Punta Dorada, febrero 2012
El lunes en la mañana Giulio tampoco estaba a la vista, y como él siempre acompañaba a Damila a la universidad, Francesca pensó que ella iba a preguntar, pero no lo hizo. Sin embargo, para la tarde y como Giulio seguía sin aparecer, Damila comenzó a preocuparse; como ella había ordenado a todos que ni siquiera lo mencionasen, no tenía posibilidades de enterarse si no preguntaba. No obstante, pensó que no podía haberle sucedido nada malo, pues las flores seguían llegando al igual que los menajes de texto, así que concluyó que debía estar de viaje, porque las tarjetas que venían con las flores no estaban escritas por él. Así llegaron al miércoles, y esa noche cuando Damila llegó de la academia se tropezó con Luigi.
Luigi juntó las cejas en un gesto que a ella le recordó a Giulio, de manera que se giró para continuar, pero Luigi parecía tener otras ideas, porque la sujetó por un brazo y casi la arrastró al salón haciéndola sentarse en un sillón.
Hasta la fecha, Luigi no se había preocupado genuinamente más que por sí mismo, pero de un tiempo a esta parte, había descubierto, con mucho fastidio, que le preocupaba aquella señorita, y un poco más adelante concluyó que era por lo que le había dicho hacía relativamente poco, es decir, que ella a su vez había mostrado un auténtico interés en él.
Aquello también era cierto, pues desde el inicio ella le había dicho que odiaba que le mintiesen o que le ocultasen cosas, que podía entender si alguien le decía que por algún motivo no podía decirle algo, pero que le molestaba mucho que la tratasen como si fuera retrasada mental, de manera que habían llegado al acuerdo de que si iban a ser amigos, no se mentirían. En aquel entonces Luigi había pensado que si le prometía eso, de entrada ya le estaba mintiendo, pues había un sinfín de cosas que no podía ni podría decirle nunca, de modo que decidió aclararlo de una vez. Sin embargo, su relación se había mantenido sobre las bases de una honestidad a veces cruda, algo que había quedado demostrado con el asunto de Michel cuando él reconoció su responsabilidad y eso era lo que lo había salvado de su ira. De manera que Luigi no iba a permitir que eso cambiase.
Luigi lo pensó un momento, pues como todos, él había sido advertido de no decirle nada a Damila, y él había guardado silencio solo porque ella no le había preguntado nada directamente a él, pero ahora que lo estaba haciendo y en atención a lo que había estado pensando hacía un momento, fue que decidió contestar.
Damila palideció y Luigi estuvo casi seguro de que iba a desmayarse, así que compuso expresión de fastidio y se preparó para sostenerla y evitar que resbalase hacia el piso. Entre tanto, por la mente de Damila pasaron un montón de imágenes unas peores que otras y que iban desde un posible atentado que todos le hubiesen ocultado, hasta una recaída.
Damila se puso de pie y a continuación salió disparada, y auque Luigi tenía pocas dudas de a dónde se dirigía, decidió agregar algo más y la detuvo
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Editado: 27.03.2022