Desde ahora decido yo

veintinueve para el infierno

Las sorpresas que da la vida, definitivamente, no me agradan últimamente.

¿Justamente mi nuevo jefe tiene que ser el nuevo rival de mi prometido? Falso, pero prometido.

¿En serio vida?

Bueno, yo digo que la gente necesita drama.

Tengo hambre, solo eso voy a decir o pensar con respecto a esta situación.

Estoy estresada y cuando estoy estresada tengo hambre, así funciona mi cuerpo y no diré nada al respecto.

    • ¿Ya se conocían? — pregunta David, mi ex jefe.

 

    • En realidad, no — responde Karl — no teníamos aún el gusto.

En todo momento de las palabras de Karl, no ha dejado de verme con una sonrisita, yo aprieto mis labios y me muerdo la lengua para no decir nada inapropiado.

    • Es cierto — digo yo — es un gusto conocerlo al fin señor Karl.

 

    • Por favor no me llames señor — se pone una mano en el pecho.

 

Que dramático. Pienso.

    • Me haces sentir viejo — completa.

 

    • Bueno, a partir de ahora será mi nuevo jefe y no sé cómo más puedo tratarlo.

 

    • Puedes solo decirme Malik, las formalidades están de más, pronto seremos familia — dice con una gran sonrisa.

 

Yo intento forzar una, pero solo sale como una gran mueca rara.

    • Además, según lo que tengo entendido, eres casi de mí misma edad.

Solo quiero un buen día de trabajo abriendo y examinando cuerpos ¿Es acaso eso un delito?

Bueno, en realidad si no hubiera estudiado la carrera y no estaría trabajando con un juzgado si fuera un delito.

En fin, yo misma me entiendo bien.

    • Señor Malik, sígame, debemos seguir con el tour por el lugar — dice David — es una lástima que su socia no pudiera venir.

 

    • Lastimosamente, tuvo unos asuntos que arreglar, pero muy pronto estará por aquí.

 

    • Eso espero.

Se van siguiendo con su plática, una en donde David habla más que Karl, pero supongo así funcionan las conversaciones cuando no conoces bien a la persona.

Me encojo de hombros y sigo con mi labor de acomodar mis cosas en la oficina.

Para luego ir a mi laboratorio con mi bata y guantes.

Pasando así todo el día, moviéndome de aquí para allá, poniéndome al día con lo que sucedió mientras no estaba, que no fue mucho.

Gracias a Dios, porque no quería hacer mucho hoy, bueno más de lo que normalmente tengo hacer.

Muy flojo de mi parte, lo sé.

Así regresando a casa con un gran dolor de espalda y un humor muy malo, para ser solo mi primer día.

Aunque estando de vacaciones no me despertaba tan tarde, igual no me despertaba a las tres de la mañana, eso sería muy loco de mi parte.

Me recuerdo a mi misma, que tengo que llamar a Abi, para contarle lo que quiero hacer, no quiero que todo se me salga de las manos.

Debo planear todo a la perfección.

Llegando al portal de mi apartamento noto un hombre fuera, recostada en la puerta.

No le presto atención, pues se puede tratar de algún vecino que salió a fumar o una cosa parecida.

A medida que me voy acercando, más nítida se va haciendo la sombra, inflo un poco mis mejillas y aprieto un poco mis labios al ver de quien se trata.

Con un poco de fastidio me acerco a Iván y él se separa de la pared descruzando sus brazos.

    • Creí que nunca llegarías — dice en cuanto estoy cerca de él.

Enarco una ceja y ahora soy yo quien se cruza de brazos.

    • Espero que esos no sean reclamos, porque desde ya vamos empezando mal — digo.

 

    • Para nada — recita con calma — es solo que ya llevo un tiempo aquí afuera, tu portero no me dejaba ingresar a menos que llegaras.

 

    • Ese suena mucho a Patrick — suspiro y miro al piso — ¿Qué buscabas? — pregunto.

 

    • Quería hablar sobre el tema del adelanto de la boda.

 

    • ¿Querías?

 

    • Si, pero no podemos hablar sobre ese tema aquí afuera, las personas tienen oídos en todas partes.

 

    • Y por personas te refieres a Karl — deduzco.

 

    • Así es — me toma de la mano y hace que entremos a mi edificio.

 

Al pasar por el mostrador nos encontramos con Patrick y lo saludo de manera habitual, como hago todos los días.

    • Patrick, buenas noches.

 

    • Buenas noches, señorita Charlotte — ve detrás de mi espalda — veo que el joven si es su prometido.

 

    • Oh, Iván — veo a Iván con cierta incomodidad — sí, es mi prometido, así que cuando me venga a buscar, no te limites, déjalo pasar de una vez, te doy el permiso.

 

    • Claro que sí, señorita. No se preocupe.

 

Asiento y me despido de él para esta vez sí, subir al ascensor.

Suspiro y con pereza me quito la coleta que tenía respiro con naturalidad, masajeando un poco mi cabeza, moviéndola de un lado para otro.

    • Veo que te llevas muy bien con todas las personas que conoces.



#2994 en Novela romántica

En el texto hay: amor, odio, dolor

Editado: 27.06.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.