Destino de Sangre (libro 10. Nueva Generación)

Cap. 34 San Valentín

 

Punta Dorada, febrero 2012

Aunque todos estaban muy contentos, porque las cosas entre Giulio y Damila se habían resuelto, eso no garantizaba de ningún modo la tranquilidad, pues entre la terquedad de Giulio, la intransigencia de Damila, y la intranquilidad de los niños, en Aravera había cualquier cosa menos paz.

De Ángelo para abajo, los niños incluidos y con excepción de Luigi, todos tuvieron que enfrentar a la furiosa Damila por haberla mantenido al margen de lo sucedido, y de nada les valió esgrimir que ella había ordenado a todos no mencionar a Giulio.

Damila había querido hablar con Silvano, pero éste había vuelto a desaparecer y Luciano le dijo que estaba ocupado.

Una mañana al despertar, Damila pensó no solo que seguía dormida, sino que estaba inmersa en uno de sus sueños surrealistas, pues su habitación se había convertido en un espacio inundado de una multicolor variedad de flores que literalmente parecían a punto de ahogarla. Se incorporó en la cama y de la misma resbalaron varias cajas iguales a las docenas que estaban sobre la misma. Damila cogió una y notó que eran chocolates, pensando a continuación que Giulio se había pasado en esta ocasión, pues si bien era cierto que la noche anterior habían discutido de nuevo por su empeño en que tenía que trabajar, no había sido tan grave y no habían terminado con ella saliendo y dando un portazo. Sin embargo, apenas se estaba levantando cuando entró Francesca y aclaró la situación.

  • Feliz y muy… floral, San Valentín
  • ¡Demonios!  --  exclamó Damila, pues había olvidado por completo en qué fecha estaban

Terminó de salir de la cama y corrió hacia el baño esquivando los ramos mientras que Francesca meneaba la cabeza y sonreía. Francesca era el punto medio del grupo de chicas, pues Damila era la ácida y radical, Ana era la social y habladora, Vittoria era la dulce y soñadora, mientras que Francesca tenía un poco de todas y era la que usualmente ponía orden cuando Damila se exasperaba con las otras dos. Habiéndose resuelto lo de Giulio y Damila, a Francesca le quedaban dos problemas, uno era que tenía que escuchar a Vittoria hablar de Cristian día y noche, y el otro era propio, pues su corazón comenzaba a latir desbocado cada vez que veía a Vladislav, el asunto era que casi parecía que él ni se había enterado de su existencia.

Francesca había estado distraída recogiendo las cajas de chocolate cuando el móvil de Damila comenzó a repicar, y ella  giró la cabeza en forma automática viendo que se trataba del individuo en el que había estado pensando.

  • ¡Mila, Vladislav te está llamando!  --  le avisó
  • ¡Contesta y dile que lo llamo luego, por favor!  --  le contestó Damila

Francesca cogió el móvil, pero cuando iba a contestar, éste dejó de sonar, así que lo volvió a dejar en la veladora, sin embargo, no había terminado de volverse cuando comenzó a sonar de nuevo.

  • Si que  eres muy insistente, señor Ivanov  --  murmuró y lo cogió de nuevo, aunque no tuvo oportunidad de decir nada.
  • Feliz día de San Valentín, Mila  --  escuchó  -- y antes de que digas tonterías, te recuerdo que es el día del amor y la amistad
  • Buongiorno Vladislav  -- saludó Francesca cuando él hizo silencio  --  Mila se está bañando, pero en cuanto termine le doy tu mensaje
  • Ah bien, gracias y feliz día para ti también, Francis

Sin agregar nada más, cortó la comunicación dejando a Francesca con la boca abierta, pues desde que Melisa se había marchado, nadie más la había llamado de aquel modo, lo que por el camino corto significaba que Vladislav sí había notado que existía. Aunque tal vez aquella era una muy débil razón,  Francesca se aferraría a ello como si acabasen de darle un enorme motivo para albergar esperanzas.

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Ángelo también había despertado muy temprano como era su costumbre, pero en lugar de bajar al gym como solía hacer, había decidido ejercitarse de otra manera y una mucho más placentera por cierto. Sin embargo, como había otra personita tan madrugadora como él, sus planes se vieron frustrados y su humor desmejoraría mucho en cuanto escuchase el sonido de la puerta al abrirse seguido de la voz de Gianni.

  • Buongiorno papá, y feliz día  --  le dijo mientras avanzaba hacia la cama
  • Lo serían si aun estuvieses…
  • ¡Abogado!  --  lo interrumpió Kelly
  • Feliz día, madre  --  dijo el chico encaramándose en la cama y entregándole a Kelly un pequeño ramo atado con un lazo torcido junto con una tarjeta
  • Gracias, mi cielo  --  le dijo ella

Como Gianni se acomodó en medio de la pareja, Ángelo bufó y dijo algo ininteligible, pero antes de que Gianni pudiese preguntar y mientras Kelly alababa la pintura de la tarjeta, la puerta volvió a abrirse y entró Amelia seguida de Giovanna cuya silla era empujada por Renzo, de modo que a Ángelo le quedó clarísimo que sus planes se habían arruinado por completo, y se preguntó si era que aquellas criaturas no dormían.

  • ¿No tienes algo qué hacer, papá?  --  preguntó Gianni
  • Pues lo tenía, pero…
  • Ve a hacerlo entonces  --  lo interrumpió Gianni  --  ¿No ves que no cabemos todos?  --  preguntó con el mayor descaro
  • Les recuerdo que esta es mi  cama, jovencitos
  • Pero tengo sueño  --  dijo Renzo
  • ¿Y qué demonios haces levantado?  --  le preguntó Ángelo
  • Eso quisiera saber yo también  --  contestó el chico
  • Teníamos que venir a felicitar a los tíos  --  dijo Amelia




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