No es broma
- Papá dime qué no estás hablando en serio — me levanto de la silla de un salto y estrello mis manos en la mesa furiosa.
- ¡No es ningún juego Charlotte! — me grita molesto, haciendo que asustada me siente de nuevo — ¿crees qué no estoy preocupado por todo esto que está pasando? Eres mi hija mayor.
- Papá, por favor no aceptes — le ruego con lágrimas en los ojos.
- Es tarde Charlotte, ya acepté y todos los trámites para la boda se están realizando.
- Pues mira papá que no voy a aceptar — me levanto de nuevo furiosa.
Haciendo todo el recorrido por el despacho voy pensando en cómo es que papá pudo aceptar tal cosa, me siento usada como si fuera una mercancía.
- No es una pregunta, es una afirmación — se levanta rápidamente papá completamente molesto.
Me volteo hacia él, molesta y puedo ver en su rostro claramente cómo se está contenido para no gritarme y así poder convencerme.
Lo señalo con mi dedo y aprieto los dientes apretando mi puño.
- Escúchame bien papá, soy mayor de edad e independiente, ya no dependo de tu dinero — bajo el dedo y respiro para tranquilizarme como dijo mi psicóloga — no puedes obligarme.
Me doy la vuelta dispuesta a salir, pero la voz de papá me detiene. Suena amenazante calculadora.
- Sí cruzas esa puerta, te juro que te arrepentirás, tu secreto no está a salvo, Charlotte. Piénsalo.
- ¿De verdad me estás amenazando papá? — digo por encima de mi hombro.
Me doy vuelta y puedo ver como él sonríe con autosuficiencia y se recuesta en su escritorio.
- ¿Quién está hablando de una amenaza? — hace una pausa y sonríe aún más, pero su voz baja de tono — es una advertencia y espero que mañana bajes a conocer a tu futuro esposo.
- De ninguna manera — digo apretando mis dientes.
- Ya yo hablé, es tu decisión si quieres hundirte y de una vez hundes a la familia, piensa en tu hermana. Se va a quedar en la calle y será por tu culpa — su voz sonaba tan amenazante que me daba miedo.
Mis ojos se abrieron y mi mandíbula se desencajó.
- No, solo te estoy haciendo un pequeño spoiler de lo que puede suceder si no aceptas. Tu secreto quedará expuesto a la luz.
- No te atreverías — le digo susurrante.
- Ponme a prueba Charlotte — se cruza de brazos y sonríe con suficiencia.
- Eres el peor padre que puede existir en el mundo, James Horan.
Me termino de dar la vuelta para salir y escucho de nuevo su voz.
- Te quiero ver lista mañana a las 20:00.
- Ugh — salgo corriendo y frustrada.
Corro por toda la mansión hasta llegar a mi antigua habitación donde me estoy alojando.
Me recuesto en mi cama y ahogo un grito frustrado.
Puede que mi actitud sea la de una adolescente, pero de verdad me molesta toda esta situación. Papá es solo una persona que piensa en su beneficio, es ambicioso, le gusta el poder. No soporta quedar en segundo lugar y de alguna manera cuando era niña lo admiraba, quería ser como él y ahora me da asco de solo pensar en su persona.
¿Casarme con un desconocido? ¡Es una total locura! Está loco y no pienso seguir este juego estúpido.
Lágrimas salen mis ojos como cascada abundante y mi labio inferior tiembla del miedo de lo que puede pasar, es demasiado injusto, soy mayor de edad, soy independiente y yo no debería estar bajo sus órdenes.
Un sollozo escapa de mi garganta, cuando escucho que tocan a mi puerta, no respondo creyendo que puede ser papá.
- Hija, soy yo — dice mamá del otro lado de la puerta — ¿Puedes abrir la puerta?
Me levanto de la cama de un salto y voy hacia la puerta para abrirla en un abrir y cerrar de ojos, cuando la veo salto hasta sus brazos y lloro desconsoladamente en su hombro.
- Es muy cruel lo que quiere hacerme papá — digo en un susurro — él no puede obligarme.
- Hija, no sabes lo que me duele verte así — ella pasa su mano suavemente sobre mi cabeza — pero piénsame, es necesario para la familia.
Me separo de ella sorprendida y sin habla, ¿Cómo es posible que mi propia madre esté de acuerdo con toda esta locura?
- ¿Estás loca? — le digo entrando a mi habitación con ella detrás.
- Entiende Charlotte, no podemos quedar en la calle, perderíamos la vida a la que estamos acostumbrados, piensa en tu hermana.
- ¿Qué piense en mi hermana? — pregunto atónita — ¿Y qué hay de mí? ¿Qué no importa lo que yo quiero?
- Claro que importa, pero créeme, no te pondríamos en esta situación si no fuera estrictamente necesario.
- ¿Y qué hay de mi hermana; ella no se puede casar con ese hombre?
- No es un hombre, es un chico joven que tiene 28 años, aunque este joven no puede estar con tu hermana, primero porque ella tiene 18 y se llevan muchos años; segundo él no la quiere a ella, te quiere a ti.
- ¿A mí? — me señalo — ¿Por qué?
- ¿Y por qué no tú? Mírate a un espejo Charlotte, eres bonita, inteligente y amable — se queda callada cuando pasa un mechón de mi cabello por mi oreja — solo piénsalo ¿Sí?
Asiento poco convencida y ella sonríe complacida.