La puerta del departamento se abrió e ingreso un grupo de chicas a la fiesta que se estaba celebrando en ese momento. Muchos de los presentes llevaban disfraces y, de hecho, las jóvenes que acababan de hacer su aparición también. Todas, excepto una. Su nombre era Kira y no tenía ningún deseo de estar en ese lugar. No es que ella fuera una chica antisocial, sino que aún le estaba siendo muy difícil superar la ruptura con su ex. Por eso, la anfitriona le había insistido tanto para que fuera y ella se sintió en la obligación de asistir, pero no estaba de ánimo para usar ningún disfraz llamativo. Kira no era el tipo de persona que le gustara ser el centro de atención, todo lo contrario, y aún así, se veía espléndida con el sencillo vestido blanco que había escogido para la ocasión.
Puede que en sus planes esa noche estuviera destinada a ser otra noche más. Pero, para alguien en algún rincón escondido esa misma noche había estado plagada de ansiedad. Alguien que había estado esperando por ella.
La anfitriona, una joven morena muy agradable sabía exactamente lo que debía hacer y tenía que darse prisa. Por esta razón, saludó a las invitadas lo más rápido que pudo para así poder guiar a Kira hasta un pasillo donde la música de fondo les permitiera hablar.
—Quiero presentarte a alguien muy especial —soltó enseñando sus blancos dientes como en un anuncio.
Kira se sorprendió.
—No lo sé, Helen, no estoy de ánimo para eso, ya lo sabes, bastante me ha costado venir —respondió.
—No te imaginas lo que te he encontrado —aseguró su amiga y la tomo de los hombros—. Escúchame bien, Kira, está es una de esas oportunidades tan pero tan buenas que no puedes dejar pasar —contó con una emoción contagiosa como si no pudiera contener su dicha.
La joven castaña rió sólo de verla.
—De verdad, te lo juro, Kira, si te casas con este hombre, yo seré la madrina de bodas —exclamó casi con los ojos en blanco como si estuviera teniendo una revelación del futuro.
Kira se llevó una mano a la boca tratando de ocultar una sonora carcajada. Tenía gracia, su ruptura la había dejado destrozada y ahora querían presentarle a su futuro marido.
La morena levantó una mano, juntando su dedo índice y pulgar formando una “o” que pasó en una línea imaginaria delante del rostro risueño de su interlocutora.
—Es perfecto, lo tiene todo —sentenció y besó la punta de los dedos que formaban la “o” haciéndola desaparecer en el aire—. ¡Calidad certificada! —chilló sabiendo que nadie la escucharía con toda esa música resonando.
—¿Y cómo es que estás tan segura? —preguntó Kira entre risas.
—Porque he hecho todas las averiguaciones pertinentes al caso —comentó como si fuera una experta detective—, tenemos un amigo en común que fue el que lo trajó el otro día y pasamos una velada genial. Yo lo ví —apuntó lanzando una mirada de arriba a bajo a un hombre imaginario— y me dije ¡este hombre es perfecto para Kira! Sí, eso me dije y da la casualidad que le hablé de ti —canturreó mientras movía sus hombros como si bailara su victoria—, obvio, después de sonsacarle todo a mi amigo y revisarle todas las redes sociales. —Levantó un dedo—. La seguridad es lo primero. —Movió los dedos en el aire—. Perfecto —repitió— y cuando le empecé a hablar de ti —susurró con una sutileza que lo decía todo antes de dar paso al silencio dramático que se merecía— se mostró muy interesado en conocerte. —Le guinó el ojo dos veces.
—Creo que estás exagerando para variar —contestó Kira.
—Alucinando más bien —apuntó la morena— y mi alucinación está sentado al fondo en la sala de estar, triste porque has llegado jodidamente tarde. Creo que pensó que no ibas a venir porque no querías conocerlo y ha estado tomando whisky toda la noche —narró—. Pobrecito, debió pensar que soy tan tonta como para darte la oportunidad de que te escaquees —soltó a la vez que le lanzaba una sonrisa cómplice a Kira mientras ella arrugaba el entrecejo—. Te conozco muy bien y ya no te quiero ver depre.
La castaña entendió que su amiga tenía un buen punto y tampoco perdía nada por conocer a alguien. Así que ladeó la cabeza brevemente y luego levantó los hombros.
—Vale, pero ¿whisky? —expresó sus dudas—. ¿No me estarás metiendo con un alcohólico?
—Ay, Kira, no trates de encontrar excusas. El pobre ni siquiera les ha prestado atención a las otras chicas, deberías dar las gracias porque te aseguro que se lo han querido comer y yo no he podido estar allí para cuidártelo —le espetó.
—Vale, ¿y qué es lo tan bueno que tiene?
—Pues, básicamente lo tiene todo: dinero, vehículo, un penthouse con unas vistas increíbles. Es alto, con unos ojos azules que parten la tierra y un cabello rojo fuego que me quema de sólo mirarlo —exclamó mientras se abanicaba con la mano—. Y no quiero saber que lleva debajo de esos costosos trajes tan elegantes que viste, eso te lo reservo para ti —apuntó a Kira con un dedo—, porque soy buena amiga y estoy comprometida —específico antes de añadir—, pero en el futuro me gustaría que me dieras algunos detalles. Después de todo, es un hoy por ti, mañana por mí y los años no vienen solos —comentó mientras miraba a su prometido y hacía un gesto de bulto sobre su propio vientre para señalar que su novio había dejado de tener el cuerpo atlético de antes.