Descubriendo lo que es amar

Capítulo 8: Franco

Mi madre me detiene cuando voy a huir del restaurante.

—¿Ya te vas?

—Sí, tengo un compromiso, mamá.

—¿Con Bree?

—No, he quedado con unos amigos. Ella está muy ocupada con sus proyectos.

La cara de desilusión de mi madre me hace sentir culpable, pero necesito que no se haga ilusiones con mi relación con Bree.

Le prometí a ella que no tendría que lidiar con mi madre y pienso cumplir esa promesa.

—Me agrada mucho y también Triana. ¿Cuándo vas a traerlas a cenar al restaurante? Puedes darme su número y le escribiré para quedar y conocernos mejor.

Niego con la cabeza.

—No puedo darte su número sin preguntarle a ella. Le preguntaré y te digo. —me doy la vuelta y ella me detiene por el brazo.

—Estás muy esquivo y te pones así cuando ocultas algo.

—No oculto nada, estoy apurado porque se me hace tarde y sabes que odio llegar tarde.

Frunce el ceño y me suelta.

—No me digas que Bree y tú no están más juntos. Al fin me presentas una mujer que me agrada, y encima que tiene una hija que podría aceptar como nieta, y la apartas.

Ahogo una carcajada y paso la mano por mi cabello.

—Solo te presenté una sola mujer con quien tuve una relación y te agradaba también. Con respecto a Bree, te dije que no somos pareja. Nos estamos conociendo y llevando las cosas con mucha calma porque ella se divorció de su esposo, el hombre con el que pensó que pasaría el resto de su vida y anda un poco sensible en cuestiones de amor y relaciones. Lo último que necesita es que la madre del hombre con el que sale la presione motivándola a huir, y menos cuando está estresada por cuestiones de trabajo.

Se cruza de brazos y me estudia con la mirada.

A veces pienso que mi madre es bruja, pues sabe cosas que yo no tenía en cuenta y puede detectar las mentiras mías y de papá.

En este caso, no le he mentido. Bree si anda sensible por causa de su divorcio y está ocupada con el trabajo.

—Bien. Demuéstrale que no eres como su ex esposo y enamórala.

—Lo intentaré—acaricio su brazo—. ¿Tú estás bien? ¿Tomaste tu pastilla del corazón?

—Oh sí, ya la tomé, tu padre me lo recuerda aunque no lo olvido. Estoy bien y estaría mejor si te casaras.

Ruedo los ojos.

—Buenas noches, mamá.

La dejo atrás olvidándome de su obsesión por el matrimonio, subo al vehículo y conduzco a casa al mismo tiempo que le envío un mensaje a Bree disculpándome por llegar tarde. Ella le resta importancia.

La ventaja es que es vive al lado de mi casa, de lo contrario sería peor.

Apenas estaciono en casa visualizo a Bree caminando despacio con Triana agarrada de su mano. Bajo del auto y abro el maletero sacando lo que robé de la cocina del restaurante para preparar la cena, que se supone que ya tendría que estar lista.

—Hola. —dice Triana.

—Hola a ambas. Espero que no estén muertas de hambre y puedan esperar un poco.

—Tranquilo, estuve con cuestiones contables, lo que significa que comí nachos sin parar y Triana se comió la última porción de pastel que la esposa de mi padre le dio ayer. ¿Qué planeas hacer?

—La idea era una carne asada al estilo Argentina y como se me hizo tarde decidí un wok de verduras y carne a mi estilo.

—Agua. — Triana señala mi bolsa.

Bajo la vista a la botella de tequila.

—No, ratoncita, esto no es agua y eres muy pequeña para probarlo.

—Mío. —exclama.

—No, no es tuyo—dice Bree—. Ahora te daremos agua.

Bree me ayuda con las bolsas a pesar de mi negativa para que pueda abrir la puerta de mi casa. Triana estira las manos, no sé si por la botella de tequila o por querer ayudar, pero se queda conforme en cuanto Bree le da una lata de arvejas y nos sigue al interior de la casa feliz de la vida.

Le pido a Bree que deje la bolsa sobre la isla y le sirvo agua a Triana, quien suelta la lata sin problemas para agarrar el vaso con agua.

—Tiene los modales de un ombú—musita Bree levantando la lata—. Estamos trabajando en ello. Tri, debes dar las gracias.

Ella mira a su madre y me señala riendo sin decir nada.

—Mamá. —dice.

—Ve a jugar—le entrega una pequeña bolsa y ella la arrastra por el piso—. Se entretendrá durante unos minutos mientras saca sus juguetes de la bolsa, si encuentra algo interesante tendremos más tiempo, de lo contrario dejará todo tirado y regresará buscando atención—me explica recorriendo la cocina—. Esa cocina es el sueño de cualquier persona amante de la cocina. Es grande, luminosa y está bien equipada.

—Por eso compré la casa. El propietario cuando me vio interesado en la cocina me dijo: «A su esposa le va a encantar». Le dije que no sabía, pero a mí sí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.