Al parecer Pablo y Xiomara tenían los mismos gustos que no batallaron en escoger el bar más ambientado de la noche, ambos querían platicar, pero se les daba bien eso de convivir con mucha gente a su alrededor.
— Entonces me estás diciendo que el pesado de Braulio te ha estado intentando ligar — dice tomando un trago a su tercer Martini.
— Pues no tengo otra explicación, no he podido decirle los motivos reales por los que no puedo estar ligando con él, porque seria echar de cabeza a Isa, él se pasó de la raya la última vez y esa foto que me mostraste es de esa vez, yo no lo bese... el ángulo de esa foto tiene toda la malicia encima — dice moviendo su Cosmopolita de un lado a otro.
— Debemos saber quién tomo la foto, yo solo borre el correo sin darle importancia de quien lo mandaba, no tuve oportunidad de leer la verdad, ahora me arrepiento... pero bueno, entonces dime que vamos a hacer, Isa debe de saber que clase de hombre es Braulio, pero siento que le romperá el corazón enterarse — dice algo frustrado.
— En estos momentos ya lo dudo, hable con ella antes de que Bruno llegara y déjame decirte que tu amigo hace que las hormonas de mi amiga anden al tope, me dijo cosas que jamás me había dicho ni de Braulio — dice tomando el último trago de su bebida y alzando la mano al mesero para que le traiga otro igual.
— Me encantaría que ambos terminaran juntos, que Bruno olvidé el pasado y sea feliz con Isa — dice mirando con nostalgia su bebida, recuerda a la rubia odiosa que tuvo el desagrado de volver a ver.
— Pues... brindo porque así sea —dice Xiomara sonriendo, Pablo la ve y se contagia, la música comienza a sonar y ella le invita a bailar, él no pierde el tiempo y la sigue. Ambos no se dan cuenta de que alguien los ve desde el otro lado del bar.
Mientras ellos bailan al ritmo de la música, Isabela se debate entre la cordura y la locura del momento que vive en brazos de Bruno, los besos habían subido de tono con ligeras caricias que invadían un poco su cuerpo debajo de la playera que lleva aún puesta, el mayor la ha arrinconado contra el sillón después de girarse sobre ella, Isabela disfruta de sus caricias tan delicadas y que poco a poco han demandado de su piel, en un momento de confianza abre sus piernas dejando que él se acomode mejor, Bruno invade aún más el espacio personal de Isa juntando su pelvi a la de ella mostrando que los besos no son lo único que despierta en él. Isabela puede sentirlo, puede sentir ese calor que no sentía en años, desea a Bruno y el miedo no la está haciendo presa, Bruno por su parte intenta detenerse, pero la piel de Isa se siente tan bien, tan suave, tan tersa que no puede dejar de tocarla, se mueve un poco consiente que una erección está apareciendo cada vez más imponente sin control, fricciona el cuerpo de Isa y ella suelta un ligero gemido que lo vuelve loco, deja de besarla cuando su celular comienza a sonar para apoyarse en su pecho, intenta controlarse siendo consciente de la posición en la que esta y lo que está haciendo, la realidad lo golpea duramente, y la respiración agitada de Isabela es más arrulladora ahora que está en su pecho escuchado su corazón acelerado.
— Perdón — dice él alejándose un poco para verla a los ojos, la realidad llega como balde de agua helada a ella creyendo que él se ha arrepentido, intenta componerse de lo que está sintiendo sin verse algo incomoda y fuera de lugar en su propia casa — No apague el celular— dice Bruno sonriendo, Isabela sonríe nerviosa. Él se pone de pie y revisa su celular para después apagarlo, Isabela se sienta en el sillón llevando sus rodillas al pecho y acomoda su cabello que debe de ser un desastre, el silencio es algo pesado mientras él mira de un lado a otro intentando procesar lo que acaba de hacer.
— ¿Quieres algo de tomar? — pregunta Isabela después de no saber que más hacer. Él la mira y relaja el cuerpo.
— Creo que debería irme, es tarde y debes descansar — dice tomando su saco del sillón, la mira por un instante y camina hacia la puerta, Isabela aun perdida en sus pensamientos se pone de pie deprisa cuando lo ve en la puerta.
— No iré en tres días al trabajo por petición del médico — dice acercándose a él.
— Muy bien, debes hacer caso a lo que el médico diga... — abre la puerta y cruza el umbral, se detiene un poco y se gira hacia ella sin decir nada más.
Está— Por favor... sé que lo que acaba de pasar esta fuera de lugar pero... no me arrepiento — dice Isabela apresurada, no sabe que está haciendo, pero desea hacerlo entender que no está mal para ella lo que acaba de pasar. Bruno la mira solamente en silencio. Isa no sabe que hacer para que él diga algo más. Un sentimiento amargo la está haciendo sentir muy mal, tal vez provoco todo y se siente muy mal de solo pensarlo y él simplemente está arrepentido.
Esta tan metida en sus pensamientos que no se da cuenta cuando él se acerca a ella y la toma de la barbilla para que lo vea, en un momento había empezado a ver el piso y a mover sus piernas con nerviosismo que para él no paso desapercibido.
— Yo tampoco me arrepiento, pero... no está bien que esté en tu departamento a esta hora de la noche, nos vemos mañana — dice él, Isa balbucea intentando decir algo coherente, pero está tan asombrada de lo que escucha, Bruno deposita un ligero beso en la comisura de sus labios y se retira.
Isabela se abraza al marco de la puerta para verlo irse, él gira ligeramente para verla y simplemente continuar, su corazón está palpitando con fuerza por él, sin duda alguna, ahora está más que segura de lo que Bruno provoca en ella, no tiene una palabra sólida, pero lo que siente es real. Las palabras de Xiomara aún siguen en su cabeza, Braulio llega de golpe a su mente haciéndola entrar a su departamento después de seguir en la puerta perdida en el recuerdo del beso, cierra la puerta se siente en el sillón y medita. Braulio ha sido quien ocupa su mente desde hace años, se ha imaginado más de una vez una vida con él, pero él jamás la ha visto de otra manera.