Destino de Sangre (libro 11. Sicaria)

Cap. 7 Los Argento

 

Punta Dorada, diciembre 2012

La familia Argento, por diversos motivos que iban desde la negativa de algunos de sus miembros a contraer matrimonio, como la muerte en distintas circunstancias de otros, se había reducido mucho y en la actualidad eran muy pocos. Los primeros Argento que coincidieron en época y lugar con Guido Del Piero, en principio habían trabajado para él, pero progresivamente y siendo que Guido siempre fue un hombre agradecido, sumado a que aquellas personas eran parientes, les fue proporcionando los medios para que levantasen sus propias empresas. Algunos habían tenido éxito y otros no tanto, pero en general eran personas trabajadoras y responsables, salvo contadas excepciones de esas que no faltan en las familias.

No obstante, y aunque algunas de las empresas de sus antepasados aun se conservaban, la más importante, la que generaba mayores ganancias y se había convertido en la industria sobre la que se sustentaba la fortuna de los Argento, era la que había levantado el hermano mayor de Don Mariano con ayuda de Carlo Del Piero.

Favio Argento había estudiado una carrera que en opinión de su padre era del todo inútil, ya que se había dedicado a la geología, pero fue su pasión por la misma lo que entusiasmó a Carlo y le proporcionó los medios para la explotación de las minas de diamante en Namibia, y así nació Argento y asociados, que hoy en día era Argento’s, fabricantes de joyas exclusivas, y su línea de diamantes era la estrella de su producción. Para Carlo Del Piero aquello había sido solo entretenimiento, aunque le había generado cuantiosas ganancias, los Del Piero poseían una valiosa colección de estas piedras y todos los miembros de aquella familia poseía a su vez por lo menos un anillo emblemático, y en el caso de todas mujeres tenían como mínimo dos, el de compromiso y la alianza matrimonial. Pero mientras para Carlo aquello había sido algo anexo a la actividad productiva del consorcio, para los Argento se había convertido en su empresa más importante y por la que eran reconocidos.

Las relaciones entre los Argento y los Del Piero siempre fueron cordiales, aunque no específicamente familiares, o por lo menos no hasta que Albano contrajo su conflictivo matrimonio con Lidia. A pesar de que esto los acercó como familia, las circunstancias en las que aquel matrimonio se efectuó generaron a su vez ciertas rencillas de orden personal con los Genovesse, específicamente con Ángelo y con su amigo Alessandro, que fueron los que apalearon a Bernardo y a Bruno cuando éstos quisieron masacrar a Albano.

A pesar de esto y cuando el matrimonio se efectuó, Don Mariano ordenó a sus hijos dejar a Ángelo en paz, no solo porque ahora su hija era una Genovesse, sino porque estaba perfectamente conciente que aquel chico era el ahijado de Carlo y éste lo amaba y lo protegía como si fuese su hijo, lo que en efecto era, aunque pasarían muchos años para que esto se supiese, y sumado a ello, Carlo era el futuro jefe de la organización y ya había demostrado ser sumamente peligroso.

No obstante, si bien las relaciones con el causante de todo aquello, es decir Albano, mejoraron, entre otras cosas, porque él se esforzó en dejar claro que su hermano mayor era un loco peligroso y no le gustaba ser asociado con él, las de Bernardo y Bruno con Ángelo demorarían mucho más en ser, si no amistosas, al menos corteses, ya que durante los primeros años posteriores al matrimonio de Albano y Lidia, éstos necios muchachitos siguieron teniendo problemas con Ángelo y con Alessandro cada vez que se los encontraban.

Lo que pocas personas sabían, y nadie de la generación actual, salvo sus principales actores, era que si bien los hermanos Argento se esforzaban por mantener una sana relación con Ángelo bien  fuese por madurez o por instinto de conservación siendo quien era, no sucedía lo mismo entre Bruno y Alessandro, y esto se debía a un pleito personal que habían tenido en su época de estudiantes por causa Graciela, la hoy esposa de Bruno y madre de los gemelos Argento y de Rosella.

Alessandro siempre fue un mujeriego sin remedio que no dejaba pasar ninguna oportunidad, algo que empeoró muchísimo a raíz de su desastrosa relación con la única mujer de la que en realidad se había enamorado, pero la brevísima relación que mantuvo con Graciela no llegó ni a noviazgo y no iría más allá de un par de salidas. Sin embargo, siendo que todos sabían que la pequeña Graciela suspiraba por los huesos de aquel “Don Juan”, Alessandro se ganaría la mala voluntad de Bruno, misma que empeoró mucho a raíz de la paliza que recibió el menor de los Argento a manos de Alessandro por el asunto de Lidia y Albano.

Por todo lo anterior, cuando Don Mariano les anunció a sus hijos que irían a Punta Dorada, ambos montaron en cólera.

  • ¿Por qué tenemos que ir a Punta Dorada?  --  preguntó Bernardo
  • En principio, para traer de vuelta a tu hija  --  le contestó su padre
  • En principio  --  repitió Bruno  --  lo que significa entonces que hay otro motivo ¿no?
  • Así es, Ángelo desea hablar con nosotros
  • ¿Y no venía él?  --  insistió Bernardo

Los chicos que asistían en silencio al diálogo entre sus mayores, Rodolfo se sintió preocupado y esperaba que aquel viaje no los incluyera a ellos, porque si ya le estaba costando mucho mantener a su hermano en El Valle, que tuviesen que ir no ayudaba en nada al esfuerzo que él estaba haciendo; mientras que lógicamente Romano estaba exultante aun sin saber si ellos estaban incluidos y ya se las arreglaría él para incluirse si no era así. Y en el caso de Fiorenzo que no tenía las preocupaciones o razones de sus primos para que aquel viaje le interesase más o menos, solo estaba pensando que su padre estaba siendo muy necio, pues todos sabían quién y qué era Ángelo y que no se ponía uno a discutir con el Capi, y fue lo que Don Mariano dijo a continuación.

  • Bernardo, Ángelo es quien da las órdenes, y aunque ciertamente había dicho que venía, si cambió de parecer, nosotros debemos obedecer




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