre esto…

— Pues ya estás enterada —Joshua se metió en la conversación—. Ella dijo que le tocaba al fin estar con mi papá, después de meses trabajando aquí…

— ¿Qué? —la mujer chilló—. No sé de qué hablas…

— Sí, ibas hablando por teléfono, dejó a un niño en mi guardería y estaba feliz de estar…

— Maldito mocoso…

— Más respeto hacia mi hijo —Nancy se puso delante de ella—. Por tu culpa, él pensó una cosa y se metió en una maleta. Casi muere.

— Yo no fui quien lo metió en esa maleta —se justificó la chica—. Apenas tengo meses de haber regresado a trabajar en la misma compañía…

— Por algo será —Niklas hizo a un lado a Nancy—. Ahora bien, cada quien a su puesto, los pasajeros subirán en unos minutos.

Vio a la mujer apretar los puños, antes de marcharse. Niklas comenzó a atar cabos con la conversación, o mejor dicho, las palabras que Nancy le dijo la noche anterior, porque sí, él fingió estar dormido.

Movió el cuello de un lado a otro, entrando a su cabina, verificando que su equipaje no tuviera algo más que la otra vez y decidió que era mejor salir un momento hacia el exterior para ver que estuviera todo en orden.

— ¡Niklas! —Jedward apareció junto con su esposa e hijos—. Hola, me alegra que estés aquí.

— Lo mismo digo, señor… Jedward. Perdón —se disculpó, y se quitó la gorra—. ¿Les fue bien en sus vacaciones?

— Sí, supimos que apareció un imprevisto en nuestro vuelo, no teníamos idea de que un niño se pudiera colar entre tus cosas —Dasha se paseó una mano por su hermoso vientre abultado—. ¿El niño está bien?

— Sí —les hizo una seña para que caminaran—. Como les expliqué antes, hubo un error en todo. Mi maleta como en cada viaje fue revisada, pero por cosas del destino Joshua estaba en mi maleta.




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