Punta Dorada, enero 2013
Después que Luciano había revisado todo lo relativo al asunto Nikita, se disponía a preguntarle a Mauro por el estatus de la misión de Valentino cuando este se giró.
Aunque Luciano todavía no había tomado una decisión, sabía que aquella conversación no podía ser pospuesta, así que primero se informó de cómo iba Valentino y luego dio su autorización para que le dijesen a Khabir que se verían en uno de los salones de reunión.
Después de eso caminó hacia el salón donde lo esperaba Khabir. Luciano no solía albergar sentimiento alguno ni bueno ni malo hacia los ya muchos individuos que alguna vez habían pasado por sus manos, porque en su opinión no eran sino piezas de ajedrez y los verdaderos acreedores de su odio estaban bien identificados. Sin embargo, y como en todo, había sus excepciones como los casos de Faustino, Pierina y más recientemente Gasperi, por ejemplo, pero todos compartían la poco afortunada característica de haber hecho un daño directo y por decisión propia a las tres personas más importantes de su vida. Pero ahora y en el caso de Nikita, a quien afectaba directamente era a uno de sus hombres, y aquello si bien no generaba su odio, si lo molestaba mucho, de manera que no iba del mejor humor.
Luciano se sentó y encendió un cigarrillo mientras estudiaba con atención a Khabir. Él sabía que aquel era uno de sus mejores agentes, era discreto, efectivo, apegado a las normas y nunca se había ganado un castigo por mal comportamiento. Durante el tiempo que duró el exilio de Luigi, él había sido el líder del GBA a cargo y su desempeño había sido inmejorable, lo que le había valido su ascenso a agente Alfa. No obstante, también conocía la historia de él y su hermana, pero si esperaba ver o escuchar cualquier reacción derivada de la actual situación, parecía que iba a quedarse esperando, porque Khabir parecía una auténtica estatua de mármol.
Luciano aun estuvo un rato más allí sentado, y aunque no le había dicho a Khabir que repitiese su conversación con su hermana, pensó que luego escucharía la grabación solo para asegurarse de que no se le estaba escapando nada.
Solo cuatro personas eran susceptibles a notar aquello, y una naturalmente era Dante.
A continuación procedió a informarle lo que Dante no sabía aun, y era el posible móvil del frustrado atentado.
Tres de los presentes recordaban bien que la última vez que Luciano se había encontrado con JC Montiel, le había advertido con claridad que si volvía a molestar a Kelly, estaría muerto antes de que ella pudiese cumplir su amenaza de enviarlo a la cárcel. Así que Dante entendió que no quisiese ni verlo, aunque fuese inevitable y a pesar de que JC no había intentado nada.
Tanto Dante como Luciano prestaron atención a lo que Mauro señalaba en el monitor.
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Editado: 24.04.2022