Desde ahora decido yo

¿Un hospital? Que asco

 

Lo veo ahí tirado en el piso, no sé que hacer, estoy en un tipo de estado de shock. Todo a mi alrededor da vueltas.

Tengo ganas de vomitar, mi hermana llora y él solo ve su herida.

Iván se acerca corriendo a mí, pero yo no puedo dejar de ver como Óscar comenzó a desangrarse, gritando de dolor y agarrándose la herida.

    • Dime que llamaste a la policía — me dice, prácticamente rogando, Iván.

 

    • Lo hice — respondo luego de unos segundos.

Iván asiente y va hacia mi hermana, para abrazarla, y luego que se separan, la toma de la cara, para revisarla.

    • Es un maldito — dice por lo bajo.

Yo también me acerco a Abi, al verla pongo mis manos en mi boca con sorpresa y dolor.

Su ojo izquierdo está morado, su labio roto e hinchado, tiene un gran verde en la frente, sus mejillas están rojas por el llanto, pero hinchadas por unos golpes que se notan a leguas.

    • Hermana — me acerco a ella — por favor, perdóname — digo, dejando que el llanto me gane.

 

    • No es tu culpa Charlotte — me dice, tomando mis manos — es mi culpa, muchas veces me dijiste que me alejara de él, pero no te hice caso — baja la mirada.

 

    • Ninguna tiene la culpa — dice Iván.

 

Luego de unos segundos, se escuchan las sirenas de la policía, volteo a ver a Óscar, quien con mucho esfuerzo se levanta del piso e intenta correr.

Pero es muy tarde, porque la policía baja del auto y lo rodean.

Una ambulancia llega hacia nosotros, auxilian a mi hermana, revisándola y haciéndole un montón de preguntas.

    • Parece que está bien — me dice un paramédico — pero, de todas maneras, debemos llevarla a un hospital para curarle los golpes.

Asiento de acuerdo y él se lleva a mi hermana, mientras yo los sigo detrás para subirme yo también.

No pienso dejar a mi hermana sola otra vez, ni aunque me pongan un revolver en la cabeza.

    • Vamos al hospital central — me avisa.

La ambulancia avanza, mientras yo recuerdo a Iván, no sé nada de él ¿Vendrá detrás de nosotras? Es mejor no quedar con la duda.

Saco mi celular y le envío un mensaje avisándole a donde vamos, él me responde diciendo que va en la otra ambulancia con Óscar, me dijo también que quería asegurarse de que no escapara y aunque la policía iba con él, no confiaba mucho.

Lo dejé en visto, pensando en todo lo que sucedió esta noche y el día anterior.

Ya puedo leer las revistas y sitios de chismes con el nuevo escándalo.

Será una puta bomba, lo puedo ver.

Luego de unos minutos, al fin llegamos al hospital, conde ya nos están esperando, los paramédicos bajan a mi hermana en una camilla.

Yo bajo con ella, pero al momento que cruzan una puerta, me prohíben el paso.

Frustrada y un poco cansada, voy a la sala de espera y ahí veo a Iván, voy hacia él y me siento a su lado.

    • ¿Estás cansada? — me pregunta.

 

    • Mucho — admito cerrando los ojos.

 

    • Puedes recostar tu cabeza en mi hombro — me ofrece.

No pongo objeción alguna, después de todo, si estoy cansada. Acomodo mi cabeza en su hombro y cierro mis ojos intentando dormir.

    • No es tu culpa — me dice Iván de un momento a otro.

 

    • Yo tenía que estar con ella — digo aguando las lágrimas.

 

    • No tenías como saberlo, no siempre tienes que estar al pendiente de ella — pasa su brazo por mis hombros.

 

    • No siempre, pero desde hacía unas semanas no hablaba con ella, si no fuera por lo de la revista, jamás la hubiera llamado — sorbo mi nariz.

 

    • Pero Charlotte, tú también tienes una vida.

 

    •  Yo sé — susurro — pero no puedo evitar preocuparme por mi hermana.

 

    • No digo que no sea así, solo que no te estés atormentando por algo que se salía de tus manos.

 

    • Bien — digo finalmente.

 

    •  La policía me dijo que buscaban a Óscar por haber agredido a otra chica — esa información hace que el sueño se me vaya de un salto — en España — agrega.

 

    • ¿España? — pregunto sorprendida.

 

    • Así es, al parecer Óscar es español, pero vino a Estados unidos porque estaba huyendo de una denuncia. ¿Cuántos años dijo que tenía?

 

    • Mi hermana una vez me dijo que tenía diecinueve.

 

    • Pues, le mintió. En realidad, tiene veinticinco, son seis años más de los que dijo.

 

    • No puede ser — digo tapando mi cara con mis manos.

¿Con qué más nos habrá mentido? Pienso.

    • Abi tiene que poner la denuncia y así irá a la cárcel, la chica que lo denunció solo consiguió una orden de alejamiento, pero Abi puede lograr que lo metan a la cárcel.

 

    • La tengo que convencer — digo.

 

Pasamos un par de horas más en el hospital, donde ya me siento mareada, odio los hospitales y es por una razón específica.



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En el texto hay: amor, odio, dolor

Editado: 26.03.2024

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