~Anisa~
―El rastro termina aquí ―escucho decir a Abiel, mientras lo confirmo con la mirada―. Dentro del lago ―murmura arrojando una pequeña piedra, que salpica algunas gotas de agua.
Bastante astuto por parte del asesino. El agua es capaz de borrar las huellas y sobretodo los olores. Pero si entró en ella, tuvo que salir por alguna parte.
Camino por la orilla del lago, en busca de indicios, pero salvo marcas de animales, no hay nada más. Levanto la mirada y sigo el curso de la cascada en sentido inverso. Fijando mi atención en las salientes que oculta la cortina de agua que cae. Entrecierro los ojos y mentalmente me visualizo ascendiendo. Es un camino bastante complicado, pero no imposible para alguien que no es humano.
―Esto parece una mala broma ―farfulla Abiel, aun mirando el lago. Una pérdida de tiempo, sin duda―. ¿De verdad existen más híbridos?
― ¿Crees que un humano podría escalar? ―Me mira desconcertado―. Por ahí ―Señalo las rocas y parece comprender lo que quiero dar a entender.
Se mueve hasta llegar a mi lado y escruta la cascada.
―¿Quieres decir…?
―El agua cubrió su olor y lavó las huellas. Piénsalo, si el rastro desaparece dentro del lago, la única manera en que pudo escapar es trepando y siguiendo el curso del rio. Porque a menos que los peces hayan aprendido a usar espadas, no creo que haya sido eso.
Me mira y sonríe de modo extraño.
―Se me olvidaba que eres la mejor rastreadora, tanto que incluso me superas.
―Vamos ―digo haciendo caso omiso a sus palabras. Los halagos no me van.
Salto hacia la cascada y me aferro a una de las rocas. Me impulso y subo. El agua baña mi cuerpo, pero no me impide subir.
―La corriente es demasiado intensa ―grita Abiel siguiéndome de cerca. Pongo los ojos en blanco y salto a otra saliente.
―Creo que te hace falta salir ―respondo y él gruñe.
Mis ojos reparan en la marca sobre la roca, a la cual me aferro. Acaricio la superficie irregular.
―Mira esto ―digo sin apartar mis ojos de lo que parece ser el corte de una cuchilla. Abiel mira por encima de hombro y hace una mueca.
―Una espada.
―Correcto. ―Sonrío a sabiendas que mi intuición era correcta y sin perder tiempo, salto de nuevo. Esta vez no me detengo hasta alcanzar la cima de la cascada. Me muevo por uno costado y consigo llegar a tierra.
Ahora que sé que esta fue la ruta, no es necesario continuar dentro del agua. Sacudo mi pelo y miro hacia el trayecto del rio.
La cima es una zona boscosa densa. El olor a pino invade mi nariz, pero también hay otra esencia que no logro definir.
―Esto es una locura ―jadea Abiel inclinado a mis pies―. ¿Realmente crees que alguien lo hizo?
―Me extraña que preguntes eso. ¿No lo detectas? ―Parpadea y sigue mi mirada. Aspira varias veces y se incorpora alerta―. ¿Ese es el olor que percibieron en el cadáver?
―Eso parece.
―Entonces, sigámoslo.
Camino por el borde del rio, contemplando los alrededores. Es muy leve el olor, lo que significa que el asesino avanzo a través del agua. Al parecer está en buena condición y es veloz. Un vampiro fácilmente pudo haberlo hecho, pero no parece el caso. El aroma de un vampiro es fácil de detectar.
― ¿Sería bueno traer a ese par de rubios y ponerlos a prueba? ―mascullo sin detenerme. Abiel deja escapar una risilla y sacude la cabeza.
― ¿Crees que fueron ellos?
―No. Pero si alguien como ellos. ―Siento el cambio en su postura. Para nadie resultara agradable esto.
―No le gustara al señor Danko.
―No hay muchas cosas que le gusten últimamente ―comento encogiéndome de hombros.
― ¿Lo dices por tu hombre? ―Resoplo―. ¿Por fin lo has convencido? Ha comenzado a envejecer y al paso que van quizás termines con un abuelo ―Lo fulmino con la mirada.
― ¿Acaso yo me inmiscuyo en tus asuntos?
―Es solo un consejo, Anisa.
―Pues ahórratelo.
¡Maldita seas, Pen! Menudo idiota resultaste.
Me adelanto varios pasos. No deseo escuchar sus comentarios. Pero tiene razón, Pen pronto será un hombre maduro, ya no el chico que conocí y la diferencia de edades en cuanto apariencia será notoria. No comprendo porque sigue negándose a convertiste. ¿Esta es la clase de amor que dice tenerme? No puedo entender a los humanos, mejor dicho a los hombres. Gema lo hizo, incluso antes de lo que paso con Darius estaba dispuesta a convertiste, para estar con el señor Regan. ¿Por qué Pen no? ¡Maldición!