Desde ahora decido yo

El amigo misterioso.

Han pasado cuatro meses desde que no veo a mi hermana, la verdad ya no importa, en este poco tiempo aprendí que en serio necesito pensar en mí y no en los demás. 

No todo ha sido perfecto, he odiado muchos de los procesos. Pero con la ayuda de mi psicóloga he podido sobrellevar todo con más calma. 

He llegado a un punto que solo salgo del trabajo a casa y hablo solo con Iván, ya no hay amistades, no, no quiero a nadie falso en mi vida. Lo pensé mucho y quiero vivir mi vida antes de que todo este asunto de la boda sucediera, quiero vivir mi vida libre y sin preocupaciones. 

Quiero algo nuevo, esta vez decido yo sobre mi vida y nadie, ni siquiera James podrá evitarlo. En algún momento debo hablar con Iván sobre lo que quiero para mi futuro y espero que eso sea pronto.

Juro que si pudiera volar, me iría muy lejos de aquí, a un lugar donde nadie me conozca y pudiera comenzar de nuevo, sin ninguna presión sobre mí. 

Pero no es posible, nada de lo que quiero es posible. Nada. 

— Hola — le digo a Iván cuando bajo a la cocina. 

Él está hablando por teléfono y por estar tan concentrado en la llamada solo asintió ante mi saludo, tal vez esté hablando con uno de sus clientes, después de todo siempre lo hace. 

Abro el refrigerador en busca de algo para desayunar y encuentro un montón de fruta, agarro un par y me preparo para hacerme una ensalada, solo por hoy, no tengo apetito. 

Cuando estoy cortando la fruta, siento el cuerpo de Iván detrás de mí. Me toma por la nuca y posa un beso en mi frente. 

Esa es una costumbre que adoptó dos meses atrás, al principio tos fue un poco raro, pero al final me terminé acostumbrando, ahora es algo que hace todas las mañanas y en las noches cuando llega. 

— ¿Cómo estás? — me pregunta agarrándome por la cintura y acercándome más a él. 

Me roba un poco de la fresa que estaba cortando, así que lo miro mal, ruedo un poco el tazón y sigo con mi tarea de cortar. 

— Bien, hoy tengo una cita con mi psicóloga, así que regresaré un poco más tarde. 

— Lamento no poder llevarte hoy, pero tengo unos asuntos que tratar — me dice en un susurro — ¿Crees que puedes ir sola?

Inflo un poco la mejilla y asiento. Cuando termino de cortar mi fruta, voy al mesón y comienzo a desayunar, mientras tanto Iván se prepara un sándwich. 

— ¿Sabes? — le digo, haciendo que su atención vaya dirigida a mí — Quiero renunciar a mi trabajo — suelto sin más. 

Iván abre sus ojos hasta decir ya no más, vaya, sí que se sorprendió. 

— ¿En serio? — me pregunta acercándose a mí.

Yo asiento llevando un poco de sandía a mi boca. Hago todo el intento de tragar rápido y cuando lo hago, respondo. 

— Antes todo era divertido, me sentía plena, ahora solo pienso que todo se vino abajo cuando apareció mamá, sé que estamos intentando llevarnos bien, pero la verdad es que todo es muy raro — confieso sin aliento. 

Es verdad, una de las cosas que quería hablar con Iván es sobre mi trabajo, ya no quero seguir ahí, no quiero seguir yendo a un lugar donde no me siento para nada bien, todo es algo difícil, nada es igual y tengo miedo. 

Desde hace unos días siento que ya no soy bienvenida en ese sitio, mis compañeros de trabajo me ignoran hasta para decirme los buenos días, y sé que solo voy a hacer lo que amo y no a hacer amigos, pero a veces duele un poco. 

— ¿Pasó algo en específico para que sientas que debes renunciar? — me pregunta Iván sentándose a mi lado. 

Pienso un poco y siento que no tiene sentido esconder algo así, hasta puede que suene tonto, pero sé que Iván me entendería. 

Suspiro y me lleno de valor — Hace un par de meses no me siento cómoda, siento que todos me ven por encima del hombro, escuché a algunos hablar sobre como estoy en el puesto que estoy, por ser esposa del sobrino de su jefe, e hija de su jefa.

Iván me atrae por los hombros y me frota los brazos. 

— Si no te sientes cómoda, no dudes que ese no es lugar para ti. 

Asiento y recuesto mi cabeza en su hombro. 

— A veces — comienzo a decir en un susurro — quisiera quedarme encerrada aquí, sin que nada ni nadie me moleste, comer sandía todo el día y escuchar música a toda hora.

— Eso suena bien, pero por ahora no es posible, porque ambos debemos ir al trabajo — Iván se levanta y me da otro beso en la frente — que tengas un buen día — me dice mientras lleva su plato hacia el mesón.

— Igual tú — le digo una pequeña sonrisa que él me devuelve el doble de grande. 

Sin haber terminado el pequeño desayuno que me hice, me levanté y puse mi plato junto al de Iván, subí las escaleras hacia mi habitación y terminé de arreglarme, hoy sería un día raro, lo presentía. 

Mi presentimiento fue cierto, sentí mi día eterno. El día más eterno del mundo. 

Entre papeles, casos nuevos y estar soportando miradas altivas por parte de mis colegas, sentí el día muy pesado y para colmo y terminar este día con broche de oro, aún debo ir a mi cita con la psicóloga. 

Cuando estuve a punto de subir a mi auto, veo que Karl viene hacia mí, de manera disimulada maldigo. Desde el día que acepté su salida ha sido una completa molestia, alegando que deberíamos salir otro día de nuevo. Ya muchas veces le he dicho que no, pero simplemente es un patán que no acepta un no por respuesta. 

Cuando llega hasta mí finjo una sonrisa, que más bien debe parecer una sonrisa de incomodidad. 

— Al fin te encuentro — dice. 

— Hola, Karl — le respondo con incomodidad. 

Busco con mi mirada detrás de él y ver si mi madre viene también. 

— Oh tu mamá se quedará un poco más supervisando unas cosas — me dice una vez que se da cuenta de lo que hago. 

Asiento y busco las llaves de mi auto en mi bolso, no quiero hacer las cosas más incómodas de lo que ya están. 

— Ya que tu mamá se quedará un buen rato — dice de repente haciendo que me sobresalte — ¿Quieres ir por allí a comer?



#2996 en Novela romántica

En el texto hay: amor, odio, dolor

Editado: 27.06.2024

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