Bruno contemplaba el cuerpo de Isabela, su cabello se arremolinaba en la almohada y su piel quedaba expuesta, la sabana la cubría con delicadeza. Permanecía en silencio sentado cerca de la ventana, miraba el cielo que comenzaba a tintarse del amanecer, las palabras de Isabela hacen eco aun en su cabeza, no contestó nada, solo la había abrazado con fuerza y besado. Había avanzado demasiado con ella, las cosas se precipitaron desde el día uno, pero no es que rechace la idea de amarla, es solo ese miedo tonto que atormenta su cabeza una vez más, junto a la verdad que debe salir a la luz, debe decirle su situación, debe prevenirla, porque si no lo hace será blanco fácil cuando la rubia se entere de que está con ella, se mueve incómodo en la silla y se recarga dejado caer su cabeza hacia atrás, mira el techo y cierra los ojos.
La vida no había sido fácil para él, vivir con sus crisis desde niño y sin que nadie diera un diagnóstico certero, años tuvieron que pasar para poderle dar nombre a lo que le pasaba. Sus miedos son válidos, se lo ha repetido por años, ahora la tiene a ella y no contaba con ello, ¿Qué hará ahora?
El día siguiente llegó de golpe con una tormenta un poco rara, tomó por sorpresa a toda la ciudad y las calles estaban abarrotadas por el tráfico, algunos no pudieron salir de casa, por ello la empresa solo trabajo media jornada con las personas que pudieron llegar. Uno de ellos era Pablo, los días lluviosos para él eran magníficos para trabajar así que tecleaba los informes y algunos pendientes antes de que lo corrieran del edificio, Bruno había sido corto, pero conciso cuando anuncio que no llegaría y estaría con Isabela, el rubio solo se burló de él, la nostalgia lo golpeo un poco. Estaba solo en esa ciudad, Xiomara tampoco estaba y para sus males Braulio estaba ahí, en su oficina, pero ahí en su espacio a metros de él.
— Debemos cerrar ya, así que deja lo que estás haciendo, la tormenta arreciara por la tarde y lo mejor es estar resguardados — dice Braulio desde la puerta.
— Solo un oficio más y salgo — contesta sin verlo.
— ¿Por qué Bruno no está aquí? — pregunta y Pablo puede sentir la molestia en sus palabras.
— Tenía cosas que hacer más interesantes que ver la lluvia desde esta oficina — contesta de igual modo.
— Le proteges demasiado, le cuidas demasiado, aún no puedo creer que ustedes sean amigos — dice con fastidio entrando a la oficina. Pablo le mira y su rostro solo puede gritar «Aquí vamos de nuevo, en serio...»
— Te recuerdo que tú fuiste un cabrón insensible... — dice secamente poniéndose de pie apagando todo, no se quedará ahí escuchando sus quejas.
— Solo porque no te correspondí no significa que sea un ¨cabron insensible¨ — dice colocándose entre él y la salida.
— Éramos amigos, fui sincero con mis sentimientos y tú, no solo te burlaste, me hiciste la vida imposible después de eso, te corrijo, eres ¡un señor cabrón insensible!, y tu hermano me brindo su amistas, su empatía y sobre todas las cosas, respeto.
Braulio se molesta por la forma en que habla de Bruno. Pablo pasa de su lado y sigue hacia el elevador, pero él sale detrás.
— Lo que pasa es que se te dio muy fácil irte con él, al ser idénticos. En él, me viste, pero al final de todo, él tampoco te correspondió y aun así sigues a su lado — soltó, Pablo sintió un golpe en la boca del estómago al escucharlo.
— ¡Cómo te atreves! Yo no estoy enamorado de Bruno, pero sí, hubiera preferido mil veces haberme fijado en él y no en ti — recrimina regresando sus pasos.
— ¡Todos! Todos prefieren a Bruno, papá siempre lo prefirió, hasta después de muerto lo prefiere, y yo... y yo ¿Qué? — dice con frustración, Pablo puede mirar que la conversación no es tan superficial como él lo estaba tomando, realmente había algo más en sus palabras.
— Braulio... — dice acercándose hasta él, intenta tocar su hombro, pero él le huye.
— Eras mi mejor amigo, éramos jóvenes, no supe como lidiar con todo esto — dice señalando entre ambos.
— Éramos jóvenes tienes razón, yo sé...
— Perdóname — le interrumpió Braulio — Me tomó por sorpresa, me dio coraje, quise... yo quise hablar contigo, pero te empecé a ver con Bruno, me hiciste de lado solo por mi reacción, te quería, y estaba confundido, pensando que tal vez, si te hubiera correspondido no te hubieras alejado de mí...— dice algo roto.
— No seas tonto — contesta Pablo logrando que Braulio lo vea a los ojos — Claro que me ilusionaba la idea que me correspondieras, era un adolescente hormonal, pero no confesé mis sentimientos por eso, ya no podía, sentía que me estaba asfixiando en mis propias mentiras, el fingir que me gustaban las mismas chicas que tú, el tener que salir con alguien para estar en citas dobles contigo, el mentirme a mi mismo, a mis padres, a todo mundo, vivía en una mentira Braulio, el decírtelo a ti, fue simplemente mi escape, decidí confesarte mis sentimientos, porque era lo único real que tenía, pero no deseaba perderte... pero aquí estamos. Los dos perdimos, lamento ser aun cruel contigo, prometo dejarlo de lado, prometo intentar si tú deseas y tener una amistad, por el tiempo que dure yo aquí — dice algo envuelto en sus mismos sentimientos. Braulio se queda en silencio y después tiende su mano para que el rubio la estreche, Pablo lo hace, las luces comienzan a tintinear.