Ver a mamá con Triana me hace sentir mal. Ella no pudo tener más hijos por mucho que lo deseara. Hoy día lo único que desea en la vida es que yo me case y le dé nietos, y de solo pensar que quizás no llegue a conocer a sus nietos, si es que tengo hijos algún día, me produce un sabor amargo en la garganta.
También mentir sobre estar saliendo con Bree y permitirle tener contacto con Triana, con quien se lleva bien la niña se aprovecha.
Me sorprende que papá esté tan tranquilo sabiendo que mamá puede morirse en cualquier momento. Los dos han estado juntos casi toda su vida y él no hace nada sin mamá.
Imagino que ninguno de los dos quiere pensar en ello o hacer de cuenta que nada sucede. Yo intento no pensar.
Mi madre puede ser intensa en muchos aspectos y volverme loco con su obsesión de casamiento y nietos, sin embargo, es una buena madre y no podría imaginarme mi vida sin ella. Aun no puedo hacerlo.
—¿Estás bien, hijo?
Miro a mi padre y suspiro.
—Pensaba en como será todo cuando mamá ya no esté. ¿No has pensado en ello?
Él se aclara la garganta.
—No, prefiero no pensar en eso. Es mejor disfrutar el presente.
—No ta. —dice Triana buscando a Bree que se ha escondido.
A Triana le gusta que la corran y le hagan cosquillas. Bree lo hace y mi madre también, aunque debo pedirle que vaya con cuidado por su problema de corazón. Ella dice que está bien.
De hecho, ella está bien. El problema del corazón se lo descubrieron por un control de rutina luego de sentir una opresión en el pecho.
Tal vez yo debería hablar con el médico para asegurarme bien que puede hacer y que no. Papá dijo que no es necesario porque él está pendiente de mamá y yo no vivo con ellos.
—Dime, Bree, ¿deseas casarte?
Ya se me hacía raro que mamá no preguntara. Supongo que papá le dijo que esperara hasta terminar de cenar, pues durante la cena mamá y papá hablaron sobre el restaurante y Bree sobre el restaurante que ella quiere abrir cumpliendo el deseo que compartía con su madre.
Creo que no va a funcionar lo de mantener a mi madre alejada de Bree. Tal vez debí decirle que fuera todo lo que mi madre odiaría en una novia mía para que la rechazara.
Rayos. ¿Por qué no se me ocurrió antes?
—No por el momento. Ya estuve casada y no me fue bien. Prefiero tomarme un tiempo para reorganizar mi vida.
—¿Ya estuviste? Claro, con el padre de Triana. ¿Y qué pasó?
—Mamá…
—¿Qué? Estoy conociendo a mi nuera.
Ruedo los ojos.
—No es tu nuera. Apenas estamos conociéndonos. No la presiones.
—No, es una larga historia. Digamos que me casé enamorada de un hombre y luego descubrí que era otro, lo seguí a otro país creyendo que era lo correcto y pronto me di cuenta que había dejado a un lado mis sueños, mis metas y a mi familia para seguir a un hombre al que no le interesaba. Me quería divorciar y cuando Triana llegó a mi vida supe que debía hacerlo. Triana no es mi hija biológica. Es hija de dos buenos amigos que fallecieron y me dejaron su custodia. Jesse, mi ex esposo, me dio a elegir entre él y la niña, y obviamente elegí a la niña. Y fue la mejor decisión que tomé. —al acabar mira a la niña con cariño y algo se remueve en mi interior.
Bebo un poco de café para ahogar mi asombro, pues no sabía la historia completa. Mamá me descubre observando a Bree y aparto la mirada.
Dejó todo por un hombre que no supo amarla ni valorarla y luego volvió a comenzar desde cero por cuidar a la hija de su amiga.
Mis padres no dicen nada durante un largo rato. Yo tampoco sé que decir.
Bree debe ser una persona especial, pues son pocas las personas que hacen eso por un bebé con el que no tiene conexión sanguínea.
El ruido de algo rompiéndose quebranta el silencio y ahí está Triana agachada en el piso observando el pequeño plato que rompió.
—Uh. —dice.
Papá se echa a reír y Bree pide que no lo haga o creerá que puede volver a hacerlo.
Bree se pone de pie y levanta a la niña a la vez que mamá junta los pedazos de plato roto. Yo la ayudo a limpiar.
Bree se disculpa por Triana y mamá se echa a reír restándole importancia.
—Cosas que pasan con los niños.
—¿Segura que sigues queriendo nietos, mamá? —pregunto.
—Mi amiga Sophia me dijo que los nietos pueden ser cansadores, tocan todo y hay que tenerles ojos encima, pero valen la pena totalmente y la diferencia con los hijos es que no los tenemos todo el tiempo.
Dibujo una sonrisa.
Sophia debe ser positiva, pues tiene seis nietos y uno en camino.
Triana se echa a llorar y se histérica refregándose los ojos. Bree la acomoda en sus brazos e intenta hacerla dormir.
—Deberíamos irnos—exclamo—. Triana está cansada.