Desde ahora decido yo

Caminando por el viento

¿Me sentía feliz? Obvio.  

Había renunciado a ese trabajo que tan mal hacía, me había deshecho de él, de Karl. Y no podía estar más feliz. 

Subiendo al coche respiré hondo y me puse el cinturón de seguridad pasa ir a casa, ahora que no tengo trabajo debo buscar uno urgente. 

Pero justo cuando voy a salir del estacionamiento recibo la llamada que tanto he estado esperando, la de Alex. Contesto de prisa y nerviosa, 

— ¿Alex? — pregunto de prisa. 

— Charlotte — me dice del otro lado, su voz se escucha igual o peor de nerviosa que la mía — Qué bueno, que me hayas llamado. 

— ¿Por qué? — pregunté con miedo. 

Estoy en el hospital central con Iván, al parecer tuvo un ataque de ira y eso ocasionó que se desmayara. 

Mis ojos se abren impresionados ¿Ataque de ira? ¿Desmayado? 

— Dios mío, Alex — tapo mi boca con mi mano para bloquear un sollozo, me prometí que no iba a llorar más — Voy para allá — le digo en seguida. 

— No es necesario que vengas, fue solo un desmayo — me dice él, pero yo niego aun sabiendo que él no puede verme.

— No, ya voy. Espérame, por favor. 

Cuelgo el celular y me concentró en conducir, porque en vez de ir a visitar a Iván, no quiero ser una más de las internas en el hospital por tener otro accidente. 

Pero a pesar de ir tan lento, llegué en menos de cinco minutos al lugar, eso fue un completo alivio para mí. 

Encontré un sitio para aparcar y salí rápido del coche, sin importarme nada más, corrí por todo el sitio, entré como si mi vida dependiera de ello, hasta que llegué a la sala de espera y pude divisar a Alex, corrí hasta él. 

— Alex — dije sin aliento — ¿Qué sucedió?

— No lo sé, cuando llegué encontré literalmente todo el sitio destrozado, no podía reconocer nada — peino con desesperación su cabello hasta atrás — llegué justo a tiempo para poder sostenerlo, él solo me vio y luego se desmayó. Llegué a atraparlo y llamé una ambulancia. 

Lágrimas traicioneras comenzaron a brotar por mis mejillas, ya sé que no soy buena cumpliendo promesas. 

— ¿Te han dicho algo? Un doctor, una enfermera, no lo sé. Alguien — digo con desesperación, pero para mi mala suerte él niega. 

— Llevo aquí quince minutos y la única información que me dieron era que sus ritmos cardíacos estaban muy acelerados y que eso podía ser muy peligroso. 

Me niego a seguir llorando, así que me limpié las que ya corrían por mi mejilla y acerqué un poco más a él. 

— Muchas gracias por todo, Alex — dije con la mirada gacha. 

Él solo tomó mi mano y la apretó un poco. 

— No tienes por qué agradecer, Iván es mi mejor amigo y tú eres como mi hermana menor — sonreí y él también. 

— Eres un gran amigo — apreté su mano de vuelta — y lamento no poder recordarte. 

Alex iba a decir algo, pero justo en ese momento dijeron el nombre de Iván. 

— ¿Familiares de Iván Malik? — dijo un doctor. 

Rápidamente, me dirigí hacia él. Por alguna razón se me hacía conocido, pero no podía recordar de dónde.

— Soy su esposa — le dije atropelladamente.

El doctor se me quedó viendo, cuando de repente abrió sus ojos enormemente. 

— Charlotte — dijo en un susurro, fruncí un poco el ceño — veo que aún sigue sin recuperar la memoria. 

Mi ceño se frunció aún más, doble un poco mi cabeza y vi al doctor con clara cara de no entender nada. 

— Yo fui su doctor en el momento que usted tuvo el accidente, pero veo eso no la detuvo ahora está casada.

Iba a decir algo al respecto, pero luego recordé a Iván. 

— Disculpe, pero ¿Puede decirme cómo está mi esposo? — pregunté con desesperación, ahora mismo no quería hablar de mi accidente. 

El doctor se aclaró un poco la garganta y sentí una mano apretarme un poco el brazo, era Alex. 

— El señor Malik se encuentra estable, el desmayo se dio gracias a la subida de adrenalina, su cuerpo no pudo soportar eso y se agotó, ¿Quiere pasar a verlo? — me pregunta solo a mí y yo asiento — sígame. 

Me volteo hacia Alex y él con la mirada me dice que vaya. 

Solo he visto a Alex dos veces, bueno, que yo recuerde y sé que es un chico maravilloso y amable, siempre estaré agradecida con él por lo que hizo por mí e Iván. 

El doctor me condujo a la habitación donde estaba Iván, para este punto yo estaba un poco más calmada, saber que estaba bien y que no corría peligro era otra cosa. 

El doctor se volteó hacia mí con un semblante serio.

— Es aquí — me dijo para luego irse, pero al pasar por mi lado dijo — no sabe lo feliz que me siento de saber que está bien y que a pesar del accidente, pudo seguir con su vida — me apretó el hombro y se fue. 

Me quedé parada frente a la puerta un poco más de lo que esperaba, no sabía si entrar o no, pero al final lo hice. 

Abrí la puerta y ahí estaba él, tan lindo como siempre y se veía tan sereno, como no lo había estado en un tiempo. Al escuchar la puerta abrirse él volteó la cabeza hacia mí, yo sonreí con la boca cerrada y entré al lugar. 

— Hola — le dije, limpiando mis manos llenas de sudor en mi falda. 

— Hola — dijo él. 

— ¿Cómo te sientes? — tome asiento en una sillita que había al lado de su cama. 

Mire al rededor de la habitación, no era para nada espectacular, era blanca en el medio tenía la cama, una silla a su lado, donde estaba yo, la máquina que marcaba los latidos de su corazón, una bolsa de suero a su lado y unos sillones más allá. 

— Mejor ahora que estás aquí — respondió a mi pregunta. 

Al escucharlo, mis mejillas se ponen rojas y no sé a donde ver. 

— Estuve muy preocupada por ti — le dije en un susurro. 

Él se acerca un poco a mí y toma la mano, que no sabía que había puesto encima de la camilla.

— Perdón por haberte preocupado ¿Pero cómo sabías que estaba mal? 



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En el texto hay: amor, odio, dolor

Editado: 26.03.2024

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