Desde ahora decido yo

Donde decido yo

Llegamos a Margarita y la verdad es más hermosa de lo que recordaba.

Toda la fauna y las playas son hermosas.

    • Es muy bonita, ¿No? — dice Iván a mis espaldas.

 

    • Sí — respondo.

Asiente y toma mi cintura guiándome hacía el auto que alquiló.

Mientras estamos en el auto, veo por la ventana, los venezolanos ríen y cantan. Mientras otros simplemente pasan, pero con una sonrisa en el rostro.

Llegamos un poco retrasados al hotel por el tráfico, estoy estresada, junto con el viaje en avión. Todo me tiene muy nerviosa, demasiado, diría yo.

Entro al hotel con una expresión de mal genio.

La recepcionista nos recibe con una sonrisa y yo intento devolvérsela, por cortesía. No es que conozca mucho sobre cultura venezolana.

    • Buenas tardes y bienvenidos al hotel Hesperia. ¿Tienen reserva?

Iván se encarga de dar nuestros datos mientras yo veo todo a mi alrededor.

Ya había venido con anterioridad, junto a mi familia, otras veces yo sola. Conozco un par de cosas sobre como funcionan las cosas aquí y me siento preparada.

El living es grande y espacioso, de por sí ya se veía muy grande por fuera.

Teniendo asientos como una sala de espera y un montón de personas entrando y saliendo del hotel.

Algunas hablando en español y luego estaban otras como yo, que solo saben hablar inglés.

    • Eso sería todo — dice la recepcionista trayéndome a su conversación — su habitación está en la suit, que disfruten su luna de miel — nos regala una sonrisa y atiende a otra pareja que llegó.

¿Disfrutar la luna de miel? No gracias, yo prefiero estar alejada de este hombre.

Subimos al ascensor en completo silencio, ninguno quiere decir nada, no es necesario, pues todo lo que queremos es salir de esta pequeña caja metálica y dormir.

    • Tenemos un problema — dice de repente.

 

    • ¿Cuál es ese problema? — lo miro.

 

    • Es un cuarto matrimonial, se supone que ahora somos esposos, por lo tanto, debemos dormir juntos.

 

    • Umm, no lo creo querido, ya había estado aquí y este hotel, en las habitaciones más caras, tienen una pequeña sala, algún sofá debe haber, ahí dormirás.

 

    •  No es justo ¿Por qué tengo que ser yo? — dice con un poco de molestia.

 

    • Porque aquí el que dijo mentiras es otro, no yo.

La puerta del ascensor se abre y yo me doy media vuelta para palmear su pecho.

    • No me gustan las personas mentirosas, no las soporto. Así que, si no quieres verme molesta, por favor no comiences una vez más a mentirme.

Él no dice nada, así que tomo su silencio como una afirmación de que no me va a mentir más.

Le doy una pequeña sonrisa y me doy media vuelta, en la puerta ya se encuentra el botones con nuestras maletas.

De mi cartera saco cien dólares y se los doy como propina, él con una sonrisa maravillado me agradece y se va.

Iván solo me observa sin decir nada, para luego entrar a la habitación sin decir nada más.

Ruedo los ojos, no lo entiendo ¿Qué le sucede hoy?

El cambio de horario comienza a sentirse, tanto en el tiempo como el clima.

Mi cuerpo se siente cansado y mis ojos se cierran automáticamente, quiero tomar un baño con agua caliente y relajar mi cuerpo antes de dormir y ponerme el pijama más calentito que encuentre en mi maleta.

Y eso hago, pues no quiero esperar más, el tiempo es dinero y el de mi sueño vale oro.

    • ¿Vas a dormir? — me pregunta Iván.

 

    • Así es — le respondo.

 

    • Bien, buenas noches. Yo terminare unos papeles de la empresa.

 

    • Está bien — respondo simple, no me importa la verdad, que amanezca si quiere.

 

A mí, no me afecta en nada.

Colocando mis audífonos en mis oídos, me recuesto en la cama, con mis manos en mi vientre, solo viendo el techo, sin nada más que hacer.

Pienso, pienso y mientras más lo pienso, no le encuentro lógica a lo que me dijo Iván.

Tal vez debamos hablar antes de regresar a casa.

Gracias a que el tío de Iván es mi jefe, me regalo una semana de vacaciones.

No es mucho, pero hay que tener en cuenta que recién entraba de unas vacaciones, más bien agradezco que no haya puesto peros. Creo.

Karl hasta ahora ha decidido mantenerse lejos de mi radar, acción que agradezco

 

Él se mantiene en sus asuntos y yo en los míos, aunque solo haya pasado una semana, si sigue así podremos trabajar bien.

Su socia aún no da la cara, pero él lleva alegando que muy pronto hará presencia en el lugar.

… Muy pronto mis ojos comienzan a cerrarse por el cansancio y me quedo profundamente dormida, soñando entre los brazos de Morfeo y sintiendo todo mi mundo volverse liviano.

Como siempre sucede cuando estoy en el mundo de los sueños, a excepción de cuando tengo las pesadillas.

Esa noche milagrosamente no tuve pesadillas, realmente no me acuerdo que soñé. Pero era hermoso porque yo no lloraba, reía, no estaba asustada, era libre y podía ser yo sin miedo a ser juzgada por una sociedad que no me conoce.

Iván   

No sé cómo yo, un empresario de alto nivel, un gran cerebro y multimillonario, termine durmiendo en un sofá, que es más duro que una roca.



#19219 en Novela romántica

En el texto hay: amor, odio, dolor

Editado: 27.06.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.