Los buenos libros siempre me decían que debo seguir mis sueños, que debo ser yo.
Pero hoy siento que fallé a esa palabra, siempre me dije que no iba a caer tan bajo. Aun así lo hice, pero caí peor que bajo, caí en el mismo infierno.
En medio de la fiesta, quero estar en donde nadie me molesta, tomar mi libreta y anotar todo lo que estoy haciendo mal.
Todos ríen y bailan, mientras yo estoy en un rincón sentada, sin poder creer lo que hice, no fue muy racional de mi parte.
Solo pensaba en respuestas, ni siquiera sé si lo que Iván me dijo es cierto.
Soy tan estúpida, quiero gritar y cancelar todo esto, quitarle la sonrisa de la cara a mi padre, quiero huir.
Ya no quiero estar aquí, me siento tan sola aquí.
Iván se acerca a donde estoy sentada y me dice que ya es hora de irnos.
Cierro los ojos con alivio y asiento, me levanto alisando mi vestido. Puede que lo disimule, pero ahora no estoy de humor para estar aquí.
Al cruzar el umbral de la mansión y subir al auto, me doy cuenta de que ya nada será igual, yo no seré la misma, ahora soy la esposa de Iván Malik, un empresario muy exitoso.
Aún quiero respuestas, es cierto, pero ahora me arrepiento de todo.
Mirando por la ventana del auto, veo el reflejo de Iván, quien me está mirando fijamente.
Él aprieta los labios para no responderme algo grosero, aunque más grosero de lo que yo dije, no creo.
Nos quedamos en silencio todo lo que queda de viaje hasta el aeropuerto.
Papá quiso que todo fuera realista, así que nos regaló un viaje a Margarita, que es una Isla venezolana.
He ido un par de veces, es muy hermosa la verdad y aunque la compañía no me guste para nada, estoy emocionada de ir.
Bingo.
Iván pone su mirada en su regazo, he intenta alejarla de mí. Quédense callado.
Bien, ya lo sospechaba, pero me duele saber que la que pensaba mi mejor amiga me traicionó.
Sin prestar atención a nada ni a nadie, solo, pensando.
Cierro mis ojos recostando mi cabeza contra el vidrio de la ventana, con ganas de dormir, aunque sea un poco.
En mis sueños se repetía lo mismo, yo casándome de nuevo, pero en vez de ser el jardín de la mansión, el lugar de la boda, era un faro y que al final terminaba saltando.
Este patrón se repitió unas seis veces, pero nunca llegaba a caer, porque justo de que eso sucediera, una sombra negra también saltaba conmigo y lograba salvarme de tal castigo.
Pero a la séptima vez esta sombra no saltó conmigo, caí al fuerte y peligroso mar, pero no me ahogaba a pesar de que todo era muy caótico.
Todo porque la misma sombra que no había saltado esta vez, me estaba sosteniendo por la cintura.
Nunca pude verle bien el rostro, pues todo era tan confuso.