Punta Dorada, diciembre 2012
Ángelo y Kelly se habían subido al auto junto con Federico, y aunque aquel pequeño demonio solía exasperar a Ángelo por su aparente incapacidad para estarse tranquilo, en aquel momento agradecía que fuese así, pues eso mantenía a Kelly ocupada. En el momento que Piero y Emiliano cruzaron las miradas, él sintió un vacío en el estómago, pero no queriendo alterar a su mujer, guardó silencio, aunque lo que en realidad quería era saber lo que estaba sucediendo.
Giulio y Damila iban en otro de los vehículos, pero en su caso la razón por la que iban en silencio, era porque Iván y Sara los acompañaban. Sin embargo, cuando ya habían avanzado un poco, Fredo informó que todo estaba en orden, y aunque Giulio al igual que su tío quería saber, decidió esperar a llegar al club para pedir las explicaciones del caso.
Luciano que en teoría debía acompañar a Alessandro, una vez que se le informó que el atacante había sido neutralizado, encargó a Fabrizzio la supervisión de la salida de los demás mientras él se encaminaba hacia el edificio.
Aunque Luciano había escuchado perfectamente, no podía creérselo, así que pidió la confirmación de Bianco que era el otro líder de grupo presente, sabiendo como sabía la tendencia que tenía Paulo a las bromas, el asunto era que tanto él como todos los demás, parecían en estado de shock por lo que estaban viendo, algo que evidentemente no afectaba en lo más mínimo a Paulo.
Bianco había contestado en forma automática, pero en realidad seguía sin poder creer que acababa de golpear a una mujer, pues él podía haberlas aterrorizado y hasta podía meterles un tiro en la cabeza, pero nunca había golpeado a ninguna.
Unos minutos después ya habían subido a la mujer al helicóptero y se dirigían a la base.
Aunque todos ellos estaban acostumbrados a individuos como Dante que no se callaba nunca, a Valentino, y a la reciente adquisición – Silvano – que era de la misma especie, lo que no soportaban de Paulo no era que hablase en demasía, sino su manía de burlarse de todo y de todos, algo en lo que había destronado a Paolo.
Todos sabían que la recomendación era perfectamente inútil, porque él no prestaría atención, pero por primera vez pensaron que sería muy recomendable que lo hiciese, porque una vez que Dante superase el trauma de haberse liado a golpes con una chica, y no exactamente por eso, sino porque esta lo hubiese apaleado, sin duda querría matar a quien se lo recordase.
Una vez al tanto y seguro de que la situación había sido controlada, Luciano se encaminó al club, pero mientras lo hacía, iba pensando en lo que acababan de informarle. No era que él no estuviese conciente de que había mujeres que se dedicaban al mismo oficio que ellos, pero siendo que sus enemigos habituales compartían la gran mayoría de sus costumbres, lógicamente tenía que parecerle muy extraño todo aquello. Lo anterior trajo un recuerdo a su memoria, pues Némesis, con su capacidad para el mimetismo, le había dicho que ella había comenzado el entrenamiento para aquello, y para que fuese mayor el parecido, había asegurado que lo había hecho de la mano de una familia italiana; él había descartado aquella información harto de todas las mentiras de aquella necia criatura, y siendo que tenía problemas reales y de mayor importancia en los cuales ocuparse, lo había olvidado hasta este momento. Sin embargo, como una de la características de Luciano era la desconfianza extrema, le pasó un mensaje a Bruno pidiéndole que fotografiase a la prisionera y le enviase la foto a Mauro, y antes de llegar al club ya éste último le había respondido que aquel rostro no se correspondía con ninguno que tuviesen registrado, aunque Favio hizo la salvedad, de que le resultaba familiar, pero Luciano hizo eso a un lado, porque suponiendo que pudiesen colocarle un nombre a aquel rostro, sin duda Favio se encargaría, pues si en efecto le había resultado familiar, no descansaría hasta encontrarlo.
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Editado: 24.04.2022