Desde aquel momento

C21-Enamorada de mi...

Pablo estaba harto de pasar a limpio los oficios que dejó Bruno mal trazados en hojas blancas, el gemelo pocas veces hacia algo así, solo en los días de mayor estrés tenía esa manía, pero ahora, dejarlo por irse así nada más, no era común en él, pero tenía que soportarlo, ya que no duda que es con Isabela con quien esta, el rubio no deseaba quedarse más tiempo del normal en esa oficina, tiene un presentimiento y casi nunca falla.

— Pablo, puedo hablar contigo — una voz varonil cruzo su momento de angustia al no poder descifrar una palabra, pero es que Bruno no fue doctor porque no quiso, su letra cumplía con los requisitos.

— Estoy ocupado — dice sin mirar a Braulio.

— Por favor...

La súplica lo hizo alzar la vista y el suelo se movió bajo sus pies llevándose su paz, Carlos estaba ahí, mirándolo detrás de Braulio Campos.

— ¿Qué se te ofrece? — dice dejando por un momento el teclado, sin mirar más haya que la imagen de Braulio.

— Carlos estará aquí para apoyarnos en tres proyectos de marketing que tenemos, porque el cliente así lo solicita, sé que Bruno tiene los papeles y necesito que se le entregue una copia a Carlos — dice con mucho tacto.

Está bien, déjame los nombres de los proyectos y le haré llegar una copia, me apuntas aquí la dirección del lugar donde deseas que te mande las copias — dice sin interés.

—En realidad, estaré aquí el tiempo que sea necesario — concluye Carlos. Pablo alza la vista a sus ojos y de inmediato mira a Braulio que solo encoge los hombros.

— Vale... te los haré llegar a tu oficina, porque supongo que tendrás una en este edificio — dice recargándose en el asiento.

— Sí, estará en el cuarto piso junto al área de producción — dice con calma Braulio.

— Ok — contesta secamente el rubio. Carlos lo observa con nostalgia y eso hace que Pablo se gire al papel frente a él.

— Nos retiramos — dice Braulio.

Al sentirse solo Pablo coloca una mano en su pecho y comienza a sobarlo con cierta rapidez.

— No, no... no... Definitivamente ¡No! Estúpido corazón.

Mientras tanto Isabela miraba con atención a Bruno que lavaba los platos del desayuno, había insistido tanto que ella no pudo hacerlo a un lado. Aquel hombre imponente en traje de tres piezas, con el cabello perfectamente peinado, ahora portaba su mandil favorito, lavando con cuidado y esmero los platos.

— ¿Acaso es tan asombroso verme lavar un par de platos? — pregunta Bruno sin verla, Isabela se incorpora de inmediato, se había recargado en la encimera de la cocina para verlo.

— Lo sorprendente es en donde los estás lavando... — dice ella sonriendo.

— Puedes acostumbrarte si deseas — contesta él. Isabela abre los ojos sorprendida.

— Espero no te arrepientas — dice ella saliendo de la cocina para terminar de acomodar el comedor, con una sonrisa boba en sus labios.

Bruno sale de la cocina secándose las manos, se acerca a su celular y lo enciende, comienzan las notificaciones a sonar una tras otra, frunce el ceño y eso no pasa desapercibido para ella mientras dobla los manteles individuales que usaron.

— Necesito salir de la ciudad, dedo volver a mi ciudad — dice Bruno colocando su celular de nuevo de donde lo tomó.

— ¿Algún problema? — pregunta ella con cuidado.

— Negocios que debo atender... nada de preocuparse — dice besando su frente antes para después desdoblar sus mangas.

Isabella desea preguntar más, pero las palabras se le atoran en la garganta, pena, tal vez, pero ella no quiere forzar la situación, Bruno es serio y reservado, así que lo deja pasar y solo contesta que está bien.

Bruno no dice más no porque no quiera compartir sus cosas, pero no es el momento para asustarla ni preocuparla. Ajusta los botones de las muñecas toma su saco y se gira para ver a Isa que le ha seguido en silencio, él sonríe y se acerca a ella para besar sus labios y despedirse.

— ¿Cuándo te irás? — pregunta al fin.

— Mañana mismo para regresar lo más pronto posible, no creo tardar más de dos días — dice él con calma. Isabela sonríe un poco.

— Entonces serán 3 días, ya estaré de vuelta en la oficina — dice ella animándose un poco.

— Así es... trataré de estar antes — dice abrazándola.

Puede que sean ideas de Isabela, tiene un poco más de media hora que él ha dejado el departamento y no puede dejar de pensar en que él no estará en la ciudad, no puede decir que es miedo, pero un sentimiento no muy agradable se ha instalado en su pecho.

El sentimiento nunca se fue, después de dos días de puras llamas y mensajes, el tercer día es el infierno, ya que no sabe nada de él, atosiga a Pablo con tantas preguntas por mensaje que el rubio solo niega con la cabeza cuando se ven por la mañana, aunque duela admitirlo, él tampoco sabe nada, pero la consuela diciéndole que, si él prometió volver en tres días, así será.

—Isabela, debe ser el trabajo, pero tal vez no sé, tal vez viene en camino y por eso no se ha comunicado — dice sonriendo, aunque él también está muy preocupado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.