No pude dormir esa noche, ni la siguiente, ni la siguiente a esa, estaba cansada y se notaba por mis ojeras, mi poca paciencia, mi falta de atención y mi mal genio.
Iván al ver mi estado sugirió que pidiera solo un día para descansar, pero no me podía tomar ese lujo, ya había faltado mucho. No quiero ser despedida de mi trabajo.
Y para colmo mi mala suerte es tan fuerte, que hoy tuve que trabajar con la bruja todo el día, soportando escuchar su voz. Eso me hacía sentir de un pésimo humor e Iván parecía notarlo.
No me dirige la mirada, ni siquiera parece hacer al amago de querer hacerlo. Me siento frustrada por eso. De alguna manera.
Con un puchero en los labios golpeo de manera delicada el hombro de Iván y él voltea a verme extrañado.
Con el ceño fruncido, niego y vuelvo mi mirada a mi plato. Con un suspiro cansado él vuelve su mirada a su plato.
En una ocasión anterior me hubiera espantado por su acción, pero ahora estoy muy cansada como para resistirme.
No intento detenerlo, porque de verdad quiero ese baño. Tal vez me ayude a relajarme.
Pasó una semana desde lo ocurrido con mi hermana y eso lo que me tiene preocupada, no me ha escrito, ni contesta mis llamadas. Ella nunca me hacía eso, a excepción de cuando estuvo secuestrada por Óscar.
Pensar en lo último me pone nerviosa, Óscar ya está pagando su condena en la cárcel y no saldrá dentro de unos muy largos treinta años.
Pero ¿Qué me preocupa? ¿Qué Cheryl la encontrará? Eso me asusta ¿Qué no me quisiera hablar más? Tal vez.
Mientras pienso en posibles soluciones para mi reconciliación con mi hermana, la puerta del baño se abre e Iván sale con las manos llenas de espuma y una gran sonrisa.
No puedo evitar reír con todas mis fuerzas por actitud casi infantil, es tierno haciendo eso.
Asiento y entro al baño, donde como los ojos abiertos veo todo. Iván hizo un desastre. Montones de frascos de champú están por todo el piso, se nota que la bañera se llenó de más, pues el agua está por todas partes y la espuma rebosa lo normal.
Con un suspiro decido ignorar todo, la intención es lo que cuenta, dicen por ahí, con cuidado de no botar más agua, me desvisto y entro en la bañera.
Esto se siente tan bien, que no dudo en cerrar los ojos mientras una sonrisa se asoma en mis labios.
Luego de unos treinta minutos salgo del baño. El agua ya se había puesto fría, la espuma había desaparecido y ya no me apetecía estar en esa bañera.
Luego me pongo a rebuscar en mi armario para encontrar un pijama cómodo, una que me ayudara a dormir más temprano y más calentita. Finalmente, la encuentro.
Un pijama de pantalón largo, pero con una camisa de tirantes, no me pongo mi sujetador porque es muy incómodo dormir con tal aberración.
Luego de hacer mi tratamiento para la piel, me acuesto en la cama con la intención de dormir toda la noche y sin interrupciones.
Creo que lo voy a lograr, cuando mis ojos comienzan a cerrarse por si solos.
La noche es fría, debí haber sacado un abrigo en cuanto vi este clima, pero es que todo sucedió tan rápido que no me dio tiempo de pensar.
Mamá camina delante de mí, su rostro está serio, no me gusta verla así, siento como si estuviera molesta conmigo. Su malo aprieta muy fuerte la mía.
Tal vez me esté llevando a por mi regalo por mi cumpleaños, ella dijo que no tenía el dinero, pero que en cuanto lo tuviera me daría la muñeca que quisiera.
Según papá ya estoy grande para las muñecas, pero solo tengo siete años, le dije a mamá Cheryl y ella prometió dármela. Ojalá y sea eso a donde me lleva.
Luego de eso me quedo callada ¿Amigos? ¿Cuáles? Decido no preguntar, a mamá no le gusta que yo pregunte mucho, se pone a gritar y me pega, ya no quiero que me pegue.
Luego de caminar mucho bajo el frío viento llegamos a una casa muy vieja y fea, me da miedo. Por eso retrocedo, pero mamá aprieta mi mano, haciendo que vuelva a su lado.