Me gustaría que me llamaras Iván – me dice mientras sonríe de lado con superioridad.
Bien – accedo.
Creo que te estarás preguntando por qué estás aquí y porque le propuse ese trato a tu padre, que debo admitir me conviene mucho – se recuesta en el sofá y se cruza de brazos mientras sube su pierna sobre la otra. Esa pose lo hace ver poderoso.
Está usted en lo correcto, Iván – él sonríe aún más al escucharme decir su nombre.
Verás – comienza a explicar – hace un tiempo mi padre dejó un testamento antes de morir, en este me dejaba todo su dinero, lo reclamé y ahora es mío.
Bonita historia – enarco una ceja – pero no sé qué tiene que ver conmigo – me cruzo igual de brazos.
Simple, la sociedad es asquerosa, cuando están contigo son los mejores amigos del mundo, todo es halagos y comentarios graciosos, pero al tú darles la espalda son tus peores enemigos, he escuchado varias historias sobre mí, cada una pero que la otra. Decidí que quería callarme la boca a cada uno de ellos casándome, aunque no me guste el matrimonio.
Entiendo – le digo – pero ¿Por qué yo? – suelto la pregunta que lleva atormentando mi cabeza desde que me enteré de todo esto.
Simple, eres Bonita, soltera y cuando tu papá llegó a mi empresa rogándome ayuda no pude desperdiciar esta oportunidad.
No quiero atarme a nadie, me gusta mi libertad, amo mi trabajo y no lo dejaría por nada ni nadie.
Y créeme, jamás te prohibiría algo que te gusta, eso sería muy misógino de mi parte. Sé que se ve mal que yo esté “comprando” – hace comillas – una esposa.
No he aceptado nada – le digo – si lo hago quiero poner mis propias condiciones y créeme son muchas.
Él se pone serio y se inclina hacia delante cruzando sus dedos y colocándolos debajo de su barbilla.
Adelante – me da el permiso para seguir hablando.
Primero, tu idea de salir de los problemas con el casamiento es patético – al escuchar mis palabras sonríe con gracia – segundo, no me gusta el afecto público, si en algún punto hipotético de la historia yo llegara a aceptar, no quiero besos, ni abrazos en público, lo único que llegaría a aceptar es una agarrada de mano – él asiente escuchándome y yo sigo – tercero, quisiera cuartos separados, no te conozco de nada y no quiero compartir mi habitación o cama con algún desconocido; cuarto, si vas a salir con alguien o tener alguna otra pareja me gustaría que fuera en secreto, no quisiera quedar como la cornuda del matrimonio – finalizo y puedo ver en sus ojos un poco de furia creciendo por mi atrevimiento.
Vaya, sí que son muchas condiciones, primero; gracias por decirme patético en mi cara. Segundo; por el afecto público no te preocupes, tampoco soy de andar mostrando al mundo lo que hago y no – dice haciendo que recuerde que cuando lo busque en internet no encontré casi nada sobre él – por lo de los cuartos no te preocupes, igual tenía pensado hacer eso mismo y con lo de salir con otras personas no pienso igual, se supone que vamos a estar en un matrimonio, no tengo pensamientos de engañarte si llegas a aceptar.
Pienso todo lo que me dijo y pienso en mi familia, está pasándolo muy mal, hoy escuché a papá mientras despedía a unos empleados porque no había dinero para pagarles.
Está bien – me levanto haciendo que él me imite – no siendo más, vayamos a la cena que seguro debe estarse enfriando.
Vale – se levanta y acomoda su pantalón y mangas de su camisa blanca haciendo que sus músculos se tensen.
Hacia la sala de comedor, cuando llegamos, veo que ya llegaron los otros invitados y papá está charlando con ellos.
¡Hermana! – grita Abi haciendo que las miradas de todos los asistentes a la reunión se posen en ella y sus mejillas se sonrojen – lo siento – dice en un susurro.
Papá rueda los ojos y sigue hablando con sus socios. Abi se encuentra con un chico que viendo sus rasgos y cómo la tiene agarrada por la cintura, deduzco que es ese tal Óscar.
Hace una seña con su dedo índice para que me acerque a ella, veo a mi lado y noto que Iván ya no está.
Me acerco a mi hermana y ella me recibe con una sonrisa emocionada, el chico que está a su lado solo me ve con una sonrisa seductora.
Hermana mayor, te presento a Óscar – me presenta al chico que está a su lado – ya sé que lo conocías por lo que te he hablado, pero nunca lo habías visto.
Repaso al chico con la mirada y noto que él hace lo mismo conmigo, su piel es morena, su cabello castaño y ojos oscuros, su gran altura y cuerpo musculoso resultan intimidantes.
Mucho gusto en conocerte Óscar – digo con cordialidad, aunque un poco incómoda por como me sigue viendo.
Digo lo mismo – se muerde el labio – linda – le habla a mi hermana – nunca me dijiste que tu hermana fuera tan bonita en persona.
Mi hermana es hermosa, ¿No es cierto? – dice con orgullo Abi, yo sonrío enternecida.
Gracias Abi – le pongo una mano en el hombro y ella me sonríe ampliamente.
Vamos por algo para tomar – se zafa del agarre de su novio y engancha su brazo con el mío para ir a la mesa de bebidas.
Mientras estamos ahí, ella solo puede hablarme de lo feliz que se encuentra porque Óscar esté aquí y yo solo me limito a sonreír.
Hermana – llamo su atención – ¿no te diste cuenta acaso como me veía?
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