Desde ahora decido yo

Primeras impresiones

De ninguna manera puedo decir que el sol tocaba a mi ventana y los pajaritos cantaban en una linda mañana, no. Mi mañana empezó con una tormenta de gran magnitud y un frío ancestral.

 

Desperté por el sonido de los rayos y un grito muy fuerte de mi hermana, aún le seguía teniendo miedo a las tormentas eléctricas.

 

Salte de mi cama y agarré mi bata para ir al cuarto de mi hermana, mis zapatillas quedaron olvidadas así que salí descalza y al abrir la puerta de su cuarto vi como estaba hecha bolita en su cama y con el respeto tapado por su manta.

 

Puedo apostar lo que sea a que está llorando.

 

Me acerco lentamente a su cama y me siento al borde de su cama, descubro su rostro y en efecto, está llorando, la atraigo hacia mí y le abrazo muy fuerte. Ella se aferra a mi bata y llora sobre mi hombro.

 

  • Aún sigo teniendo pesadillas de ese día — me susurra.

 

  • Ya lo sé hermana, por eso estoy aquí, por ti — le susurro de vuelta.

 

  • No quiero que te vayas de nuevo hermana mayor, te necesito — se aferra aún más a mí.

 

  • Y no quiero irme, desde un principio no lo quise. Pero sabes que las circunstancias lo llevaron a que sea así — la separo de mí y tomo sus mejillas para que me vea a la cara — sabes que jamás te abandonaría.

 

  • Lo sé, pero es que te extraño cuando no estás aquí — vuelve a abrazarme.

 

  • Yo también — susurro.

 

Eran las cuatro de la mañana cuando desperté para ver a mi hermana, ella lloró tanto por los recuerdos que quedó dormida al instante de dejar de hablar, yo lo hice luego de una hora de velar por sus sueños y que nada la perturbara.

 

Ambas despertamos por el sonido de la puerta, que es abierta de forma abrupta y con mucho ruido.

 

  • Charlotte, necesito que estés despierta, la estilista ya llegó y quiere empezar desde ya.

 

Escucho como mamá grita y da palmas, Abi salta asustada de la cama y se cae al piso, ocasionando una risa de mi parte, a ella no le gusta eso, así que tira de mi brazo y me jala con ella hacia el piso, haciendo que me golpee el trasero.

 

  • Auch — me quejo.

 

  • Eso te pasa por reírte de mí — dice mi hermana aún con su voz de recién despertada.

 

  • Déjense de tonterías y tú — mamá me señala — levántate, cambia esas fachas que traes, que te está esperando abajo. Rápido.

 

Sale de la habitación y Abi y yo nos quedamos viendo para luego reír a todo pulmón. Me levanto para salir de la habitación e ir a la mía.

 

Tomo una ducha rápida, hago mis necesidades, cepillo mis dientes, me pongo un jogger para hacer ejercicio y un buso negro, junto a unas zapatillas blancas. Necesito estar lo más cómoda posible si voy a estar en esto todo el día.

 

Bajo las escaleras, aún sin ver a nadie. Cuando estoy abajo veo a una señora platicando con mamá muy cómodamente. Ellas parecen escuchar el sonido de las escaleras porque voltean a verme.

 

  • Hija — se levanta mamá — ella es la señora Karen, va a ser tu estilista por el día de hoy.

 

  • Mucho gusto señora Karen — le estrecho la mano.

 

  • Oh por favor, no me digas señora, puedes decirme Karen — asiento y ella sonríe complacida.

 

  • Venga vamos, necesitas estar lista antes de la — me empujó levemente y yo solo inhale nerviosa.

 

La tarde se pasó en eso, maquillaje, tratamientos, masajes y elegir un atuendo adecuado para la cena. La cual será aquí en casa y con un par de invitados más.

 

  • Está casi todo listo – dice Karen mientras hace un marco con los dedos y me ve.

 

  • Pero siento que falta algo – dice mamá a su espalda – creo que hace falta un collar

 

  •  Mamá, pero si ya tengo uno – digo señalando el que se encuentra alrededor de mi cuello y que tiene forma de corazón.

 

Este collar fue un obsequio de papá cuando cumplí 15 años, por primera vez en mi vida me había dado un regalo de verdad, uno por el cual no tenía que hacer mil cosas para poder ganarlo.

 

  • Pero ese collar siempre lo llevas – me mira el pecho.

 

  • Es porque me gusta mucho, mamá – le sonrió con burla.

 

  • Bien, puedes quedarte con tu viejo y aburrido collar – se da la vuelta exasperada por mi terca decisión de quedarme con el mío – yo usaré el de oro que compré hace un mes – refunfuña por lo bajo.

 

  • Estás lista – Karen me da una mirada pícara – te aseguro que el chico no dejará de verte – le sonrío y ella mira su reloj – ¡Por Dios! – grita haciendo que me asuste – es tarde, deberías darte una ducha ahora, mi asistente dejó tu atuendo para esta noche en tu habitación, no te toques el cabello, ni te laves la cara.

 

Dice Apresuradamente mientras recoge todo lo que dejó en el cuarto corriendo de un lado a otro. Se acerca a mí y me da un beso en la mejilla.

 

  • Suerte está noche, querida – me dice y se va.

Quedo sola en el cuarto y decido seguir las instrucciones de Karen, no tocar el cabello y no tocar la cara.

 

Subo a mi habitación y puedo ver en mi cama el atuendo que eligió Karen para mí, decido verlo después de la ducha. La cual dura solo 10 minutos porque mamá me estaba apresurando. Aún no sé, porque hago esto.

 

Al salir lo hago envuelta en una toalla alrededor de mi cuerpo. Voy directo al conjunto y veo que no es el típico vestido o falda, es un pantalón de tela ajustado desde la cintura hasta los muslos y suelto a partir de abajo, es de color rosa palito, junto a un top blanco que me queda por encima del ombligo, junto a un abrigo del mismo color del pantalón, una cartera pequeña blanca y unos tacones altos, también blancos. Lo amo.



#19219 en Novela romántica

En el texto hay: amor, odio, dolor

Editado: 27.06.2024

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