Desde aquel momento

C7- ¿Victoria?

La llamada se corta antes de que pueda contestar, cuando decide regresar la llamada Braulio ha llegado hasta ella y por culpa de un grupo de amigos que empezó a bromear entre ellos con empujones Isabela pierde el equilibrio, su celular sale de sus manos y cae al suelo siendo pisado por alguno, Braulio se apresuró a tomarla entre sus brazos al ver que caería, él se molesta con el hombre que la empujo por la espalda, pero ve el rostro de preocupación del culpable que solo lo deja pasar antes de irse contra él y le dedica solo una mirada agresiva y con eso el lugar se despeja un poco.

Isabela alza su vista al notarse aun en brazos de Braulio, él le sonríe cálidamente pasando de esa mirada pesada que le ha recordado a Bruno a su mirada casual, recuerda su celular y lo busca en el suelo soltándose de él.

— Isabela deja ayudarte — trata de detenerla, pero Isabela ya está en el suelo a gatas buscando su celular a pocos centímetros lo encuentra todo pisoteado con la pantalla rota, suspira un poco y no desea llorar, pero piensa en todas las imágenes que lleva en ese celular, en especial la foto de su abuela ¨Lala¨ cómo tiernamente le decía, la última foto de ellas dos, Lala partió por culpa de cáncer de mamá hace dos años, Lala era madre de su mamá y la persona más amorosa que había conocido en su vida.

Miro el celular entre sus manos y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas inoportunas, por un momento olvidó que estaba en un bar y que Braulio Campos estaba con ella hincado entre la multitud mirándola fijamente. Braulio miró sus ojos al escaparse una lágrima de ellos la limpia con uno de sus dedos, Isabela se sorprende de su gesto.

— Perdón señor Braulio, es que tenía fotos de Lala en mi celular... — dijo sollozando.

— ¿Lala? — preguntó

— Mi abuelita — dijo limpiando su rostro, Braulio la miro con dulzura y se puso de pie tendiendo sus manos para que ella le siguiera, salieron de entre la multitud a las afueras del bar.

— Déjame ver tu celular — dijo tomándolo de sus manos, cuando estaban lejos del ruido.

— Está destruido por completo — dijo con tristeza.

— Lamentablemente, pero podemos llevarlo con algún técnico — dijo intentando animarla.

— ¡¿En serio?! Tiene solución — lo miro con entusiasmo con mucha ilusión en sus ojos, Braulio sonrió, por primera vez mirada a Isabel diferente lejos de la empresa.

— Pero no te ilusiones, lo llevaré con uno de los mejores y veremos que puede hacer u dijo devolviéndole su celular, Isabela lo tomó y lo guardó en su bolsillo.

— Gracias, señor Braulio.

— Isabela no estamos en la oficina así que deja de llamarme así — cruzó sus brazos en su pecho.

— La costumbre, perdón — dijo rápidamente.

— No pensé que te gustara venir a estos lugares — señalo el bar.

— En realidad estoy aquí por una amiga, me insistió tanto que tuve que venir — sonrió y encogió sus hombros.

— Debo agradecérselo entonces, porque ha sido una bonita coincidencia — habló conmovido por la actitud tan tierna de Isabela, lo siguiente le hizo sonreír más al verla un poco cohibida por su comentario.

Isabela siembre se le ha hecho una mujer agradable, pero hoy al verla relajada y lejos de los escritorios de la oficina le nota un aire diferente, algo que había pasado desapercibido para él, Isabela es bonita.

— Creo que debería buscar a mi amiga, es tarde y mañana tengo que trabajar — dijo buscando alejarse de la situación, su corazón se estaba desestabilizando y temía que hará un mal comentario o él se dará cuenta de sus sentimientos si sigue así.

— Te acompaño, pero no creo que tu jefe te regañe por llegar tarde mañana... nos llevamos bien, es un buen tipo — dijo dejando claro que está con su jefe y esa es un pretexto poco sutil para alejarse de él.

— No, perdón no crea que es para dejarlo... realmente es tarde y no es muy común en mí desvelarme entre semana — dijo actuando asustada y angustiada.

— Tranquila Isabela, déjame llevarte entonces para que no tardes más en llegar a tu casa — sonreía por la actitud de ella.

Isabela solo asintió en respuesta, ambos entraron al bar, Braulio se despidió de sus amigos que abuchearon que los dejara tan temprano, Isabela buscó a Xiomara, pero de su amiga no encontró rastro, no se preocupó por ella por esa actitud al final si encontraba a un chico guapo se escabullía por ahí a pasar el rato, camino de vuelta a las afueras del bar cuando miró a Braulio esperándola. El silencio fue un poco corto debido a que Braulio platicaba algunas cosas de la oficina que necesitaba checar mañana a primera hora, dentro del automóvil que manejaba relajado por las calles de la ciudad que no mostraban mucho movimiento por ser el día que es, solo algunos desvelados y entre ellos, ellos dos, deambulaban por las calles de esa ciudad.

— Aquí dobla a la derecha...

Isabela le había ido anunciando donde doblar para ir a su departamento desde hace dos minutos y dejaron la conversación laboral de lado.

— Sabes te he dejado mucho tiempo sola con el ogro de mi hermano, pero te prometo que las cosas volverán a la normalidad — dijo estacionándose frente al edificio. Isabela lo miro un momento en silencio por su comentario, pese a lo que él dice no ve a Bruno como un ogro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.