Desde ahora decido yo

Dos días para sanar ¿O dos meses?

Me senté en la cama desconcertada ¿Qué había sido eso? Mi respiración estaba agitada, casi hasta el punto de hacerme saber, que debía para o muy pronto terminaría desmayada. 

Cuando logré calmarme miré a mi alrededor, aún estaba en el hospital e Iván estaba dormido a mi lado, se veía tan lindo. Ahora que podía recordarlo por completo, sentía que un gran vacío que llevaba sintiendo desde hacía mucho tiempo, era llenado por completo. 

Recordé también como le decía cuando estábamos saliendo, lo felices que éramos, lo mucho que lo amaba y como él decía amarme cada que podía. 

Me acerqué un poco a él, lo suficiente como para no dejar caer mi peso por completo en él, recordé lo mucho que le gustaba que to me acercara y le hiciera mimos con mi nariz, así que lo hice. 

Puse mi nariz contra la suya y comencé a mover la mía contra la suya, casi como una pequeña caricia. Luego le di un pequeño pico en los labios, para luego alejarme de él con una gran sonrisa. No puedo creer el tiempo que me prive de probar sus labios por miedo, por el accidente y por línea invisible que había puesto entre nosotros. 

Esperé con paciencia a que despertara, casi al instante lo hizo. Al notar que lo estaba viendo muy fijamente, se incorporó un poco y me dijo. 

— ¿Qué? — su voz estaba ronca a causa del sueño.

No sé cuánto tiempo estuvimos dormidos, pero sé que fue mucho, porque ya estaba anocheciendo y yo pronto me tenía que ir. 

— No es nada. — dije con una sonrisa — xodó — agrego al último. 

Su mirada que antes solo me veía con confusión pasó a sorpresa. 

— ¿Cómo me dijiste? — me dijo con desesperación al no poder sentarse bien — por favor, dime de donde sacaste eso. 

Me reí de su evidente desesperación por saber de dónde había sacado lo dicho por mí, es obvio que se encontraba ansioso, xodó no era una palabra muy utilizada por muchos. Esta palabra es usada para el amor de tu vida o para una persona a la cual le tienes mucho cariño, Iván era todo eso para mí. 

— Iván — me acerqué más a él, tomé su rostro y pegué nuestras frentes, cerré mis ojos y pude hacer que unas lágrimas brotaran de mis mejillas — pude recordar — dije con una sonrisa. 

Él se separó de inmediato de mí, sus ojos demostraban incredulidad, no podía creer lo que le estaba diciendo, pero era verdadero, al fin podía recordar nuestras palabras, todo lo dicho por nosotros, los mejores y peores momentos de nuestra relación, los sentimientos que él creaba dentro de mí, todo. 

— Dime por favor que no es una broma y que Alex no te dijo esa palabra, para hacer más creíble la broma — notaba por sus ojos que estos amenazaban con lágrimas. 

— Iván — dije con más calma de la que sentía — esto no es una broma — más lágrimas salían de mis ojos mientras negaba — te juro que nunca podría jugar con eso. 

— Entonces — pensó — si recuerdas ¿cómo me decías cada que no soportaba la situación en casa?

Sonreí y pose mi mano en su mejilla, él se recostó aún más en esta me miró fijamente a los ojos. 

— No te preocupes — susurré — nankurunaisa — el volteo un poco más su rostro y le dio un beso a mi palma — con el tiempo se arregla todo. 

Eso pareció ser suficiente para él, porque me atrajo hacia sí mismo y me retuvo entre sus brazos, de una manera muy fuerte, pero sin llegar a lastimarme. 

— De verdad no puedo creer que hayas recordado todo — susurró contra mi oreja — no sabes todo el tiempo que esperando este momento, pero ¿Cómo? — preguntó una vez se separó de mí. 

Con mis pulgares limpié las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas, como pequeñas intrusas que no fueron capaces de perderse el reencuentro. 

— No lo sé, tuve un sueño, donde todo pasaba como una película frente a mí. Supe que eran mis recuerdos cuando en casi todos estabas tú — sonreí. 

Iván hizo lo mismo y me atrajo una vez más a él. 

— Esto sin duda es un sueño, no puedo ni pensar que esto de verdad está de verdad pasando. 

— Yo tampoco. 

El poco tiempo que faltaba para que las visitas se fueran, la pasé con Iván, aclarando un poco mis dudas hacia momentos que aún no estaban muy claros en mi cabeza. Y así fue, recordé a mi xodó y no podía estar más feliz. 

Salí de la habitación con una sonrisa, el doctor me avisó que tenía que hacer unos análisis a Iván y por ello debía quedarse un día más, mañana sería dado de alto y no podía sentirme más aliviada. 

Afuera estaba Karl y mi mamá, sin que ellos lo notaran rodé los ojos, sé que Karl es familia de Iván, pero por alguna razón, no podía evitar sentirme incómoda a su lado. 

— Karl — le saludé cuando estuve a su lado — mamá — la miré a ella, quien me devolvió el saludo con una pequeña sonrisa. 

Aunque nuestra relación está siendo reparada ahora, aún quedan esos toques de incomodidad, que sé, siempre nos va a perseguir. 

Ante el inminente silencio, mamá fue quien habló primero. 

— ¿Qué fue lo que sucedió? Alex llamó a Karl para avisarle que Iván estaba aquí, llegamos hace casi una hora y no nos han dejado pasar. 

— Iván tuvo un desmayo debido a todo el esfuerzo que está empleando en su trabajo — decidí mentir, porque ni loca le diré a Karl que Iván tuvo un ataque de ira, eso sería ponerle la soga al cuello. 

— ¿Y está bien? — preguntó esta vez, Karl. A quien miré con indiferencia. 

— Sí, mañana lo dan de alta. 

— Gracias a Dios — dijo mamá, a quien se le veía más aliviada — hija, si quieres te llevamos a casa. 

— No, gracias. Traje mi coche y quiero ser yo quien busque a Iván mañana. 

Mamá asintió y sentí la lúcida mirada de Karl sobre mí, pero no le presté atención. No me importaba él, solo quería ir a casa y tomar una ducha con agua caliente.  

Juntos salimos del hospital, quise llamar a Alex, para darle la buena noticia de mi memoria, pero supuse que sería mejor darle una noticia de ese calibre en persona. 



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En el texto hay: amor, odio, dolor

Editado: 26.03.2024

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