Descendientes *disponibles primeros capítulos*

Capítulo 3

 

~Gema~

Tomo impulso y me arrojo al frente, pero él también se mueve con rapidez y lanza su ataque. Elevando mi brazo que golpea el suyo, bloqueando su acometida. Un sonido seco se escucha, pero no duele. Él retrocede, solo para atacar de nuevo. Sonrío. Puedo predecir lo que hará enseguida. Sin dificultad alguna esquivo su golpe, desviando la trayectoria de su rodilla, que encuentra nada en su camino. Sacude la cabeza y gruñe, está perdiendo la calma. Su asalto ha perdido fuerza. Aprovecho su desesperación y con la palma de mi mano impacto su pecho, desestabilizándolo, consiguiendo que retroceda unos metros. Esboza una sonrisa, que es más una mueca descompuesta. Ansioso. Demasiado desconcentrado. Se lanza contra mí, pero es inútil, he adivinado su movimiento. Logro frenarlo y proyectarlo sobre la pared. Consigue aminorar el daño, pero noto un atisbo de malestar. Por el rabillo del ojo veo como Irina ríe, Anisa pone los ojos en blanco e Irvin niega. No les impresionada lo que ven. Esto es un nuevo intento para vencerme por parte de Uriel, pero como era de esperarse, está fallando estrepitosamente. Gruñe y viene tras de mí, esta vez lo derribaré y terminaré con esto. 

Trata de golpearme, pero antes de que lo haga, tomo su brazo y con un rápido movimiento, lo hago girar sobre sí mismo, impactando su espalda contra el piso. Me mira sorprendido y no puedo evitar sonreír.

―Gané ―declaro liberando su mano y retrocediendo. Le toma unos segundos procesar mis palabras.

―No se puede contigo ―farfulla poniéndose de pie.

―Creí que nunca lograría ganarte ―comento siguiéndole el juego a Irina, quien sonríe divertida, acercándose a nosotros.

Uriel bufa y sacude la cabeza. Ahora que soy una de ellos, ver sus movimientos y seguir su velocidad no implica esfuerzo alguno. A pesar de que Uriel es un experto en combate, después de entrenar he conseguido vencerle en dos ocasiones.

―No cuenta ―alega con malestar―. Ya no eres una humana, Gema. No es válido ―debate.

Irina y yo reímos ante su semblante ofendido. Anisa e Irvin solo se limitan a observar, aunque es evidente que también les resulta divertida la rabieta de Uriel. Hizo lo mismo la ocasión anterior. No sabe perder.

―¿Anisa? ―pido su opinión. Uriel la mira esperanzado.

―Creo que es válido ―responde encogiéndose de hombros. Uriel maldice, no tiene nada que refutar. 

―Te lo advertí ―dice Irina dándole un beso en los labios. Él la toma de la cintura y responde al gesto, estrechándola con fuerza.

Irina y Uriel cada día están más unidos. Él cambió después de lo ocurrido con Darius. Ahora no le importan las opiniones de los demás, solo cuidar de ella. Irina le ayuda con el entrenamiento de la guardia, así que prácticamente pasan juntos todo el día. Obviamente ha dejado de cuidar de mí. Ahora que es una fundadora, Armen y Rafael insisten en que podría estar en el consejo, Irina prefiere estar con Uriel. 

Anisa desvía la mirada, con un gesto de incomodidad, signo inequívoco de que nuevamente ha discutido con Pen. Ellos no cambian. ¿Qué habrá sido esta vez?

Por su parte, Irvin, quien sigue siendo la mano derecha de Uriel, finge no verlos. 

―¡Vaya que entrenan! ―comenta Elina entrando en la estancia, seguida por Alain. Quien me sonríe y saluda con la mano.

Como casi todos los días, nos reunimos para entrenar. Eso  tampoco ha cambiado a pesar de que no existe un enemigo que enfrentar. En el caso de Elina, ella solo acompaña a Alain. Anisa e Irvin participan cuando los requerimos.

―Siempre ―responde Irina colgándose del cuello de Uriel.

―Eso veo ―niega Elina, divertida ante la expresión de Anisa. “¿Otra vez pelearon?” inquiere mirando a Anisa, quien la fulmina con la mirada.

Por alguna razón, le encanta hacerla reñir. Y como todos, se ha percatado de que ha discutido de nuevo con Pen.

“No molestes”. Responde Anisa dándole la espalda.

―¿Cómo está? ―pregunta Uriel mirando a Elina. La expresión de ella cambia de inmediato. 

―De malas ―contesta encogiéndose de hombros. A pesar de que intenta parecer indiferente, puedo notar su intranquilidad. Danko.

Todos permanecemos en silencio. Evidentemente pensando en su condición. La cual no es nada buena. Hace dos años que sus malestares comenzaron: insoportables dolores de cabeza, sensibilidad a la luz, debilidad y los peores, alucinaciones y pesadillas. Las cuales incluso lo llevaron a lastimarse a sí mismo. Desde luego que en su estado no podía hacerse cargo de Cádiz, razón por la cual ahora quien tiene el control de la cuidad es Armen.




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