Descendientes *disponibles primeros capítulos*

Capítulo 4

~Mai~

Sonrío incomoda al par de guardias que custodian la entrada de Cádiz. Dos tipos altos y flacuchos, que mantienen la misma expresión indiferente mientras me ven cruzar las puertas. ¡Que amables! Aún es temprano y puesto que no tengo nada que más que hacer, creo que aprovechare el resto de la tarde para lavar ropa sucia y hacer algunas labores del hogar, hasta la hora de la cena.

―¡Mai! ―me detengo y vuelvo la mirada.

―¡Dena! ―exclamo un tanto sorprendida. Ella sonríe divertida, pues prácticamente he pasado de largo. Ni siquiera había notado que estaba apoyada en el muro―. ¿Qué haces aquí?

―Farah me pidió que viniera por ti ―responde encogiéndose de hombros.

¡Cierto! Olvide que menciono que vendría por mí, pero lo más probable es que continúe ocupado con Pen y Armen. Espero que no tenga problemas para explicar cómo es que encontró el cadáver en la cascada.

―Oh ―Es todo lo que puedo decir. Se supone que no sé nada de lo que ha pasado y aunque muero por preguntarle si identificaron a la persona, me muerdo la lengua.

―Ya sabes que es un poco exagerado cuando se trata de tu seguridad ―comenta con una risilla, empujándome por la espalda para que camine.

―Sólo un poco ―concuerdo y ambas reímos.

Dena es una mujer morena, alta y bastante ruda, tiene la misma edad que Pen. Es guapa, con un cuerpo envidiable y una abundante cabellera negra. Maneja la espada y las armas de fuego de un modo excepcional. Era parte de la gente de Aquiles, pero cuando Pen tomó el mando para atacar el muro, se convirtió en su segunda y ha continuado de ese modo hasta ahora. Desde que llegamos a Cádiz ha estado con mi padre y conmigo. Al principio creí que podría surgir algo entre Pen y ella, pues siempre estaban juntos y ella le era incondicional, pero él tiene los ojos puestos en una vampiresa que le saca canas verdes casi todos los días. Y Dena parece llevarse muy bien con Knut. Ella es como una pantera, astuta y ágil; él es como un león, no solo por su cabellera rubia, sino por su presencia imponente. Me pregunto, ¿cómo serían sus hijos si terminaran juntos? ¿Rubios o morenos? No puedo evitar reír ante mi loco pensamiento y ella me mira de modo inquisitivo.

― ¿Qué es tan gracioso? ―pregunta chocando su hombro con el mío.

―Nada. Solo pensaba en uno de los chistes de Knut. ―Una enorme sonrisa se forma en sus labios, evidenciando mis sospechas. Creo que ese par terminaran juntos.

El trayecto de Cádiz a Jaim, consta de aproximadamente 1000 metros, es un camino sencillo que está vigilado por la guardia desde lo alto de las murallas. Me dedico a hablar de trivialidades mientras caminamos a paso lento, para mantener mi curiosidad a raya. Dena se muestra tranquila y charla despreocupadamente, haciéndome dudar de la gravedad del asunto. Al entrar a Jaim, tampoco se ve nada inusual entre las personas. Algunos niños corretean entre las callejuelas, veo a algunos regresar de sus labores y otros mayores charlar afuera de sus casas. Todo parece normal, como si no hubiera pasado nada. Desde luego que Pen no armaría un alboroto, eso lo sé, pero al menos debería haber un poco de tensión en el ambiente. 

Atravesamos la ciudad y aunque intento ver a alguno de ellos en el edificio principal, que funge como gerencia, no se ven por ningún lado y no hay movimiento. Justo ahora no tengo pretextos para aparecerme por ahí, resultaría demasiado evidente, además si Farah envió a Dena, debe ser por algo. No tengo otro remedio que dejar que me acompañe hasta la puerta de mi casa y esperar para hablar con él.

―Servida, señorita ―dice Dena con un gesto teatral, algo que suele hacer Knut. Vaya que ciertas manías se pegan.

―Gracias. Aunque no hacía falta que me trajeras hasta aquí. Conozco la ciudad.

―Esa fue la orden que me dio ―contesta encogiéndose de hombros y por primera vez, noto la inquietud en su rostro. Desde luego que debe estar al tanto, ya que no es algo fácil de ignorar―. Nos vemos en la cena ―dice echando a caminar de regreso a la regencia.

Observo la calle y demoro unos segundos en entrar a la casa, después de que se ha marchado. No me gusta estar sin saber que ocurre. Subo las escaleras y recojo la ropa de la habitación de mi padre y luego la mía. Sin perder tiempo, salgo al patio trasero y comienzo a lavarla. 

El sol prácticamente desaparece en el horizonte cuando suspendo la última prenda. ¡Uf! Vaya que tenía ropa pendiente. Observo el oscilar de las prendas. Siempre me pasa lo mismo, por las labores o ajetreos olvido mis propios deberes.

Vuelvo la mirada hacia el interior de la casa y veo luz en la cocina, así como sonidos. Seguramente Kassia ha llegado para preparar la cena.

Comer solos, no era algo que a mi padre y a mí nos gustara, así que cuando Pen se mudó con nosotros, Farah y Kassia se unieron para acompañarnos en las cenas y ahora es algo ya común. Nos turnamos para prepararlas y limpiar después. Aunque no es lo mismo, de alguna manera hacen más ameno todo. Lo mejor, es que mi padre ha podido superar lo sucedido. Sus pesadillas y llantos nocturnos han cesado y ahora prácticamente es él mismo. Excepto porque sigue odiándolos. Yo no los odio. Finalmente ellos también sienten y ahora que Gema es una de ellos, no podría hacerlo. 




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