Desastre en las nubes

13. Expediente

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Niklas firmó su salida, diciéndoles que se tomaría unos días más fuera, puesto que no deseaba que sus planes con Nancy salieran de control. Les dijo que el informe se lo envió a sus respectivos dueños, por el hecho de que esa información era confidencial. 

Movió sus manos con cuidado, tenía las maletas sobre un carrito de equipaje.

— Niklas —Hely lo llamó—. ¿Podemos hablar?

— Ya te dije que no —movió el carrito con cuidado—. No tenemos nada de que hablar, ya cada uno…

— Es sobre lo que sucedió en el avión y… Nancy —a ella se le dificultaba mucho hablar sobre Nancy—. Esa mujer…

— Es una madre, como cualquier otra en el mundo —se detuvo para responderle—. Ya te lo dije, hay niveles y tú jamás podrás estar en el mismo nivel que yo.

— Me hablas como si…

— Te hablo de la misma manera en la cual te mereces —se encogió de hombros—. Mis amenazas no son en vano, ya te lo he dicho antes —masculló—. Aléjate de Nancy, porque ahora más que nunca haré las cosas bien y a mi maldita manera.

— Sobre lo que pasó hace años…

— Tu hijo no puede ser mío; ni en un millón de años —trató de calmarse un poco—. Y el único que quiero, lo tiene una hermosa mujer de cabello castaño y ojos azules —le guiñó el ojo—. Maten distancia, porque si hace años que te enviaran a otro lado, ahora no vas a correr con la misma suerte.

La dejó con la palabra en boca, tenía que llegar rápido a la sala de espera en dónde ella tenía que esperar por él, sin embargo, cuando llegó al lugar, todo estaba sin ellos, solo un par de personas.

Se pasó una mano por el cabello, eso no salió como pensó. Ella simplemente se marchó sin esperarlo. 

Sacó su celular por si ella le había enviado algún mensaje o llamada que no escuchó.

— ¿Niklas? —Sariel, una de las amigas de Nancy, lo llamó—. Hola —se acercó a él—. ¿Puedes venir un momento conmigo?

— Lo siento, estoy buscando a Nancy…

— Sí, lo sé, ella se fue —vio cómo ella miraba hacia atrás—. Lo siento, se quedó sin batería en el celular.

— Debió esperarme, aquí tengo todas sus cosas…

— Lo siento… —ella tomó el carrito—. Me comentó que hay muchas personas aquí, por favor, vamos.

Niklas asintió, tomando otra vez el carrito. Frunció los labios cuando entendió todo, en esa sala de espera había más personas de la cuenta, así que ella debió irse a otro lado con Joshua. Sariel era una muy buena amiga, tanto que le parecía un poco extraño que solo ella y Ally fueran de confianza.

Su corazón latía de manera única otra vez cuando la encontró en el estacionamiento, sentada en la acera del estacionamiento.

— Debiste llamarme —Niklas dejó el carrito a un lado—. ¿Tienen mucho esperando?

— Solo un poco —ella se levantó con Joshua dormido en sus brazos—. Comenzaron a hacerme preguntas, personas que nunca había visto en toda mi vida.

— ¿Y tu celular?

— Se quedó sin batería —le explicó—. Por eso le dije a Sariel que te avisara —sonrió con pena—. ¿Nos vamos? Tengo miedo de que aparezcan más personas a cuestionarme del porqué soy una espantosa madre que abandona a su hijo por irse a trabajar.

— Los dejaré —Sariel levantó la mano, al verla tan débil al hablar de ese tema—. Nos vemos después y pon a cargar el celular.

— Sí, lo haré —Nancy le dio un beso a su amiga, y luego observó a Niklas—. Me dijiste que tenía que esperarte…

— Yo pensé que te irías…

— No, porque tú tienes mis cosas y aparte de eso prometiste llevarme a casa —se encogió de hombros—. Ahora parezco ser el centro de atención de todo —levantó las cejas—. Es molesto, porque no quiero ver siquiera a la prensa cerca de mi hijo.

— Puedo hablar con Jedward, el hombre que estuvo en el vuelo —propuso, arrastrando el carrito—. Ellos eliminarán todo, como te dijeron, pero si te sientes…

— Pueden eliminar todo, aun así, estoy en el ojo de todo esto —Nancy mordió su labio—. Me temo que me seguirán viendo como una mala madre. Ya lo hacían, porque quedé embarazada a los diecisiete…

— Es algo que no te voy a juzgar, no soy Dios —le indicó el camino hacia su auto—. Te llevaré a casa, debes estar cansada por el viaje.

— Y más por todo.

Niklas asintió y con agilidad le abrió la puerta trasera para que pudiera entrar con el pequeño en brazos. Era claro que no lo dejaría dormir en el asiento trasero. Sus manos estaban mojadas, se dio cuenta de eso cuando abrió el maletero, y vio sus dedos marcados. 

Era un adulto, no podía estar de ese modo y era la primera vez que le pasaba con una mujer… de su clase social lo hacía aún peor.

Dejó todas sus cosas en ese lugar, solo quedándose con la camiseta, porque se estaba asfixiando y tenía que disimular todo lo que ya sabía de ella.

— ¿Dirección? —preguntó colocándose el cinturón—. Colócate el cinturón —le ordenó, y ella le indicó la dirección de su hogar—. ¿Todo bien?

— Sí, está bien —ella hizo lo pedido por él—. Estoy un poco nerviosa, es todo.

— No tienes por qué estar nerviosa —Niklas sonrió por el espejo retrovisor—. Me indicas la dirección cuando lleguemos a la principal, no recuerdo esa calle.

Mentira, recordaba todo, pero como Nancy volvía a cerrarse, era bueno tener una conversación con ella al menos un poco. Nuevamente, puesto que deseaba escucharla hablar un poco con él.

— Dijiste algo acerca de que no puedes cambiar a Joshua de escuela…

— Es la única escuela pública que puedo tenerlo por el momento —Nancy jugueteó con sus dedos—. Yilda me ayuda cuando sale del hospital y esas cosas —dejó al pequeño en el asiento, con la cabeza apoyada en sus piernas—. No puedo darme el lujo ahora.




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