Desde aquel momento

C25-Lo recuerdo...

Bruno había entrado a ver a Pablo desde hace diez minutos, Isabela se movía incomoda en la silla donde esperaba, Xiomara había ido a la oficina a checar unos pendientes, al tener a los dos jefes fuera, su área estaba muy movida y tenía que apoyar, le aclaró que le llamara cuando supiera el estado de Pablo.

Mientras tanto Bruno miraba a su amigo inconsciente, sedado por tantos medicamentos, era abrumador para él estar ahí, Pablo le entendería perfectamente si no estuviera. Pero había cosas que jamás se perdonaría y una de ellas era el no estar a lado de su buen amigo. Bruno no tenía experiencias agradable en hospitales, ni clínicas, nada del ámbito médico. Observó solo unos minutos más a su fiel amigo y sutilmente palmeo su mano esperando que reconociera el gesto.

Salió de la habitación con cuidado, suspiró pesadamente cuando estaba en el pasillo, caminó rumbo a la sala donde dejó a Isabela, pero su suerte cambiaba a cada paso que daba, Tara lo esperaba al final del único pasillo que lo sacaría de ahí.

—Te exijo que dejes a esa mujer — dijo interrumpiendo sus pasos —Tu amante, es desagradable que me hagas esto. Estoy aquí junto a tu madre apoyándola lo menos que merezco es respeto de tu parte Bruno.

—Hace años que no somos nada, un papel que no has deseado firmar es lo único que tienes, no te acerques a ella.

—¿O qué? Ella no debe de conocer tu oscuro pasado ¿qué pensará si le cuento todo? Le digo lo ruin que fuiste conmigo, el daño que me hiciste. Y todo eso que le puedes hacer a ella —. Se llenó la boca de rencor escupiéndole con veneno cada palabra, Tara era una mujer de cuidado y él perfectamente lo sabía.

—Jamás me voy a enorgullecer de lo que paso, pero eso es consecuencia de lo que tú me hiciste a mí, eres un ser despreciable — dijo Bruno mirándola con desdén estaba perdiendo la poca paciencia que puede tener hacia ella.

—¿Yo un ser despreciable? Te recuerdo que tú me hiciste daño, me lastimaste. Y para tu desgracia soy la única mujer capaz de perdonarte, esa niñita nunca estaría contigo si supiera el monstruo que puedes llegar a ser.

Bruno no pudo seguir escuchándola, se alejó de ella antes de perder los estribos. Caminó hasta donde Isabela lo esperaba, sin decir nada la tomó de la mano, ella sin poner objeción lo siguió, comprendió por qué la llevaba así cuando miró a Tara cerca de ellos. La mujer la observó de una manera extraña que podía rayar en la locura. Cuando estuvieron en la parte exterior del hospital él dejó de caminar y se detuvieron sentándose en una jardinera.

—¿Cómo está, Pablo? —preguntó Isabela.

—Igual, inconsciente. Tiene buen semblante, esperaba verlo un poco más golpeado, pero las heridas visualmente no son tan aparatosas, el golpe de la cabeza es lo que realmente importa como dijo el médico, yo solo quiero que esto termine. No me dejaron ver a Braulio al parecer aun las visitas con él no son posibles.

—Solo queda esperar entonces — contestó ella pegando su cuerpo a él, Bruno sonrió por el gesto, realmente se sentía bien estar con ella, pero la presencia de Tara le causaba estragos, en la primera oportunidad que tenga ella puede decirle tantas cosas sobre él, y ni siquiera puede iniciar una conversación sobre ello con Isabela.

—Lo mejor es que esperes en el departamento o en la oficina, estar los dos aquí es desgastante —soltó él, Isabela se incorporó para verlo.

—No me quieres aquí contigo —dijo algo dolida por escucharlo.

—Me hace bien tenerte, pero esta mi madre y esta ella. No deseo que te traten mal.

—Estaré bien, si es necesario que esté en la oficina, iré. Pero solo si es muy urgente — dijo ella tratando de animarlo y dándole poca importancia a lo que él dijo.

Después de esa conversación las cosas quedaron a medias por parte de Bruno, la semana se desarrolló como Isabela dijo, entre el hospital y la oficina, ella corría a primera hora por todos los pendientes y pasaba al hospital para que él revisara y firmara. Las visitas de Bruno a la oficina eran solo con cita, algo que fuera muy necesario.

La salud de Pablo mejoraba, pero no presentaba signos de despertar pronto, los doctores le decían que la inflamación estaba bajando, pero muy poco cada día. Y no querían precipitarse, decidieron dejarlo más tiempo inducido en el coma.

Braulio a los días era consciente de su situación, su pierna no estaba progresando como él, y aunque su madre fue muy pesimista, él había tomado el tema mejor.

—Servicio al cuarto — escuchó Braulio mientras miraba hacia la ventana, sonrió cuando se dio cuenta de que era Xiomara.

—Hola — dijo él.

—Tienes buen semblante —ella se acercó para verlo mejor, había tenido que mentir para poder pasar.

—Debo agradecer el cumplido, me siento como si una estampida hubiera pasado sobre mí.

—Yo diría que un tren —. Xiomara lo miró con una sonrisa en sus labios, Braulio no pudo evitar sonreír por ello.

—Sabes... —. Braulio señaló que se acercara hacia él

—Dime Braulio —dijo ella acercándose a su rostro.

—Cuando paso todo esto, realmente vi mi vida pasar, y sabes que vi también...

—¿Qué? —dijo ella curiosa siguiéndole el juego.




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