Destino de Sangre (libro 10. Nueva Generación)

Cap. 4 Causa y efecto

 

Punta Dorada, agosto-septiembre 2011

Después del incidente con JC, Kelly estaba furiosa, y aunque Ángelo había sido responsable de su ira en incontables ocasiones, era la primera vez que la veía de aquella manera y no tenía ni idea de qué hacer para calmarla, pues temía decir algo que la alterase más, o que el simple hecho de abrir la boca lo hiciese, algo que en las presentes circunstancias lucía en extremo peligroso. Con las cosas así, optó por la mejor política, que a su juicio era la de guardar silencio. No obstante, y aunque lo preocupaba aquella alteración, por otra parte se sentía muy contento, pues el imbécil de Montiel se había mandado a matar él solo y estaba bastante seguro de que no molestaría más a Kelly. Lo que Ángelo no sabía y no se habría imaginado jamás, era que a raíz de todo aquello, sucedería algo por lo que casi habría podido estarle agradecido a JC.

En forma velada, Ángelo le había hecho saber a Renzo a través de Piero, que tomase el camino más largo para llegar a casa, pues le parecía mala idea que Damila viese a su madre en aquel estado, pero Renzo hizo mucho más que eso y tomó el camino del paseo Del Río; como aquella era una avenida muy larga que discurría por toda la orilla de los varios kilómetros del río Karuahy, y Renzo estaba haciendo dicho recorrido con mucha lentitud, Kelly tuvo ocasión de serenarse. A pesar de que era muy temprano aun como para que la zona de entretenimiento estuviese en pleno funcionamiento, Ángelo le dijo a Renzo que se detuviese y entraron a un pequeño local con una terraza techada justo sobre el enorme río. Aquel no era un buen lugar en opinión de los miembros del grupo de seguridad, de manera que Dante pasó un mensaje a Favio para que enviase refuerzos. Entre tanto, la pareja se había sentado y después de un rato, Ángelo se decidió a hablar para terminar de tranquilizar a Kelly, el asunto fue que se pasaron casi toda la tarde allí, y al final, cuando ella estaba mucho más tranquila, él dijo algo que posiblemente en otras circunstancias le habría valido como mínimo una mirada peligrosa.

  • Si ya fueses mi esposa, ese infeliz no podría ir por ahí diciendo estupideces  --  pero luego de decirlo recordó que eso podía ser malo, así que se preparó para la réplica
  • ¿Sabes algo, abogado?
  • Algunas cosas, pero seguramente no lo que vas a decir  --  dijo y se llevó el vaso a la boca
  • Creo que ha llegado el momento de que me des ese otro anillo del que has estado hablando

Ángelo escupió su bebida en todas direcciones, y de hecho casi se había ahogado con la misma, pero no se molestó en ver o reparar el estropicio, sino que la miró con la más auténtica sorpresa.

  • ¿Cómo has dicho?
  • Que a menos que hayas cambiado de opinión, acepto ser tu esposa cuando tú lo dispongas

Dante y Piero que se mantenían a cierta distancia para respetar la privacidad de aquella conversación, el primero detuvo su incansable cháchara y ambos se llevaron las manos a sus bolsillos con rapidez y de forma automática, al escuchar el grito de Ángelo seguido del ruido de la silla al volcarse.

  • ¡Bambina!  --  exclamó poniéndose de pie  --  ¿Estás hablando en serio?  --  preguntó con menos escándalo
  • ¿Tengo cara de estar bromeando?

A continuación Ángelo la sujetó levantándola de la silla, la abrazó y le dio un muy escandaloso beso si se tenía en cuenta el lugar donde estaban, y que a esa hora ya comenzaba a estar muy concurrido.

  • Imagino que la idea cuenta con tu aprobación  --  dijo Kelly en forma divertida

Y ciertamente así era, lo que no sabía Kelly, era que darle autorización a Ángelo para algo que llevaba tanto tiempo queriendo hacer, era el camino más corto para entrar en un torbellino de  apresurada y enloquecedora actividad que comenzaría ese mismo día.

Abandonaron el lugar a toda prisa con Ángelo pegado a su móvil y dándole órdenes a un emocionado Antonio, que sería el primero en enterarse de la feliz noticia, pues sería el encargado de ocuparse de los trámites con el registro.

  • Y todo eso es para ayer, Antonio
  • Sí señor  -- dijo sonriendo antes de cortar la comunicación
  • Abogado…
  • Un segundo, bambina  --  le dijo él, pues ahora intentaba hablar con el joyero de la familia para que le fuesen enviadas, a la mayor brevedad posible, las alianzas matrimoniales

Cuando estaban entrando a Aravera,  ya Kelly se estaba arrepintiendo, pues aquel individuo no había dejado de dar órdenes por todo el camino.

Los chicos habían estado retrasando la cena a la espera de que ellos llegaran, pero cuando pensaron que por algún motivo no habían avisado que comerían fuera, y una vez que Fredo le aseguró a Giulio, y Leo a Nino, que estaban bien, decidieron pasar al comedor y se sorprendieron mucho cuando se estaban sentando y los vieron llegar.

  • ¡Tío!  --  exclamó Giulio
  • ¿Ma, está todo bien?  --  preguntó Damila, ya que Ángelo parecía tener mucha prisa y casi parecía que la traía a rastras
  • Sí, todo bien
  • No, no está bien  --  dijo Ángelo  --  está extraordinariamente bien, porque en dos semanas nos casamos




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