Después del contrato

Un corazon roto

  • Antes que nada, debo agradecerte por tus sinceros sentimientos hacia mí. – Expresa Maximiliano lentamente, procurando cuidar muy bien sus palabras para evitar lastimar a Silvia.

Al escucharla ella sintió como todas sus esperanzas se hacían añicos pues ya intuía lo siguiente que Maximiliano diría y efectivamente así fue.

  • Lamento mucho no poder corresponder tus sentimientos. – Dice con cuidado agregando rápidamente. – Eres una mujer maravillosa, cualquier hombre estaría más que feliz de ser apreciado por ti.
  • Pero tú no eres el caso. – Interrumpe Silvia en un pequeño hilo de voz que amenaza con romperse, Maximiliano se sentía realmente mal por ella, sin embardo sabe que sería peor mentirle o darle ilusiones de algo que nunca podrá ser.
  • Seguramente si otra fuera mi situación, quizás también hubiera sido mi caso, pero la verdad es que mi corazón ya le pertenece a alguien. – Confiesa, es una verdad que solo en un momento como ese donde ella le está hablando con total sinceridad puede dejar salir, pues, aunque al mundo ni a si mismo se lo admite normalmente siente que ahí con ella debe hacerlo.
  • ¿A tu prometida? – Pregunta Silvia ya con silenciosas lagrimas saliendo de sus ojos.
  • Así es. – Confirma Maximiliano. – Veo que sabes de ella. – Comenta amable.
  • La noticia está en todos los medios, quizás era el impulso que necesitaba para confesarte mis sentimientos. – Murmura Silvia. – Cuando vi la noticia pensé que podría ser un matrimonio por conveniencia, eres un hombre practico, así que seguramente de ser así, lo aceptarías, sé que la familia de tu prometida es muy importante en este país, por lo que sería un Matrimonio beneficioso, lo entendía. – Explica limpiando sus lágrimas. – De ser así, yo podría ofrecerte los mismos o quizás más beneficios. – Expone con firmeza. – Pero si lo que ella tiene es tu corazón, entonces no puedo hacer nada. – Determina sintiendo como alma se entristece.
  • Los siento Silvia, si hubiera sabido que tenías esos pensamientos sobre mí, te lo hubiera hablado de ella antes. – Lamenta Maximiliano al ver la tristeza en los ojos de Silvia, no se arrepiente pues sabe que es lo mejor para ella, pero si la entiende, de hecho, puede verse reflejado en ella.
  • Entonces, es cierto, ¿se conocen desde niños? – Pregunta Silvia, queriendo saber un poco sobre la mujer que sin saberlo le produce una gran envidia por tener el amor de ese hombre frente a ella.

Maximiliano duda en hablarle de Sofia, pues no quiere hacerle más daño, pero también cree que es una forma de que ella cierre ese capítulo y pueda encontrar a alguien que la ame.

  • Si, nos conocemos desde que tengo memoria, es una mujer hermosa, dulce, decidida, cuando sonríe sientes que ilumina el mundo o por lo menos mi mundo, tiene mucho carácter, si toma una decisión ira hacia adelante sin más, pero sabe ceder en momentos claves, es inteligente, solidaria y empática, no importa que haga siempre tendrá toda mi atención quisiera poder darle el mundo y que siempre sea feliz, aunque no sea conmigo. – Admite. – A un no sé cómo es que terminamos en esta situación, pero soy el más feliz de saberla mi esposa. – Declara Maximiliano y el corazón de Silvia se rompe, los sentimientos que tiene por esa mujer son mucho más fuertes de lo que ella podría haber imaginado y sabe que ya no hay nada que hacer, ella inicio una carrera que había perdido desde antes de empezar.
  • Ya veo. – Murmura. Para luego darle una sonrisa triste, se podía ver en sus ojos la profunda decepción, aun así, era una mujer fuerte no se iba a derrumbar por eso, al menos confeso sus sentimientos y ya con eso se daba por bien servida.
  • No te molestare más, envíame la invitación a tu boda, iré para conocer a esa maravillosa mujer que conquisto tu corazón. – Dice segura para acercarse a Maximiliano dejar un beso en su mejilla y despedirse. – Adiós Max. – Dice para girarse y salir sin mirar atrás.

Maximiliano se sentía un tanto triste, pero sabía que ella se recuperaría, era lo suficientemente fuerte para hacerlo, como prometió envió la invitación, sin embargo, no obtuvo respuesta por parte de ella y pensó que quizás no se sentía lista para asistir, después de ese día no la volvió a saber de ella, tampoco la busco pues sentía que era mejor así.

Fin del recuerdo.

  • ¿Así que si era tu enamorada? – Inquiere Sofia cruzándose de brazos, después de escuchar atentamente el relato de su esposo.
  • No era mi enamora. – Ríe Maximiliano para jalarla dejándola sentada en su regazo mientras la braza por la cintura. – Solo que estuvo confundida un tiempo, nada más. – Explica con calma. – ¿Celosa? – Pregunta mientras levanta una ceja.
  • Claro que no. – Responde de inmediato Sofia. – Como te lo dije antes, yo soy tu esposa, ninguna mujer merece mis celos. – Afirma mientras le rodea el cuello con sus brazos, pero claro que estaba celosa, el estuvo cuatro años en compañía de esa mujer mismo tiempo en el que ella no sabía nada de él, pero obviamente jamás lo admitiría y aunque Maximiliano lo sabe, también es consciente de que no le conviene decir nada al respecto.
  • Tienes razón. – Sonríe mientas se acerca para besar a su esposa, ya que esta de mejor humor.




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