Descubriendo lo que es amar

Capítulo 5: Bree

—Agua. —me pide Triana golpeando mi pierna y señalando la botella de agua.

Sirvo agua en su vaso rosa con forma de perro y se lo doy para que beba. Amy agarra una galleta, la rompe en dos y le tiende la mitad.

Tri sonríe, agarra la galleta y yo agarro su vaso antes de que termine en el piso mojándolo. Cuando no quiere algo, simplemente lo suelta y le da igual si se rompe, moja o lo que sea.

—No le des galleta al gato. —demando.

El gato no come aunque le dé, aun así trato de enseñarle a obedecer. Por suerte lo hace, no siempre, pero lo llevamos.

Tomo asiento.

—Es una cosita linda y tierna. —comenta Amy.

—Es compradora y tiene muchas energías.

—¿Te arrepientes de haberla adoptado?

Niego con la cabeza.

Triana está agachada cerca del gato intentando acariciarlo mientras come su galleta y el gato no se deja, la observa con molestia.

Lo bueno es que el gato es bastante paciente y tolerante con ella porque Triana no da marcha para atrás ni cuando el gato le enseña las uñas.

—No, para nada. A este punto no me imagino mi vida sin ella. Ver su carita y sonrisa pícara cada mañana me indica que será un buen día.

Mi amiga suspira.

—Yo sigo en el papel de tía genial, de esas que no cambian pañales—reímos—. Tú siempre deseaste ser madre, así que estás en tu salsa.

Asiento y termino de arreglarme para ir a cenar con los padres de Franco, esperando que todo salga bien.

Si la señora no estuviera enferma del corazón, no le seguiría el juego a Franco.

—¿Qué haces aquí? ¿No tenías una cita?

—Estoy esperando que tu vecino pase por ti para conocerlo. Me dijiste que es guapo y mi vista se complace con hombres guapos. No pasa nada si llego tarde unos minutos. Es un compañero de trabajo que lleva meses invitándome a salir, le dije que no hasta que no encontré excusas y acepté por cansancio y por cenar gratis. No creo que le importe que llegue unos minutos tarde.

—Una cena gratis no se rechaza.

—Por algo somos amigas. —reímos.

El sonido de la puerta avisa que Franco llegó. Mi amiga se pone de pie fingiendo que va de salida, aunque en realidad es así. Me apresuro a abrir a la vez que Triana se incorpora y me sigue.

Abro la puerta y ahí está Franco vestido completamente de negro. La camisa que lleva se ajusta a sus músculos y tiene los dos primeros botones desprendidos dejando ver parte de su pecho con bellos.

El hombre es toda una obra de arte digna de admirar.

Yo no sabía que ponerme y me puse unos vaqueros y una camisa de seda roja a juego con los zapatos. Con Triana es complicado usar ropa delicada y limpia.

—Hola. —exclama sonriendo.

La puerta se abre y asoma mi amiga con una sonrisa, quien lo repasa con la mirada sin vergüenza.

—Con que este es el vecino. No exageraste, Bree, al decir que es guapo.

Ruedo los ojos.

—Esta es mi amiga Amy. Y sí, amiga, él es el vecino guapo del que te hablé. Y ya debemos irnos, tú deberías ir con tu cita.

—Cierto. Mi cita—le toca el brazo a Franco—. Bien firme.

Franco ríe.

—Gracias. Hago mi mejor esfuerzo.

—Mi amiga necesita uno firme, el ex no era…

—Amy, lárgate antes de que me divorcie de ti.

Triana asoma en la puerta buscando atención. Le sonríe a Franco cuando este baja la mirada hacia ella y se esconde detrás de mis piernas, Franco le hace caras que la hacen reír, extiende la mano con la galleta casi hecha triza y cuando Franco intenta tomarla, ella se lleva la galleta a la boca riendo. Franco también ríe.  

Mi amiga saluda a Triana, me tira un beso, le guiña un ojo a Franco y se aleja mirando el trasero de mi vecino. Levanta los pulgares en señal de aprobación antes de subir a su auto.

—Tu amiga me estaba examinando el trasero. ¿Verdad?

Suelto una carcajada y asiento.

—No mentiré.

—Está bien. Mi madre ya te habló de él. Puedes mirar cuando quieras.

Agarro mi bolso, ignorando ese comentario, levanto  a Triana y salimos.

Vamos en mi auto porque tengo la silla de Triana ya instalada. Franco no tiene problemas con eso y ni se molesta en pedirme conducir.

Mi ex esposo no quería que yo condujera mientras él podía hacerlo. Una tontería en la que nunca quise indagar demasiado y dejé pasar.

A Franco le da igual.

—¿Qué más le has dicho a tu amiga sobre mí? —cuestiona con una sonrisa.

—Que eres mi vecino guapo, a quien conocí semidesnudo y me ayudó a huir de mi ex. También que acepté ayudarte con tu madre.

Ríe.




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