IZAN
Despierto, sonriendo como un imbécil, feliz, viendo a Violetta recostada en mi pecho, plácidamente dormida.
Y es que no es la primera vez que la veo en ese estado por la mañana, pero desde que se cambió de habitación la semana pasada, verla me resulta como la imagen más maravillosa que he tenido en mucho tiempo.
Sí, la convencí.
La soledad que he enfrentado en los últimos años ni siquiera la recuerdo ahora. Es curioso, le juré a Laura no volver a involucrarme con nadie, le prometí que mi vida amorosa estaba en el olvido y allá se iba a quedar, pero Violetta, según palabras acertadas de Laura, la regresó para quedarse.
—Me miras mucho. —Deja de fingir que duerme y se ríe, inclinándose para ocultarse en mi pecho—. Si sigues mirándome así, tendré que cobrarte.
—Pagaría el precio. Es más, dame una suscripción para toda la vida, tendríamos buenas fotos en el proceso.
Ella se ríe de mis palabras. Le doy un beso y me levanto para ir a preparar el desayuno. Ella se queda preparándose porque Marina la invitó a pasear mientras Laura y yo nos la pasamos en la empresa viendo lo del evento de aniversario de ZaiPro, en un mes tendremos una gran fiesta y andamos muy apurados porque nos habíamos olvidado todo este tiempo. Por fortuna, ya tenemos la mayoría de cosas. Presentaremos un par de nuevas a aplicaciones, algunas actualizaciones y conviviremos con algunos socios.
Por supuesto, presentaré a Violetta como mi novia y eso me da más gusto. Aunque claro, aún ni siquiera se lo he pedido oficialmente, pero lo haré pronto.
Desayunamos cómodamente mientras hablamos un poco de los preparativos. Ella me pidió ser la fotógrafa pero, tras recordar que su cámara seguía quebrada en su maleta de fotografía, se retractó.
Eso porque se ha negado completamente a que yo le compre una nueva. Dice que lo que le pagaron de las últimas fotos que tomó en el kínder, más lo que le pagaron mi socio y mi hermana, de lo que terminó ahorrando de eso, completará al menos la mitad de una o intentará mandarla a reparar.
—¿Puedo checarla yo?
Levanta una ceja pero luego se encoje de hombros y asiente. Trae su maleta completa y la coloca encima de la mesa, luego de hacer a un lado los platos.
—Se le rompió la lente, la memoria está bien porque es externa y de esas tengo tres.
—¿Y sacaste todas las fotos de ahí?
—No sé, Marina se ofreció a imprimir las del kínder pero dijo que no las borró. —Se va de nuevo a la habitación para ir por su computadora y regresa, encendiéndola. La pone en la mesa, frente a ella—. De una vez las borraré para depurar. Pero, ¿qué dices; tiene arreglo? Aunque, bueno, estar en tres partes es lo menos alentador.
Me fijo qué se dañó además de la lente y me doy cuenta que definitivamente no tiene arreglo, se nota que tiene muchos años, se ve algo vieja y desgastada.
—Llevo desde que tengo veintitrés años con ella —se “defiende” cuando nota que junto mis cejas—. Marina me acompañó a comprarla cuando ahorré lo suficiente.
Baja la mirada y suspira. Ha estado muy sensible pero trata de esconderlo. Yo no tenía mucha idea de qué le aquejaba tanto hasta que la escuché hablando con Marina sobre sus padres. Sobre cómo desearía que estuvieran con ella en momentos como estos y también mencionó que saberla embarazada los haría ponerse felices. Lloró y, cuando salí de mi escondite y me acerqué para consolarla, se limpió las lágrimas. Parecía avergonzada. Esa noche me atreví a preguntar cómo murieron y entonces entendí su miedo a los truenos, ella me lo contó todo.
Dejo la cámara de vuelta en la mesa.
—Marina es como tu familia, ¿no es así? —pregunto, levantándome de mi silla para acercarme a ella y ponerle mis manos en sus hombros.
—Marina es mi mejor amiga en el mundo. —Se ríe entre lágrimas—. Aunque a veces siento que es mi mamá o hermana. Siempre se preocupa por mí y me ayuda cuando más la necesito. A veces no entiendo por qué siempre me anda salvando de todo y sin quejarse.
—Porque eres una persona que merece eso, tonta, ¿por qué más va a ser? —Marina está atrás de nosotros.
Ni siquiera la escuchamos llegar.
Me hace a un lado y abraza ella a Violetta, diciéndole que la quiere muchísimo. Decido dejarlas en su momento para prepararme yo para el trabajo.
Un par de minutos después, Marina me grita que ya se van.
Yo termino de alistarme y me pongo a esperar a Laura en la sala. Reviso algunos correos de gente que ha aceptado ya la invitación al aniversario y también algunos informes de la empresa. Todo parece ir muy bien por el momento.
Dejo el celular en la mesita al tiempo en el que alguien toca la puerta, lo que me parece un poco raro porque tanto Violetta como Laura tienen llaves y además, Laura me dijo hace un momento que se estaba maquillando.
Abro y me atraganto con mi propia saliva al ver de quién se trata.
—Mamá... ¿qué haces aquí?
Achica los ojos pero se ríe.
—Hola, mi amor, también te extrañé. —Me abraza—. Resulta que Jossie me contó lo que has estado haciendo estos meses y entendí tus razones para regalarnos un crucero a tu padre y a mí.