Destino de Sangre (libro 10. Nueva Generación)

Cap. 29 ¿Víctima o culpable?

 

Punta Dorada, febrero 2012

Una vez que llegaron a la casa, Gianpaolo abrió la puerta y Damila se fue derecha a la cocina. Gianpaolo la siguió y en forma automática encendió la cafetera.

  • ¿Y bien Montiel?  --  preguntó sentándose frente a ella

Damila apenas terminaba de decirle lo sucedido cuando escucharon la puerta y Gianpaolo reaccionó con rapidez levantándose y tirando de Damila para colocarla a su espalda.

  • Soy yo, Pool  --  anunció Silvano sabiendo que si asomaba la cabeza se rifaría un balazo en la misma
  • De acuerdo  --  dijo Gianpaolo sin dejar de apuntar hacia la puerta
  • CC  --  dijo Silvano dejándose ver y Damila corrió hacia él
  • No sirvió  --  sollozó la chica  --  hice lo que me dijiste, pero no funcionó y ahora…
  • Shhh…  --  le dijo él  --  a veces las cosas parecen peor de lo que son, CC  --  agregó con suavidad, pero cuando vio a Gianpaolo moverse le hizo un gesto negativo y él se detuvo
  • No soy bastante para él  --  seguía diciendo Damila
  • No digas tonterías, CC

Mientras Silvano intentaba tranquilizar a Damila que amenazaba con ponerse histérica, le hizo señas a Gianpaolo para que se sentase, pues casi podía ver el interior de la mente de su compañero y lo que veía era a éste masacrando a su primo, algo que si bien quería hacer él mismo, la diferencia entre ambos era que Silvano no iba a matarlo mientras que Gianpaolo sí, y suponiendo que al igual que él se limitase a apalearlo, a Silvano no iba a sucederle nada, pero Gianpaolo acabaría muerto.

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Entre tanto y en el edificio del Consorcio, Ángelo había entrado a la oficina y Giulio estaba sentado con la cabeza entre las manos.

  • Tío  --  dijeron los gemelos y tanto ellos como Fredo, en forma sincronizada, se colocaron frente a Giulio
  • A un lado  --  les ordenó él
  • Ángelo en este momento…
  • ¡Apártate Fredo!

Los gemelos lo sujetaron y lo hicieron a un lado mientras que Giulio seguía en la misma actitud y casi parecía que no se hubiese enterado de nada, de manera que Ángelo avanzó hacia él y lo sujetó hasta ponerlo de pie. Los chicos habían contenido la respiración, porque, aunque Ángelo nunca en su vida los había golpeado, siempre supieron que ahora que eran hombres y si en algún momento rebasaban el límite de su paciencia, aquello era perfectamente posible, pero ni siquiera Arezio que era el más difícil y volátil se atrevió a moverse.

  • ¡Giulio!  --  dijo Ángelo sacudiéndolo
  • Tío yo…
  • Cállate y escucha  --  lo interrumpió  --  ya no eres un niño y lo has demostrado en diversas oportunidades, así que deja de sentir lástima por ti, compórtate como el hombre que eres, levanta la cabeza y actúa como un Del Piero
  • Pero tío, Mila debe odiarme en este momento y…
  • Posiblemente y casi seguro --  dijo interrumpiéndolo de nuevo  --  porque te portaste como un imbécil, es verdad, pero es un privilegio que tenemos los hombres y que ejercemos con más frecuencia de la conveniente. No obstante, si bien eres responsable por lo sucedido, no eres el único y la que lo es en mayor medida va a pagar por ello ¿has comprendido?

Y ciertamente debió hacerlo recordando, además, por qué razón y quién era la causante de que estuviese en aquella terrible situación, de modo que tanto su expresión facial como su actitud sufrieron un cambio radical. Los que observaban en silencio vieron que, aunque los rasgos que llevaba en aquel momento no se correspondían con los de su familia, los mismos se habían tensado y los ojos que hasta hacía unos segundos habían reflejado desesperación y tristeza, adquirieron un feroz brillo asesino y comenzaron a danzar enloquecidos.

  • ¡Voy a matar a esa perra desgraciada!  --  vociferó

Luciano miró a los gemelos, pues a fin de cuentas Rosella era tan prima de ellos como Giulio, pero también recordó que a pesar de que el parentesco era incluso más cercano con ella que con Giulio, la lealtad la forjan otras cosas y no solamente la sangre.

Ángelo se dio por satisfecho, al menos de momento, pues lo que le interesaba era despertar el espíritu combativo de Giulio, ya después se ocuparía de recordarle que hay muchas formas de hacerle la vida miserable a alguien y la muerte es la más misericordiosa, una característica ésta última que no los definía a la hora de saldar cuentas.

  • Vamos, debemos volver a casa  --  le dijo

Sin embargo, y si bien ahora Giulio también estaba furioso, eso no borraba su preocupación con relación a Damila.

  • Tío, Mila…
  • Como dije, cometiste una estupidez enorme al darle la oportunidad a Rosella para fastidiarte, de modo que tendrás que pagar por ello  --  le dijo y Giulio compuso expresión de consternación  -- Sí, tendrás que hacerlo tanto si te gusta como si no, así que prepárate para lo que viene, porque si Damila quiere apalearte, bien, pero si quiere pasar un mes sin hablarte…
  • ¡Un mes!  --  exclamó con franco horror
  • Un mes, un año o lo que se le antoje, Giulio  --  dijo con poca compasión  --  tendrás que aguantarte lo mismo, porque se supone que tú la amas y sabes que te equivocaste, así que soportarás en silencio y sin estúpidos ataques de pánico, lo que a ella se le antoje hacer para cobrarte tu crimen ¿está claro?
  • Pero…
  • ¡Sin peros, Giulio Marcelo!  --  exclamó  --  Si yo quiero apalearte por necio, sin duda ella querrá tu cabeza, así  que considérate afortunado de que siquiera se avenga a escucharte si es que lo hace.




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