Destino de Sangre (libro 10. Nueva Generación)

Cap. 30 Crimen y Castigo

 

Punta Dorada, febrero 2012

Kelly escuchó pacientemente la explicación de Ángelo, misma que estaba exenta de juicios, algo que se le hacía muy sencillo debido al ejercicio de su profesión, a pesar de interesarle mucho y tener una opinión absolutamente parcial. Tal y como había supuesto, Kelly encontró a Giulio completamente inocente del hecho aun sin haberlo escuchado a él, pero a la chica en cuestión quería asesinarla, algo que en principio sorprendió a Ángelo, pues normalmente Kelly se mostraba muy poco violenta. Sin embargo, y aunque no lo notaría en forma inmediata, sino mucho después, era otra la que había tomado el control, algo de lo que debió percatarse al no encontrar ni la más mínima oposición a sus órdenes.

Aravera era una casa enorme como ya se ha dicho en diversas oportunidades, y si bien los mayores no habían sentido mucha curiosidad, sino por lo importante, los niños eran otro asunto, pues para ellos había sido una aventura explorar todos los rincones. Sin embargo, no eran los únicos, pues los miembros del grupo de seguridad también lo habían hecho en virtud de su trabajo, y a raíz de la desaparición de los niños a inicios de año, habían efectuado otra revisión aun más exhaustiva que la primera para evitar sorpresas futuras. Debido a lo anterior y siendo que había tres chicos muy inquietos en casa, ahora había más vigilancia dentro de la misma, pero esto no fue impedimento para el desplazamiento de un par de amenazas como ern Gianni y Renzo, con el añadido sumamente peligroso, como lo notarían en el futuro cercano, de Francesco Rossi. Si bien no podían caminar libremente por los pasillos sin ser descubiertos, sí podían trasladarse de un lugar a otro a través de los ductos de ventilación y eso fue lo que hicieron.

Fredo había tenido ciertas dificultades para mantener a Giulio en su habitación y tranquilo, pues seguía queriendo ir a buscar a Damila, pero aun así Fredo lo había logrado.

Una vez que Ángelo había conversado con Kelly, había llamado a Enzo ordenándole preparar uno de los salones para una reunión, después de lo cual se fue a su despacho y se puso en comunicación con Luciano.

  • AG
  • ¿Cómo vas?
  • Cuando lo ordenes
  • Bien, procede entonces

Un momento después, todos los miembros de la familia recibieron la orden de bajar al salón, y Nino que era el que aun no había llegado a la casa, porque estaba acompañando a Ana a la suya y se había demorado más de lo usual, le ordenó al chofer darse mucha prisa.

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La familia Argento era una de las más antiguas y respetadas de El Valle, respeto éste que creció muchísimo por su parentesco con los Del Piero, y en cuanto éstos se erigieron como los amos indiscutidos de la provincia. Bruno Argento, el patriarca de aquella familia, había tenido seis hijos y todos habían terminado trabajando para Guido Del Piero, pero con el tiempo, Guido dotó a aquellos que quisieron independizarse, de los medios para establecer sus propias empresas. A pesar de que todos sabían que los Argento eran parientes de los Del Piero, estos nunca estuvieron al nivel  de los Genovesse quienes eran parientes mucho más cercanos, pero aun así eran tratados con mucho respeto por la comunidad italiana. De los seis hijos de Bruno, solo tres se casaron y tuvieron descendencia, pues de los otros tres, uno murió víctima de la fiebre amarilla que por aquel entonces asolaba al país, otro simplemente no quiso casarse nunca, y el menor se fue al seminario. De los tres que habían perpetuado el apellido, uno tuvo solo dos hijas, mientras que los otros dos habían tenido entre ambos siete varones, pero estos no habían sido tan prolíficos, de manera que en la actualidad, solo había seis varones Argento y dos hembras.

Mariano Argento que en la actualidad era el jefe de la familia, tenía a la fecha 72 años, dos hijos, tres nietos y dos nietas. Bernardo, el hijo mayor de Mariano, era un par de años mayor que Ángelo y era padre de  Camelia y Fiorenzo, mientras que Bruno, el menor y quien había estudiado con Ángelo y con Gianni, era padre de Rosella y de los gemelos Romano y Rodolfo, que al igual que los gemelos Genovesse, le debían esta condición a las fallecidas hermanas de su padre. Mariano había tenido otra hija, Lidia, quien fuese la esposa de Albano, pero ésta había muerto diecinueve años atrás, víctima de un cáncer.

Todos los Argento habían sido invitados a la inauguración y habían asistido, pero Bernardo se había excusado alegando un compromiso contraído con antelación, y si bien era cierto que el mencionado compromiso existía, el mismo había finalizado temprano y él habría tenido oportunidad de llegar, por lo menos a la recepción, pero tenía otro compromiso mucho más placentero y al que no iba a renunciar por llegar a tiempo a la inauguración.

La idea inicial de Ángelo era hacer que Rosella se disculpase con Giulio y con Damila, pero como aquel sujeto era en extremo vengativo y cuando alguien le debía algo solía cobrarlo con los más altos intereses, decidió que aparte de la disculpa, sometería a aquella arpía a una humillación superior, y en su opinión, aun le quedaba a deber, pues nada compensaría la angustia de Giulio ni las lágrimas de Damila.

Después de hablar con Luciano, Ángelo subió a buscar a Kelly, le dijo a Enzo que le avisase a Giulio que se reunirían en el salón, y a Piero que llevase a Damila en cuanto le diese aviso.




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