Destino de Sangre (libro 10. Nueva Generación)

Cap. 12 ¿Otro más?

 

Punta Dorada, diciembre 2011

Después de una muy caótica cena, Ángelo terminó con indigestión y Giulio casi fue encerrado por Fredo en su habitación, pues cuando iban a mitad de la comida, Damila se había soltado a llorar, y aunque nadie entendió muy bien las razones, entre lo que lograron rescatar de lo que decía, destacaba que Camila le había dicho algo que no captaron, pero que debió ser desagradable, y con independencia de lo que esto pudiese ser, inmediatamente generó la violenta ira de Giulio que quería ir a masacrar a la estúpida mujer. Lo otro que escucharon los que no estaban despotricando en contra de Camila, era algo relacionado con el vestuario, y que podía ir desde que no le gustase hasta que no estuviese listo a tiempo, pero eso no lo entendieron. Para completar todo el cuadro, y para extrañeza de todos, Francesca también comenzó a llorar con desconsuelo, y como era la primera vez que la veían en aquel estado, al menos los Rossi se preocuparon mucho. Como Ángelo tenía en brazos a Damila, Kelly decidió prestar su auxilio a los  desconcertados Rossi haciéndose cargo de Francesca; más tarde les aseguraría que estaba bien y que aquella reacción solo había sido producto del estrés.

Una vez que toda la conmoción había pasado, Ángelo se fue al estudio, se sirvió una copa y la despachó de un solo trago, iba a servirse la segunda cuando la mano de Kelly se posó en su brazo.

  • No creo que eso resuelva nada, abogado
  • Tal vez no, pero me ayuda a pasarlo
  • Ya sé que es algo… estresante, pero…
  • ¿Algo estresante?  --  la interrumpió él en tono de incredulidad
  • Vamos, no es para tanto
  • Disculpa, pero dos chicas deshidratándose a la hora de la comida, es lo que yo calificaría de mucho
  • Ven, vamos a la habitación
  • Creo que necesito algo más de tiempo para superar el mal rato
  • Como quieras  --  dijo y se giró sin agregar nada más, lo que inmediatamente encendió una ruidosa señal de alarma en el cerebro de Ángelo, porque que ella se marchase pacíficamente sin insistir, era malo sin duda alguna  --  Pensándolo bien  --  dijo deteniéndose con la mano en la manilla  --  quizá me lleve a las chicas a mi casa hasta que salgamos del recital y así tendrás ocasión de superar el mal rato.

Ángelo maldijo para sus adentros y se preguntó por enésima vez, cómo era que podía amar a una criatura tan maligna como aquella, pero dejó las consideraciones para después, soltó la copa que terminó por caer al piso y corrió tras Kelly.

Una vez que Kelly se había quedado dormida, Ángelo se levantó y fue a sentarse frente al portátil que tenía en la habitación. Él había desarrollado la costumbre de revisar asuntos pendientes o redactar documentos mientras Kelly dormía; primero, porque le gustaba  verla dormir, y segundo, simplemente porque le gustaba sentir su olor, o escucharla respirar. Kelly sabía que él hacía aquello pensando que ella no se enteraba, y aunque en principio quiso oponerse, luego lo pensó mejor y decidió que no había caso, pues el señor abogado no podía vivir sin el trabajo, y en cualquier caso sabía también que ya no se quedaba toda la noche despierto.

Otra cosa que Kelly sabía, era que muchas mañanas cuando él se quedaba trabajando en la habitación, también conversaba con Marcela, algo que a  ella en particular le agradaba, pues aunque estuvo terriblemente disgustado con ella por el horroroso asunto en el que se había metido con Damiano, Kelly se esforzó en hacerlo entender que aquella pobre chica había sido una víctima de las circunstancias, que no le había hecho daño a nadie, que no se merecía su maltrato o su ira, y que en realidad no había sucedido nada entre ellos, porque Marcela nunca sintió nada por el chico salvo agradecimiento quizá, porque él había sido amable y Kelly sabía en forma personal y directa lo dulce que era Damiano. El asunto era que, aunque había demorado, a Ángelo se le había pasado la ira y había vuelto a hablarle a Marcela.

Ángelo arrugó el entrecejo al sentir que su móvil vibraba, pues aunque no era tan tarde, el ver de quien se trataba no lo hacía especialmente feliz.

  • Presto
  • Estoy en el estudio

Ángelo cerró los ojos con resignación, apagó el portátil, y aunque aquella no era su costumbre, pues nunca abandonaba su habitación sin estar correctamente vestido, en aquella ocasión solo se colocó un batín y bajó. Apenas entró fue conciente de la mirada burlona de Luciano, pero decidió ignorarla.

  • ¿No es algo temprano para que estés en la cama?
  • No es asunto tuyo a qué hora decido dormir  --  dijo de malos modos  --  y aunque sé que tú nunca lo haces, espero que tengas un buen motivo para privarnos del sueño a los demás

Aunque Luciano habría podido decir media docena de cosas desagradables, entre ellas que Ángelo era un mentiroso y que no estaba dormido, porque Favio ya le había dicho que su portátil estaba encendido, no dijo nada en atención a la naturaleza del asunto que lo había llevado hasta allí.

  • ¿Y bien? ¿Dónde está el dispositivo?  --  preguntó Ángelo, pues no había ninguno conectado y de hecho su PC estaba apagado
  • En esta ocasión lo que necesito es que me escuches  --  dijo Luciano sentándose y encendiendo un cigarrillo




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.