Desastre TÓxico

1. EXPLOSIÓN INMINENTE

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EXPLOSIÓN INMINENTE

De cómo la tierra se vio frente a una nueva amenaza del espacio…

 

–No– murmuró la voz del espacio profundo –Aquí no hay vida. Otro planeta inservible, sin oxígeno ni agua.

Accionó el botón de su cañón cósmico, y se efectuó una explosión de escalofriantes magnitudes. De haber habido algún sonido en el espacio, el universo mismo se habría lamentado ante la desaparición de un mundo que, aunque siglos atrás había sido frondoso y verde, había pasado sus últimos años como una roca estéril.

Y tras esta atrocidad indescriptible, la nave flotó hacia la siguiente galaxia.

A pesar de que sólo un ocupante tripulaba la nave, su avistamiento siempre era sinónimo de terror para los ojos de cualquier forma de vida inteligente en el espacio profundo. El nombre de su capitán era tan temido que casi nadie se atrevía a pronunciarlo en voz alta.

–Señor Gyn– anunció la metálica voz de la computadora –Nos acercamos a un sistema solar con altas probabilidades de albergar vida. Algunos de ellos con oxígeno.

–Pero el escáner indica que ninguno de ellos está habitado– pronunció el diabólico capitán de la nave.

–El escáner está mal. Es posible que un satélite bloquee la señal ocultando las formas de vida existentes en el planeta, pero los sensores indican que este es apto para la vida, pues detectan altas cantidades de oxígeno.

–Altas cantidades no significan nada para mí– recalcó el ser espacial –Necesito un ambiente libre de toxinas. No puedo sobrevivir en un entorno que contenga la más mínima concentración de gases nocivos, aunque este prometa tener altas cantidades de oxígeno.

–Entendido – respondió la nave –Estamos acercándonos al planeta más cercano a la órbita de este sol. Los nativos lo llaman “Mercurio”, en honor a un antiguo dios de su planeta principal.

–¿Cómo es la atmósfera?

–La atmósfera es demasiado caliente para albergar vida sólida, aunque en su núcleo hay rastros de formas de vida de roca líquida que habitan en temperaturas extremadamente altas. En todo caso, no se detecta oxígeno en la superficie.

–En ese caso, lo desapareceré.

–No es recomendable hacerlo. Estamos a menos de 58 millones de kilómetros del sol más cercano. Un disparo del cañón cósmico a esta distancia podría provocar una explosión solar de la que la nave no podría escapar.

Aceptando tomar las debidas precauciones, el capitán pasó de largo el planeta y reanudó su búsqueda.

–En unos segundos llegaremos al siguiente planeta. Los nativos lo llaman "Venus", en honor a otra de sus diosas.

–Una raza muy prepotente– murmuró el doctor de voz metálica –Demasiado, como si nunca consideraran que su vida es frágil, como si creyeran que nada puede destruirlos. ¿Hay vida en este planeta?

–No podría llamarla vida, exactamente. El planeta está compuesto principalmente de gases corrosivos, ácido sulfúrico y monóxido de carbono, y los vientos son demasiado fuertes como para que cualquier criatura sólida se mantenga. La única vida que alberga son formas etéreas, seres imperceptibles a menos que se tenga un escáner de formas de vida de energía. El oxígeno del lugar es casi nulo.

–En ese caso, desaparecerá.

Desde la comodidad de su asiento, el temible personaje volvió a presionar el botón de su rayo mortal y en un segundo el planeta desapareció, dejando sólo un rastro de luces como recuerdo de su antigua gloria. Desde los primitivos observatorios de la tierra, lo único que los telescopios pudieron apreciar fue un estallido parecido al de los fuegos artificiales, y luego la oscuridad.

–¿Cómo es la atmósfera del planeta que sigue?

–Hasta hace un momento, no se detectaban formas de vida, pero el escáner ha conseguido bloquear la señal que los anulaba y hemos encontrado que hay muchas formas de vida sólidas habitando la superficie del planeta, que ha sido identificado con el nombre de Tierra. Estos seres simiescos que predominan pertenecen a una raza inferior catalogada por ellos mismos como Homo Sapien. Lo interesante del planeta es que, a pesar de contener grandes cantidades de oxígeno, la mayor parte está cubierto por monóxido de carbono y gases nocivos que ellos mismos parecen estar acostumbrados a respirar.

–En ese caso también lo haré explotar. Te he dicho que una atmósfera impura no me sirve para nada.

La nave del infame personaje dio la vuelta al planeta para asegurarse de destruirlo de un solo disparo. Su dedo acarició el botón que había costado ya la vida a innumerables mundos, pero antes de que pudiera disparar, la computadora le alertó de un hallazgo importante.

–Señor Gyn, se ha detectado una burbuja de aire puro y fresco ubicado a mitad de uno de los océanos del planeta.

–¿Cómo dices?

–Una cúpula de aire sin contaminantes, ubicada en una región rodeada por agua, señor. Los archivos indican que se trata de un punto aparte de las zonas contaminadas, una región autónoma del mismo planeta que figura dentro de la alianza de paz intergaláctica. Se hacen llamar la isla de Farland, y es habitada por una raza de humanoides mucho más antigua y avanzada que sus compañeros Homo Sapien.




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