Llegamos a Margarita y la verdad es más hermosa de lo que recordaba.
Toda la fauna y las playas son hermosas.
Asiente y toma mi cintura guiándome hacía el auto que alquiló.
Mientras estamos en el auto, veo por la ventana, los venezolanos ríen y cantan. Mientras otros simplemente pasan, pero con una sonrisa en el rostro.
Llegamos un poco retrasados al hotel por el tráfico, estoy estresada, junto con el viaje en avión. Todo me tiene muy nerviosa, demasiado, diría yo.
Entro al hotel con una expresión de mal genio.
La recepcionista nos recibe con una sonrisa y yo intento devolvérsela, por cortesía. No es que conozca mucho sobre cultura venezolana.
Iván se encarga de dar nuestros datos mientras yo veo todo a mi alrededor.
Ya había venido con anterioridad, junto a mi familia, otras veces yo sola. Conozco un par de cosas sobre como funcionan las cosas aquí y me siento preparada.
El living es grande y espacioso, de por sí ya se veía muy grande por fuera.
Teniendo asientos como una sala de espera y un montón de personas entrando y saliendo del hotel.
Algunas hablando en español y luego estaban otras como yo, que solo saben hablar inglés.
¿Disfrutar la luna de miel? No gracias, yo prefiero estar alejada de este hombre.
Subimos al ascensor en completo silencio, ninguno quiere decir nada, no es necesario, pues todo lo que queremos es salir de esta pequeña caja metálica y dormir.
La puerta del ascensor se abre y yo me doy media vuelta para palmear su pecho.
Él no dice nada, así que tomo su silencio como una afirmación de que no me va a mentir más.
Le doy una pequeña sonrisa y me doy media vuelta, en la puerta ya se encuentra el botones con nuestras maletas.
De mi cartera saco cien dólares y se los doy como propina, él con una sonrisa maravillado me agradece y se va.
Iván solo me observa sin decir nada, para luego entrar a la habitación sin decir nada más.
Ruedo los ojos, no lo entiendo ¿Qué le sucede hoy?
El cambio de horario comienza a sentirse, tanto en el tiempo como el clima.
Mi cuerpo se siente cansado y mis ojos se cierran automáticamente, quiero tomar un baño con agua caliente y relajar mi cuerpo antes de dormir y ponerme el pijama más calentito que encuentre en mi maleta.
Y eso hago, pues no quiero esperar más, el tiempo es dinero y el de mi sueño vale oro.
A mí, no me afecta en nada.
Colocando mis audífonos en mis oídos, me recuesto en la cama, con mis manos en mi vientre, solo viendo el techo, sin nada más que hacer.
Pienso, pienso y mientras más lo pienso, no le encuentro lógica a lo que me dijo Iván.
Tal vez debamos hablar antes de regresar a casa.
Gracias a que el tío de Iván es mi jefe, me regalo una semana de vacaciones.
No es mucho, pero hay que tener en cuenta que recién entraba de unas vacaciones, más bien agradezco que no haya puesto peros. Creo.
Karl hasta ahora ha decidido mantenerse lejos de mi radar, acción que agradezco
Él se mantiene en sus asuntos y yo en los míos, aunque solo haya pasado una semana, si sigue así podremos trabajar bien.
Su socia aún no da la cara, pero él lleva alegando que muy pronto hará presencia en el lugar.
… Muy pronto mis ojos comienzan a cerrarse por el cansancio y me quedo profundamente dormida, soñando entre los brazos de Morfeo y sintiendo todo mi mundo volverse liviano.
Como siempre sucede cuando estoy en el mundo de los sueños, a excepción de cuando tengo las pesadillas.
Esa noche milagrosamente no tuve pesadillas, realmente no me acuerdo que soñé. Pero era hermoso porque yo no lloraba, reía, no estaba asustada, era libre y podía ser yo sin miedo a ser juzgada por una sociedad que no me conoce.
Iván
No sé cómo yo, un empresario de alto nivel, un gran cerebro y multimillonario, termine durmiendo en un sofá, que es más duro que una roca.