Destino de Sangre (libro 10. Nueva Generación)

Cap. 40 ¿Y ahora qué?

 

Punta Dorada, abril  2012

El ambiente se había tensado, pero mientras Johan tenía abrazada a su madre que parecía a punto no solo de deshidratarse, sino de colapsar por completo, Johan padre que había estado mirando a su hijo menor con el claro deseo de apalearlo de nuevo, al escucharlo hablar de morir, la expresión de ira fue sustituida por una de franco terror. A pesar de que ya llevaban algún tiempo conociendo a aquellas personas, y que Cristian sabía algo más acerca de las mismas que ellos, jamás les dijo nada a sus padres o a su hermano, lo que demostraba su lealtad a Damila y que les quedó bastante claro a los Del Piero, y les hizo comprender el por qué, lo que Cristian acababa de decir había producido el lógico y asombrado horror en sus parientes.

  • Cristian, supongo que estás seguro de lo que dices  --  intervino Ángelo que parecía ser el único con capacidad para hablar
  • Tanto como puedo estarlo, señor, pero si se refiere a si poseo alguna prueba médica, la repuesta es no  --  contestó el chico
  • De acuerdo -- dijo con cansancio  -- No podrás abandonar esta área hasta que yo te autorice a hacerlo  --  le advirtió  --  Es por tu propia seguridad  --  aclaró y luego se giró hacia Johan  --  pero tú le permitirás ver a Damila ¿estamos?  --  preguntó y el hombre asintió en forma automática, aunque posiblemente no había prestado la debida atención  --  Cabarella, encárguese de solicitar la custodia apropiada y nadie entra aquí sin mi autorización
  • Sí señor
  • No puedes ponerlo preso en…  --  comenzó Johan
  • Padre  --  lo interrumpió Cristian
  • No seas necio hombre, solo intento proteger su cabeza  --  dijo  Ángelo al mismo tiempo y luego miró a Cristian  --  ¿Lo comprendes, no?
  • Gracias señor, pero no creo merecerlo y sabemos que en cuanto…
  • Yo me haré cargo de esto  --  lo interrumpió  --  Ahora tú vienes conmigo  --  le dijo a Johan y sujetándolo por un brazo lo sacó del salón  --  Escúchame bien, Johan Jansen  --  le dijo una vez  que estuvieron fuera  --  Cristian es tu hijo, es verdad, pero nada le da derecho a un padre a maltratar de esa manera a un hijo, así que si le vuelves a poner una mano encima, no tendrás tiempo para arrepentirte
  • Ángelo…
  • ¡Cierra la boca y escucha!  --  lo silencio él  --  Lo única razón por la que no te envío a la cárcel ahora mismo, y sabemos que podría, ya que Cris aun es menor de edad, es porque sé de forma personal lo que es tener un padre maltratador y no creo que tú lo seas, de manera que quiero asumir que solo perdiste los estribos, pero si vuelve a suceder, te aseguro que aparte de enterrarte de cabeza en una celda, te haré tres veces lo que tú le hagas a él ¿me expliqué con claridad?

Johan se limitó a asentir y Ángelo se dio por satisfecho, después de lo cual le dio la espalda y comenzó a alejarse mientras pensaba en cómo hacer frente a aquel nuevo desastre familiar.

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Después que Nino se desocupó, se encaminó hacia la sección de habitación para ver a Damila, pues llevaba un par de días tan ocupado que apenas si la había visto unos minutos a la hora de la comida, pero por el camino se le unieron sus primos.

  • ¿Y tú qué?  --  le preguntó Nino a Rodolfo

En el caso de los gemelos Argento, sí era fácil identificarlos a pesar de que eran físicamente tan idénticos como los Genovesse, porque mientras Rodolfo era serio y desde el cabello hasta los zapatos, de una formalidad extrema, Romano no podía estar más alejado de esa descripción, y por empezar llevaba el cabello largo, usaba un piercing en el labio, tenía un indecente tatuaje en uno de sus brazos, vestía como un pordiosero, en opinión de sus parientes, y tenía un comportamiento catastrófico, para desesperación de sus progenitores y de su abuelo, aunque éste último parecía capaz de perdonarle cualquier cosa al angelito.

  • ¿Qué de qué?  --  preguntó Rodolfo
  • Vamos hombre, tienes cara de funeral y…
  • Siempre la tiene  --  lo interrumpió Romano en tono burlón
  • Bueno sí, pero hoy el funeral debe ser más grande  --  dijo Nino y tanto él como Romano rieron

Nino era cinco años mayor que sus primos, de manera que no habían sido especialmente unidos, aunque Nino visitaba con frecuencia la casa de su familia materna. Cuando se hicieron un poco mayores y comenzaron a meterse en líos verdaderamente serios, quien solía sacarlos de los mismos era Aldo, que al igual que Fedele, consideraban que ellos y sus hermanos eran más Argento que Del Piero y no entendían la manía de los menores en ver lo contrario. No obstante, en una ocasión en la que Romano se metió en un lío verdaderamente feo, quien lo auxilió fue Nino pidiendo ayuda a la única persona en la que confiaba para aquella tarea, su tío Ángelo.

Como ya se ha dicho, Romano siempre andaba metido en un lío o en otro, pero en aquella ocasión se trataba de que se había asociado a un grupo que se suponía que eran artistas como él, pero aparte de eso, las criaturas también eran consumidoras, y como Romano no, casi lo matan con lo que le dieron inconsultamente, porque siendo Romano asmático, aquello, hubiese sido lo que hubiese sido, le produjo una violenta crisis asmática. Para empeorar toda la situación, justamente ese día habían hecho una redada y posiblemente eso fue lo que salvó a Romano, porque fue trasladado al hospital bajo custodia, de manera que cuando avisaron a sus padres, Mariano casi sufre un infarto y la madre de Romano terminó hospitalizada también, con una crisis nerviosa cuando le dijeron que no podía ver a su hijo, porque estaba en calidad de detenido.




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