Las pacíficas aguas de la costa oriental de la península ibérica, se extendían como un aterciopelado manto azul bajo los dorados rayos del sol de mayo ante los ojos del guardacostas que timoneaba su embarcación de trabajo, cuando un lujoso yate pareció en su línea visual. Aquello no era nada inusual, pues las aguas que circundaban las Baleares eran lugar de esparcimiento para los que podían darse el lujo de tener aquellos juguetes, sin embargo, algo llamó la atención del guardacostas aunque no sabía exactamente qué, pues como acababa de pensar era normal ver yates de todos los tamaños en aquellas aguas. No obstante, dirigió su embarcación hacia la nave, pero lo que nunca se imaginó fue precisamente con lo que se encontró.
Alrededor de una hora después, más de una docena de hombres uniformados estaban subiendo al yate, y aunque eran individuos cuyo trabajo los obligaba a ver muchos cadáveres, varios de ellos sintieron que sus estómagos se rebelaban ante el macabro espectáculo.
Lo que había llamado la atención del guardacostas y que determinó con exactitud al acercarse al yate, fue un cuerpo cuya mitad superior colgaba sobre la borda de estribor. Le llevó quizá un par de minutos al guardacostas determinar que aquel hombre estaba muerto, de modo que dio aviso a las autoridades en tierra y ahora estaban abordando la nave para realizar las pesquisas, mismas que arrojarían el hallazgo de varios cadáveres a bordo de la nave, algunos flotando en el agua y un poco más adelante los restos de una avioneta.
Lo más llamativo aparte de lo obvio, era el armamento que fue hallado y aunque nada de aquello saldría a la luz pública tanto por las implicaciones a nivel internacional porque todas aquellas personas habían sido de ciudadanía italiana, como por el daño que una noticia como aquella causaría en la opinión pública, y estando tan cerca la temporada veraniega aquello sería catastrófico para la economía insular que dependía del turismo internacional.
Entre tanto en Palermo y cuando se conoció la noticia, las reacciones iban desde el dolor hasta la más profunda ira, ya que aquel ataque había sido dirigido hacia Pietro Madonia, su mujer, sus hijos y algunos amigos que iban con ellos. En cuanto Tomasino recibió la noticia, enseguida recordó la nota que habían recibido junto con el cadáver de Orsetti hacía tres años:
No habrá lugar en la tierra, en el cielo o en el infierno en el que puedas esconderte y tus días están contados Pietro
El dolor y la ira se mezclaron en forma imposible dentro de aquel hombre, pues él los conocía y desde que se habían enterado que Pietro fue quien orquestó el asesinato de Francesco Del Piero, había vivido con el terror de perder a su hijo y así había sido, los Del Piero acababan de asestarle un golpe mortal demostrando una vez más la premisa que sentara Guido del Piero en el sentido de que mientras uno solo de ellos estuviese vivo, ningún Madonia estaría a salvo.
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Editado: 24.04.2022