Desde ahora decido yo

Disculpen amigos ¿Ustedes son pareja?

La semana fue una maravilla, vi tanto y disfruté mucho. Lástima que lo bueno se acaba rápido.

Como una persona normal, tengo que regresar a mi vida cotidiana, no sé como haremos Iván y yo una vez que regresemos, que, para mi desgracia, es mañana.

Lavo mis manos, con la mirada puesta en la nada. El espejo muestra mi reflejo.

Aunque estoy un poco bronceada, aun debajo de mis ojos están un par de bolsas, que son mis ojeras.

Mi mirada ya no es la misma, lo sé, yo no me siento la misma.

Admito que Iván ha sido muy bueno conmigo, respeta nuestro acuerdo de dormir separados y también respeta mi silencio, no me ha forzado a nada en este poco tiempo y lo agradezco.

    • Nos vamos Charlotte, no queremos llegar muy tarde — dice Iván mientras ve su celular.

 Enarco una ceja y muerdo un poco mi labio, está el hecho de que Iván desde que estamos aquí se ha estado comportando muy raro, cada vez que estamos los dos solos siempre está mirando su celular o desvía la mirada, o simplemente me ignora.

La verdad no me interesa, pero que al menos me dé una explicación sobre que rayos le pasa, no soy adivina, ni tengo una bola de cristal para saber lo que pasa por su cabeza.

Tomo una fuerte respiración y cierro los ojos, al abrirlos tomo mi maleta y salgo junto a Iván, él con la mirada fija en su celular y yo despidiéndome del hotel.

    • Voy a extrañar este lugar — susurro.

 

    • No es como si no fueras a volver, puedes venir en navidad — dice con voz cansada — no seas exagerada.

 

    • No soy exagerada — digo con el entre cejo fruncido.

 

    • Sí, lo eres.

Ignoro la pequeña pelea infantil que quiere comenzar y miro hacia el frente, donde hay muchas personas sonriendo.

Sonrío un poco y sigo caminando, cuando llegamos a la recepción Iván entrega las llaves de la habitación donde nos estábamos quedando y habla un poco con el de recepción.

Dejo de escuchar cuando me concentro en una pareja joven, que no deben tener más de veinticinco años.

Se acercan a recepción riendo y piden su habitación con un acento español muy marcado, no entiendo nada de lo que dicen, pero supongo están pidiendo su habitación.

    • Debes dejas de ser tan chismosa — dice Iván en mi oído haciendo que me sobresalte del susto.

 

    • Oh cállate — golpeo su hombro — Me asustaste — le digo indignada.

 

    • ¿Alguna vez te dijeron que eres muy chismosa? — me pregunta.

 

    • Alguna vez me lo dijo mi hermana ¿Por qué? — me cruzo de brazos para calmar un poco el frío que repentinamente estoy sintiendo.

 

    • Bueno, ahora te lo digo yo también, eres una chismosa de pacotilla.

 

    • Cállate, no soy chismosa — frunzo el ceño.

 

    • Claro que lo eres — dice con una sonrisa arrogante — porque si no lo fueras no mirarías a esa pareja con tanta curiosidad, es obvio que quieres saber algo.

 

    • ¿Qué dices? — golpeo una vez más su hombro — solo veía como se divierten juntos, parecen muy jóvenes, pero se nota que saben lo que hicieron.

 

    • ¿Y qué sabes tú si son hermanos? — dice de repente dañando mi fantasía creada.

Lo miro mal y él solo se encoge de hombros con una mirada inocente.

    • ¿Qué? — pregunta — puede suceder, ¿Te imaginas que sean hermanos o amigos y tú aquí sacando conclusiones?

Me sonrojo ante esa posibilidad, si llegaran a ser amigos está bien, pero si son hermanos juro que no sabría dónde meter la cabeza.

    • Pregúntales — le ordeno a Iván — y hagamos algo, si son pareja, tendrás que — pienso un rato, hasta que se me ocurre algo genial — si pierdes tendrás que bañarte con agua fría, con tu mejor traje.

 

    • ¿Y si yo gano? — pregunta con interés cruzando sus brazos por su pecho.

 

    • No sé ¿Qué quieres que haga?

Él lo piensa un poco antes de soltar una risa maliciosa.

    • Lo mismo, pero con la diferencia que tú lo deberás hacer cuando te vayas al trabajo, y no te cambiarás de ropa — se queda en silencio haciendo una pausa dramática — en todo el día.

Finaliza y trago en seco.

    • Bueno, ve — le ordeno de nuevo.

 A un principio me mira feo por la orden, pero luego solo se encoge de hombros y va hacia los jóvenes.

Silenciosamente, ruego porque sí sean pareja, porque odio la ropa mojada y no quiero un resfriado.

Rápidamente, saco mi celular de mi cartera y busco el traductor, yo no me voy a arriesgar a que me mienta. No, señor, Charlotte no será engañada hoy.

    • Hola — dice con un gracioso acento.
    •  Hola — responden los chicos al tiempo con una sonrisa.

 

    • Lo siento si molestamos — comienza a explicar Iván mientras yo leo en el traductor — es que mi esposa es muy curiosa…

No termina de hablar porque yo le propino otro golpe más fuerte en el hombro, haciendo que se queje y yo sonría con autosuficiencia.

    • Como decía — sigue con su explicación — mi esposa se preguntaba si son pareja.



#15833 en Novela romántica
#2958 en Joven Adulto

En el texto hay: amor, odio, dolor

Editado: 26.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.