Bruno esperaba en su oficina a que dieran las siete, desde que llegó se encerró sin querer ver a nadie, Pablo le llamó para avisarle que Isabela fue dada de alta, se movía inquieto pensando que debía hacer, Isabela era para él más importante de lo que debía serlo, no estaba para esas situaciones, el amor lo había dejado de lado hace un tiempo y ahora se amotinaba en pensamientos negativos que le gritaban que debía tomar sus cosas y retirarse, pero sus obligaciones en esa empresa y su promesa a su padre lo dejan entre la espada y la pared. Harto dejo caer su mano en el escritorio, no se había dado cuenta de que era observado desde hace unos minutos.
— Es una mala noche...
Escucho la voz que deseaba no oír el resto de su vida, alzó la vista y se topó con esos ojos que deseaba olvidar para siempre, la dueña de sus peores momentos se paraba ahí mirándolo como si nada, vestida de azul y blanco, con un vestido clásico, elegante, armonioso a su cuerpo, Tara Bold, rubia ceniza, ojos color verde, sutil, elegante, con el orgullo en piel con sus labios rojo carmesí, era perfecta para quien la viera, pero para Bruno significaba lo peor de él.
— ¿Qué haces aquí? — dice poniéndose de pie mirándola duramente, tensó sus manos y las apretó de golpe.
— Ese el recibimiento que le das a tu esposa — dice acercándose, contoneándose con elegancia en ese par de tacones rojos que porta con orgullo.
— Ya no eres mi esposa, nunca lo fuiste... me engañaste — dice entre dientes Bruno.
— Estos papeles dicen lo contrario — dice aventándolos sobre su escritorio. Bruno los ve y los reconoce son los papeles de divorcio que le había enviado por sexta vez.
— No entiendo por qué estás aquí y no sé por qué aún no firmas esos malditos papeles — dice jalándose el saco, estaba perdiendo el control ante ella.
— Si contestaras mis llamadas alguna vez — dice con ironía.
— Aún no sé cómo consigues mi número, Tara creo que he sido claro contigo ¿Cuántos años más vas a querer que esto siga? — dice dejándose caer en su silla. Tenía que controlarse o las cosas se irían al demonio una vez más.
— Bruno, mi amor... yo soy la única mujer que te amara siempre... con todo y tus demonios, yo soy la mujer de tu vida — dice con soberbia cargada de orgullo.
—No deseo estar a tu lado... — dice mirando sus manos. Estaba empezando a pasar el aire con dificultad, pesadamente subía y bajaba su pecho.
— Lo que paso, lo que tuve que hacer para tenerte bien, debes perdonarme yo solo buscaba tu bien, todo lo que hice lo hice por amor Bruno — dice abnegada y cariñosa, pero él no cree más en esas palabras.
— Vete... — dice secamente sin mirarla — Vete o no sé sí...
— Me atacarás como ese día... — dice ella asustada, pero Bruno sabe que está disfrutándolo.
— No estoy loco... — dice él apretando sus manos.
— No mi amor nadie dice eso, solo déjame cuidar de ti... — dice poniéndose de pie, Bruno se levanta por inercia y se aleja. Ella sonríe.
— No lo volveré a decir, vete Tara...
— Corazón podemos...
— ¡Que te vayas no escuchaste! — grita Pablo desde la puerta, ambos le ven sorprendidos. Bruno aprovecha el momento y sale bruscamente de la oficina, Pablo lo deja pasar y cuando ve que ella quiere seguirlo se interpone en su camino.
— Déjame pasar poco hombre — dice cambiando su mirada a una con recelo y odio.
— Lárgate víbora de dos cabezas, tan poco te duro la luna de miel con el pobre ingrato que engatusaste. — reclama él. Pablo la odia con todo su ser, sabe que tenía meses sin buscarlo porque se había encontrado a alguien más, pero como era de esperarse siempre los espantaba cuando la conocían realmente.
— No sé de qué hablas, siempre me has tenido envidia de que él me ama a mí...
— Ya vas a empezar con tus celos absurdos y enfermizos, él y yo somos buenos amigos y eso si es real no como tú y ese matrimonio falso, te amó... tiempo pasado, y aún lo tengo en dudas porque eres una artimaña de persona, hablas de matrimonio, lo engañaste para que se casara contigo... te aprovechaste de la situación — dice con coraje.
— Yo no hice nada de lo que dices él se casó conmigo por amor. Eres un error para la humanidad, no debiste ni siquiera haber nacido... enamorado de tu mejor amigo, eso está mal — arremete.
— Vas a seguir con esas tonterías, tú no sabes lo que es una amistad ni siquiera sabes lo que es el amor, así que vete o no me obligues a que se me olvide mi educación y te saque arrastras de este lugar — dice mirándola retadoramente.
— Él volverá conmigo, sabes perfectamente que nadie... pero nadie podrá amarlo como yo...
Tara se va como si hubiera triunfado, ha Pablo le hierbe la sangre de escuchar su taconeo, con ese paso lento y marcado que hace, se recompone y busca a Bruno, el único lugar que cree es la azotea, y así es, su amigo está con la mirada perdida en las luces de los edificios, puede ver como su cuerpo está tenso.
— Bruno...
— Estuve a punto de perder el control — dice abrazando su cuerpo y quitándose el saco de golpe y aventándolo lejos.