Descendientes *disponibles primeros capítulos*

Capítulo 6

 

~Mai~

Mis ojos se encuentran con los suyos. Parece confundido, incluso aterrado. Me llevo la mano al cuello, notando la humedad que ha dejado mi sangre, pero sobre todo su marca.

―¡Danko! ―exclama Gema, sacándome de mi letargo.

¡Oh no! Irina entra la sala y se interpone entre ambos. Ha leído las intenciones de mi hermana, para arrojarse sobre el vampiro gruñón, que sigue inmóvil. Mirándome fijamente.

― ¡Por favor, Gema! ―suplica Irina, intentando tranquilizarla. Es la primera vez que veo a Gema con esa expresión aterradora, sus ojos de color carmín parecen emitir destellos, su cuerpo esta tenso y muestra los colmillos de manera amenazante. Si mi padre la viera, no quiero pensar lo que diría o haría. 

―Apártate, Irina ―gruñe moviendo la cabeza de un lado a otro.

¡Oh no! Esto se puede poner muy feo si no hago algo. Piensa, Mai, piensa. ¡Rayos! No puedo pensar, todo da vueltas.

Nunca he tomado alcohol hasta no saber de mí, desde luego Pen y Farah no me dejan hacerlo. Pero si alguna vez lo hiciera, creo que esto que siento se parecería a estar ebria. Todo ha sido tan rápido, tan inesperado, que apenas soy capaz de entender lo que ha ocurrido.

―Gema ―susurro pero ella no parece escucharme. Está furiosa, definitivamente sería capaz de arrancarle la cabeza a él y eso sería fatal. No quiero imaginar lo que pasaría. 

―Tranquilízate, Gema ―pide angustiada Irina―. Esto… 

― ¡La ha mordido! ¡Mordió a Mai! ―grita señalándome. Irina adopta una postura de combate cuando Gema da un paso hacia él.

― ¡Gema! ―repito pero de nuevo me ignora. 

―A un lado, Irina ―gruñe Gema avanzando. Irina no se mueve, observa atenta a Gema, lista para bloquearla.

―No hagas una locura, Gema ―dice Irina, sin alterar la voz.

La puerta se abre. Irvin y otros vampiros entran y observan la escena. Estoy mareada, todo se mueve, apenas soy capaz de enfocar sus rostros. Vamos, Mai. Has algo.

―Gema ―repito apoyándome en la pared, intentando ponerme de pie―. Gema ―Mis piernas no responden y pierdo el equilibrio.

― ¡Mai! ―Gema se mueve con rapidez, logrando sostenerme―. No te muevas ―Me mira realmente angustiada,                 eso parece haber diluido su enojo.

―Estoy bien, estoy bien ―aseguro intentando sonreír.

―Llévenselo ―Ordena Irina y de inmediato los vampiros sacan al vampiro gruñón. Quien no se resiste, esta tan pasmado como yo. Incluso podría jurar que tiene miedo. ¿Sera por la cara de Gema?

No sé qué ha ocurrido, en un segundo me miraba sorprendido por la dichosa luz, que ha desaparecido, y al siguiente estaba sobre mí, prendido de mi cuello, aferrado a mi cuerpo, succionando mi sangre. Que locura.

―Estoy bien ―repito mirando a Gema. Quien niega, desviando la mirada hacia la puerta, afortunadamente los demás vampiros han desaparecido―. Gema ―susurro sujetando su brazo. No estoy segura si saldrá corriendo detrás de ellos―. Estoy bien.

―No, no lo estás ―refuta.

Tiene razón. No lo estoy. Comenzando porque no puedo mantenerme en pie. Me siento débil y todo da vueltas. Creo que se le paso la mano con la extracción de sangre al vampiro gruñón.

―Deberías llevarla a tu habitación, Gema. Buscare un té y le informare a Armen.

―Él ya viene ―contesta molesta Gema. 

Gema me toma en brazos, como si fuera un niño pequeño y no pesara un gramo, sale del salón. En cuestión de segundos estamos en su alcoba. Me deja sobre la cama y comienza a caminar de un lado a otro.

Irina no tiene la culpa, pero Gema parece querer despellejar a todos. ¡En que líos te metes, Mai!

Me mira con una expresión que me parte el alma. ¿Culpabilidad? ¡Ay no! Esto no ha sido su culpa, ni la de Irina, ni siquiera la de él. No sé qué decir para calmarla, siento que he hecho algo muy malo, muy, muy malo. No debería haber entrado a la sala, pero ¿Quién iba a pensar que se arrojaría sobre mí? Lo he visto antes y no ha pasado nada, ningún vampiro lo ha hecho. No sé qué rayos paso. Quizás no debería estar aquí. Ahora solo quiero irme, pero… ¡Dios! ¿Qué dirá mi padre cuando me vea? No me dejara volver a poner un pie en Cádiz.

―Gema, estoy bien ―repito inútilmente, pues sé que ella dirá lo contrario.

―Pudo matarte, Mai ―Rio con nerviosismo y muevo la cabeza para desmentir su afirmación... ¡Mala idea! De nuevo todo se mueve.




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