Destino de Sangre (libro 10. Nueva Generación)

Cap. 11 ¿Otra vez?

 

El Valle, diciembre 2011

Paolo cayó hacia atrás víctima de un brutal puñetazo, y un segundo después tenía un cuchillo apuntando a su garganta.

  • Tranquilo, soy yo  --  dijo elevando las manos
  • ¡Maldición Joker!  --  exclamó Silvano  --  ¿Acaso quieres morir?
  • Pregunta estúpida, Lanzini  --  escuchó que decía Evander 
  • Todos los que estamos aquí queremos hacerlo, hermano  --  dijo Damian, pero Silvano no le prestó atención a ninguno, pues seguía mirando a Paolo con ira
  • ¿Qué sucede contigo, infeliz?

Todos los compañeros de Silvano, al igual que sus instructores y Luciano, naturalmente, que lo conocía desde antes, sabían que el peor asunto que alguien podía hacer era tocar a aquel individuo cuando estaba dormido, pues reaccionaba de la peor manera. Paolo recordó con mucho retraso, que el día que Silvano había finalizado su entrenamiento previo, Luciano se había asegurado de la inconciencia del chico antes de proceder a atarlo y que les había advertido aquello.

  • Atención  --  dijo Paolo, pues también sabía que aquella era una orden que ninguno de ellos podía ignorar independientemente de si estaban furiosos o medio dormidos

Una vez que el alerta penetró en el cerebro de Silvano, soltó a Paolo y se enderezó. Paolo también se levantó, y como los demás ya estaban despiertos, procedió a darles la instrucción correspondiente, aunque ahorrándose el detalle más importante.

  • Presentarse en el hangar principal con uniforme de vuelo en cinco  --  dijo y comenzó a caminar hacia la puerta

Silvano miró hacia la veladora para informarse de la hora y maldijo para sus adentros, preguntándose qué les sucedía a aquellos necios que parecían incapaces de respetar el sueño ajeno, pues hacía apenas un par de horas que se había acostado después de una práctica nocturna. Sin embargo, como la anterior había sido de supervivencia y no de vuelo, se limitó a vestirse a toda prisa y a salir en carrera junto con los demás. No obstante, los chicos iban a sorprenderse mucho al ver a tantos agentes en el hangar, y aunque el primer pensamiento de Silvano fue que se trataba de alguna emergencia, preguntándose por el mismo camino si todos los miembros de su familia estaban bien, descartó esta posibilidad casi a la misma velocidad, pues no todos llevaban uniforme de reglamento.

  • Atención  --  escucharon y los seis gimieron para sus adentros, porque si quien dirigía aquella práctica era Luciano, sin duda las próximas dos o tres horas serían lo más parecido a un viajecito al inframundo  --  Caballeros  -- dijo Luciano deteniéndose frente al grupo  y extendiendo la mano hacia una caja que sostenía Paolo  --  Lanzini 
  • Señor  --  dijo Silvano dando un paso al frente
  • A partir de este momento, eres oficialmente Águila 7  --  dijo colocando un broche con unas alas en el pecho del uniforme de Silvano

Aunque Silvano no dijo ni media palabra, el emocionado escándalo en su interior, posiblemente no le habría permitido hacerlo tampoco. Mientras Luciano procedía del mismo modo con los demás que no estaban menos emocionados que Silvano, el resto de los miembros del AA, con ayuda de algunos otros, trabajaba afanosamente en los aviones de los nuevos integrantes, de manera que para cuando Luciano terminó de colocarles los broches, fueron literalmente empujados hacia las naves. De todos ellos, el que tenía nombre incluso antes de ingresar al programa era Silvano, de modo que no se sorprendió para nada al ver la inscripción Ícaro en su nave, mientras que sus compañeros estaban riendo ante los que les habían asignado a ellos.

Evander Damen era Ares, porque este sujeto vivía peleándose con todo el mundo y hasta solo. Stefano Sabatini era Liar, ya que seguía siendo un mentiroso casi tan bueno como Fabiano. Emiliano Vitelli era Spider, debido a que el muchachito aquel era un experto en ADD y lo más frecuente era verlo trepándose por las paredes, aunque no tuviese un motivo para ello. Germain Duprè era Biting, [1] porque tenía una lengua venenosa. Y Damian Barelli era Hellish, [2] pues en su caso, el individuo era simplemente diabólico y todos habían tenido que sufrirlo sin importar cuántos castigos se hubiese rifado. Mientras los muchachos veían sus nombres, repentinamente escucharon el inconfundible sonido que hacía una botella al ser descorchada y a continuación se vieron bañados por el líquido espumante.

  • Algo temprano para beber, señores, y la celebración tendrá que esperar, porque al menos el AA3 conformado por Ícaro, Ares y Liar, sale en quince minutos hacia Punta Dorada que será su nueva base de operaciones

Los chicos no se lo hicieron repetir y salieron en carrera a recoger sus pertenencias dejando las preguntas para después, efectuaron una rápida despedida de sus compañeros y estuvieron dispuestos para partir. En cuanto Silvano recibió el permiso para despegar y estuvo en el aire, una sensación de enorme satisfacción lo invadió. Lo había logrado.

 

Punta Dorada, diciembre 2011

Solo faltaba una semana para el recital y Damila estaba al borde de un ataque, pues en medio de todas las carreras, se habían olvidado del traje, y cuando se probó el de Verónica, notaron que no le iba por ninguna parte, pues ella era más alta y un poco más delgada. Esto último no habría sido tan problemático y con unas cuantas puntadas se habría resuelto, pero no había modo de estirarlo, y en cualquier caso cuando Michel se lo vio, decidió que el diseño no le iba, de manera que habían puesto a correr a la costurera que ya no estaba tan contenta con aquel trabajo por muy bien que le pagasen.




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