Punta Dorada, febrero 2012
Una vez que llegaron a la casa, Gianpaolo abrió la puerta y Damila se fue derecha a la cocina. Gianpaolo la siguió y en forma automática encendió la cafetera.
Damila apenas terminaba de decirle lo sucedido cuando escucharon la puerta y Gianpaolo reaccionó con rapidez levantándose y tirando de Damila para colocarla a su espalda.
Mientras Silvano intentaba tranquilizar a Damila que amenazaba con ponerse histérica, le hizo señas a Gianpaolo para que se sentase, pues casi podía ver el interior de la mente de su compañero y lo que veía era a éste masacrando a su primo, algo que si bien quería hacer él mismo, la diferencia entre ambos era que Silvano no iba a matarlo mientras que Gianpaolo sí, y suponiendo que al igual que él se limitase a apalearlo, a Silvano no iba a sucederle nada, pero Gianpaolo acabaría muerto.
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Entre tanto y en el edificio del Consorcio, Ángelo había entrado a la oficina y Giulio estaba sentado con la cabeza entre las manos.
Los gemelos lo sujetaron y lo hicieron a un lado mientras que Giulio seguía en la misma actitud y casi parecía que no se hubiese enterado de nada, de manera que Ángelo avanzó hacia él y lo sujetó hasta ponerlo de pie. Los chicos habían contenido la respiración, porque, aunque Ángelo nunca en su vida los había golpeado, siempre supieron que ahora que eran hombres y si en algún momento rebasaban el límite de su paciencia, aquello era perfectamente posible, pero ni siquiera Arezio que era el más difícil y volátil se atrevió a moverse.
Y ciertamente debió hacerlo recordando, además, por qué razón y quién era la causante de que estuviese en aquella terrible situación, de modo que tanto su expresión facial como su actitud sufrieron un cambio radical. Los que observaban en silencio vieron que, aunque los rasgos que llevaba en aquel momento no se correspondían con los de su familia, los mismos se habían tensado y los ojos que hasta hacía unos segundos habían reflejado desesperación y tristeza, adquirieron un feroz brillo asesino y comenzaron a danzar enloquecidos.
Luciano miró a los gemelos, pues a fin de cuentas Rosella era tan prima de ellos como Giulio, pero también recordó que a pesar de que el parentesco era incluso más cercano con ella que con Giulio, la lealtad la forjan otras cosas y no solamente la sangre.
Ángelo se dio por satisfecho, al menos de momento, pues lo que le interesaba era despertar el espíritu combativo de Giulio, ya después se ocuparía de recordarle que hay muchas formas de hacerle la vida miserable a alguien y la muerte es la más misericordiosa, una característica ésta última que no los definía a la hora de saldar cuentas.
Sin embargo, y si bien ahora Giulio también estaba furioso, eso no borraba su preocupación con relación a Damila.
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Editado: 27.03.2022