IZAN
“No viviré contigo, obviamente no creo que haya sido una oferta correcta porque no nos conocemos, pero, después de pensarlo toda la noche, creo que debo aceptar lo del departamento, así que sí, me mudaré de aquí.
-Violetta”.
—Tenía como cinco años sin verte todos los dientes. —Laura entra a mi oficina con los documentos que le pedí y justo me encontró respondiendo el mensaje de Violetta—. ¿Por qué estás tan feliz?
—Violetta aceptó mudarse a un departamento mejor, ya le pedí que empacara. —Tomo los documentos que me ofrece.
—Era obvio que aceptaría eso, ¿en serio le pediste que viviera contigo?
Me río. Seguro Violetta lo comentó con Marina, porque yo ni se lo conté ayer a Laura, estaba tan ansioso y feliz con saber que seré padre que lo olvidé.
—La verdad lo hice por impulso. —Me defiendo, aclarando mi garganta—. Ya veo que entre tú y Marina se cuentan los chismes.
—Para tu información, lo hablamos las tres anoche, justo cuando te fuiste. Y, que sepas, fue gracias a mí que Violetta aceptó, tengo poder de convencimiento. —Se sienta en el sofá de la oficina y suspira—. Marina fue la que se negó, alegando que si te preocupaba la seguridad de Violetta, la llevaría a vivir con ella, pero Violetta parece ser la mujer más rejega del mundo porque le dijo que no, que mejor aceptaría irse a un nuevo departamento.
—Supongo que la situación no es de su agrado. —La sonrisa se me va borrando, pensando en que esto está siendo muy egoísta de mi parte.
Laura se burla de mi cara.
—Ya, tranquilo, ella no es así por eso, tonto, Marina me contó que siempre se ha negado a su ayuda porque se siente inútil, contigo ha sido la cosa diferente porque está esperando a tu hijo y sabe que tienes la potestad de buscar que esté cómoda. —Se acomoda su rubio cabello para atrás—. ¿Puedes creer que el tipejo que tenía por novio la dejó y el desgraciado le robó todos sus ahorros?
No entiendo el cambio de tema, aun así logra llamar mi atención, pero obviamente no se lo dejo saber. Es más, finjo leer los documentos y que no me importa.
Porque no me importa, ¿verdad?
—La pobre le confió su clave de tarjeta y el hijo de su hermosa madre se la vació para irse con la amante.
—Laura, creo que yo no tengo por qué saber eso.
—Eso provocó que perdiera su estudio fotográfico, hace fotos muy lindas, por cierto, estoy pensando en contratarla para algunos posters. —La maldita me ignora. Es que por supuesto que yo no tengo que saber eso, pero ella parece muy decidida a contarme toda la historia—. El malparido le dijo que estaba pagando el alquiler, el agua y la luz, pero era mentira, debía como seis meses de esos servicios y casi el año de alquiler que había estado evadiendo con el casero, llenándolo de mentiras.
—Qué cabrón ese tipo. —Sigo en mi intento fallido de indiferencia.
En realidad ayer pensé mucho en todo. En Violetta y mi hijo, en la situación. Incluso estaba dispuesto a rogarle de rodillas que viviera conmigo en caso de que se negara. En ese departamento no hay nada que se le acerque a la comodidad y con la información que está soltando Laura, lleva rato sin tener servicios básicos. Pobrecita.
Por otro lado, anoche me puse a buscarle un departamento por si acaso. Lo encontré, claro está, y ya lo pagué, me aseguré de que fuera el mejor en toda regla y además está a dos minutos de mi casa para cualquier emergencia.
—Violetta lo ha pasado muy mal, Izan. —Se escucha comprensiva a su situación—. Así que espero que seas un buen futuro esposo.
—¿De qué me estás hablando? —Ahora sí decido prestar más atención.
—Es un chiste, ya vi que estás ignorándome. —Me saca la lengua y se ríe de mí antes de seguir hablando—. Pero sí, por favor no le exijas mucho.
—No tengo por qué exigirle nada —digo porque es la verdad—. Lo que voy a hacer es atender todo lo que necesite y me pida, va a tener a mi hijo, que me exija ella lo que se le dé la gana, más bien.
Laura vuelve a reírse.
—Muy bien, espero que no te arrepientas mucho si de repente te exige una vida contigo.
—Deja de hablar tonterías y mejor terminemos aquí, tenemos que ayudarla con la mudanza y después ir al médico. —Me acomodo en mi silla y vuelvo a los documentos.
Laura y sus ocurrencias siempre serán las mismas, y eso, aunque a veces me saque de quicio, debo admitir que hace de mi vida menos miserable.
Recuerdo que, cuando ocurrió lo de mi enfermedad, yo me aferré a no decirle a mis padres hasta el día que finalmente me hicieron la cirugía, pero Laura estuvo en todo momento conmigo, hasta tuvo la intención que no tuvo Rebecca de quedarse a mi lado en todo el proceso y estar conmigo en mi peor momento. Rebecca simplemente se largó de mi vida cuando supo que, si procedía con mi tratamiento, no podría engendrar hijos. Laura casi la golpea cuando ella se burló de mí al darle como alternativa congelar mi esperma para cuando decidiéramos tenerlos. Aun así yo fui a la clínica y pagué para que protegieran mis muestras con la esperanza de que ella cambiara de opinión.
No obstante, cuando tuve mi cirugía y regresé a casa, los papeles del divorcio estaban en la cama.