Aún no podía procesar todo lo que me había contado Iván
¿Yo estando en una relación con él? ¿Es siquiera eso posible? ¿Cómo es que nadie de mi familia supo sobre eso? ¿Ni siquiera Abi? Ella es mi confidente, ella sabe todo sobre mí.
Observo la fotografía con cuidado, con miedo de que por el más mínimo toque brusco se rompa, así como algo delicado.
Él intenta acercarse, pero lo freno con mi mano, lo que menos quiero es tener a alguien a rededor. Necesito espacio.
Iván desde su lugar me ve dolido, lo puedo ver en sus ojos, mis palabras le duelen, pero juro que no sé como sobrellevar esta situación.
¿Me casé con mi exnovio? ¿Ya conocía a Iván? ¿Cómo es esta situación?
No es por ser dramática ni nada, pero juro que en cualquier momento me puedo desmayar.
Mis manos sudan, mi vista está un poco nublada debido a las lágrimas que amenazan por salir de mis ojos, mis piernas parecen dos gelatinas y mi corazón parece que hubiese corrido un maratón.
No estoy bien, para nada. Porque al momento en que llego al jardín me desplomo, me desplomo por completo, mis rodillas tocan el pasto con fuerza, como un saco de papas, no me permito llorar, porque eso es lo único que he estad haciendo todo este tiempo, el shock no me deja salir de mis pensamientos.
¿Qué le pasó a mi vida? ¿Es que acaso Dios está tan aburrido como para ponerle tanto drama a mi vida?
No lo entiendo, juro que no estoy logrando entender, quiero y lo intento, pero no puedo.
Siento mis mejillas arder y mi garganta cerrarse por completo.
¿Por qué será que todo este tiempo no he podido avanzar ni un poco? Estoy estancada en mi mundo de miseria, de desesperación, de monotonía.
Ya no quiero vivir así, deseo una vida normal, una donde me pueda olvidar de todo lo que sucede a mi alrededor, donde nada exista, solo yo.
Uno en donde desde ahora decida yo, quiero más que nada vivir mi vida.
Se acerca lentamente y se agacha junto a mí, para envolverme con cuidado en sus brazos y acurrucarme junto a él, cuando cierro los ojos me da un beso en la coronilla de la cabeza.
Y me acerca de nuevo a él, esta vez en un abrazo aún más sobre protector.
Finalmente. Lágrimas salen de mis ojos, pero estas son de alivio, de saber que tengo a Iván de mi lado, que, aunque me mintió estará para mí, que, aunque aún no confío del todo en su palabra, tendré su mano para sostenerme en el largo camino y su hombro para poner mi cabeza cuando me canse.
Mi pecho no deja de sacudirse por los sollozos, mi cuerpo no puede soportar más el frío que me invade por lo que comienzo a temblar estrepitosamente.
Quiero morir en este mismo instante, desaparecer, que el mundo girara al revés, que, en vez de pasar por tantos problemas, pueda hacerme niña de nuevo y así no preocuparme por nada.
Todo es mucho, tanto es tan poco y nada es irrelevante. Yo soy nada, llena de problemas, con traumas y cicatrices, para nada especial.
Una persona más del montón.
Asiento sin decir palabra alguna, con dificultad y un poco de esfuerzo, logro levantarme. Pero al hacerlo siento que mi mundo da vueltas, que nada es estable, al igual que yo.
Iván al darse cuenta de mi pequeño ataque, me toma de las manos y me ayuda a estabilizarme.
Con cuidado me lleva por el patio, sosteniendo mi cuerpo, con uno de sus brazos alrededor de mi cintura y el otro sosteniendo mi brazo.
Su aroma pega de lleno en mi nariz, que, aunque esté con el pijama, aún está en su piel el olor del perfume que se echa todas las mañanas. Huele delicioso.
Cuando entramos de nuevo a la casa, el calor del hogar me pega de nuevo, trayéndome una sensación de paz y calidez.