Destino de Sangre (libro 10. Nueva Generación)

Cap. 32 Castigado

 

Punta Dorada, febrero 2012

Como cabía esperar, a Giulio no le sentó nada bien que Vladislav y Cristian pudiesen ver a Damila cuando él ni siquiera había podido asomarse a la habitación, de manera que comenzó a vociferar toda clase de improperios, y finalmente hizo a un lado a Fredo encaminándose hacia la habitación. Con lo que no contó Giulio, fue con la presencia de otro individuo que estaba mucho más furioso que  él y con él, y que era también mucho más peligroso, algo que resultaría en su  directo perjuicio.

  • ¡Apártate Silvano!  --  le dijo al verlo atravesarse ante la puerta
  • No
  • Es mi novia y nadie tiene derecho a impedirme verla y hablar con ella
  • Veamos, es cierto que es tu novia, pero no es cierto que nadie pueda impedirte verla o hablarle, especialmente si es ella la que no quiere verte  --  dijo con tranquilidad

Giulio podía ser muchas cosas, entre ellas muy inteligente y un excelente negociador, el asunto era que se las estaba viendo con uno que no lo era menos, de modo que después de casi media hora de inútil conversación, ya se estaba hartando.

  • Silvano, todo este lamentable asunto ya quedó aclarado y la lógica indica que lo único que falta es que yo pueda hablar con ella
  • Seguro, pero eso sucederá cuando ella quiera y no cuando lo quieras tú  --  le dijo él con una tranquilidad que Giulio comenzaba a perder  --  Te advertí que nunca podrías obligarla a nada, y por otra parte, la lógica indica  --  puntualizó imitándolo  --  que como fuiste tú el imbécil que cometió el error, tendrás que esperar
  • Esto es ridículo, no hice nada y ambos sabemos que se está comportando como una niña malcriada y…
  • Cierra la boca, Giulio, porque cada segundo que pasa te hundes más  --  dijo en tono peligroso

Ciertamente Giulio guardó silencio, pero a la velocidad de la luz extrajo una filosa daga de su bolsillo. Siendo que Ángelo había sido su modelo a seguir y que él se había esforzado tanto en parecérsele, a los quince años Giulio se había hecho con aquel objeto y había comenzado a llevarlo a todas partes con él, y aunque no era la joya artística que Carlo mandase a fabricar para su hijo, era igualmente mortífera.

  • ¡Giulio! --  exclamó Fredo
  • Apártate Silvano, no te lo voy a repetir
  • ¿En serio?  --  preguntó con sorna y acompañando la pregunta con una fría sonrisa
  • Si crees que no…

Sin embargo, no pudo concluir, pues antes de que lo notase, ya Silvano había sujetado su muñeca, le había llevado el brazo hacia la espalda, y ahora lo forzaba a caminar hacia su habitación.

  • Lección número uno, primo  --  le dijo mientras abría la puerta y lo hacía entrar  --  nunca amenaces a nadie con un arma si no piensas usarla. Lección numero dos, si amenazas, ejecuta, porque si no, ya estás perdido  --  y como no podía faltar la gota de arrogancia, agregó  --  Y lección número tres, nunca amenaces a alguien como yo, porque sabemos que puedo hacerte polvo con una mano atada a la espalda  --  concluyó liberándolo

Aunque la última frase no estaba exenta de la arrogancia que caracterizaba a los miembros de su familia, tampoco era que fuese mentira, pues Silvano se había labrado la fama de ser sumamente peligroso en el combate cuerpo a cuerpo sin importar mucho que su oponente contase con cualquier arma en su poder, pues si no la usaba en forma inmediata, y como acababa de decírselo a su primo, eso solo lo conduciría al desastre

Ya para cuando Silvano lo soltó, Giulio estaba más allá de la simple ira y él era malísimo para manejar sus emociones, algo en lo que también Silvano le llevaba ventaja natural y aprendida.

  • ¡Estúpido infeliz!  --  le gritó yéndosele encima

A Silvano no le supuso ningún esfuerzo esquivar el golpe y  acomodarle un cortés puñetazo.

  • Es mejor que te calmes o terminarás en la clínica, Giulio  --  le advirtió, aunque naturalmente no fue escuchado, y después de medio rozar a Silvano, éste le clavó otro puñetazo esta vez en la mandíbula
  • ¡Silvano!  --  exclamó Fredo
  • No te metas, Atila  --  dijo él aun con fría calma
  • ¡Eres un agente Alfa y no puedes…!
  • En este momento no soy Silvano Lanzini, sino Carlo Del Piero, y como tal, es que voy a conversar con este necio

Para quien estuviese viendo y escuchando, le habría parecido insólito, pues todo lo anterior había sido dicho mientras se peleaba con Giulio. Fredo solicitó apoyo por su DTR, porque aparte de que ya había sido advertido de la peligrosidad de Silvano, acababa de comprobar que tenía pocas posibilidades de detenerlo, pues al intentarlo, se había rifado un doloroso golpe en el pómulo, y sumado a ello, aquel también era un Del Piero al que no podría detener sin lastimar. La desesperación de Fredo creció al ver que Giulio caía al piso después de un izquierdazo de Silvano.

  • ¿Está bien así o seguimos, primo?  --  preguntó recostándose indolentemente de la pared
  • Te voy… a…  matar
  • Avanti  --  le dijo él mientras encendía un cigarrillo
  • Giulio por favor  --  le dijo Fredo acercándose para ayudarlo a ponerse de pie
  • ¡Déjame… en paz!  --  le gritó ahora a Fredo mientras se limpiaba la sangre de la boca
  • Eres necio por convicción, Giulio, ya una vez te advertí que si fastidiabas las cosas con CC, como lo había hecho tío Gianni con Kelly, te rompería hasta el nombre y luego te sacaría el corazón ¿recuerdas?
  • Si piensas… que podrás aprovecharte de esto…  --  estaba diciendo Giulio en forma venenosa mientras se ponía de pie  --  para recuperarla…




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