Destino de Sangre (libro 11. Sicaria)

Cap. 31 Día normal

 

Punta Dorada, enero 2013

Después que Luciano abandonó el despacho, se fue derecho a ver a Kelly, pero se llevó una pésima impresión al ver lo demacrada que estaba. Él llevaba dos días sin verla y solo habían conversado por teléfono, de manera que dos distintos sentimientos chocaron violentamente en su interior, la pena y la ira, pero como lo segundo era mucho más peligroso que lo primero en cualquier circunstancia, no se quedó mucho tiempo y salió de allí de un humor criminal.

  • ¡Rossi! – tronó cuando llegó abajo

Los dos portadores de aquel apellido que se encontraban en ese momento allí, se giraron con la sorpresa pintada en el rostro, pero Luciano ignoró a Alfredo y arrastró con él a Marino.

  • Luciano…
  • Cierra la boca y escucha – lo interrumpió él – No sé qué motivos tuvo GC para confiarte el cuidado de Ika, pero fueran los que fueren, estaba evidentemente equivocado ¿Acaso eres ciego o estúpido? Porque solo alguien en cualquiera de las dos situaciones o en ambas, no habría notado que está mal, y siendo así, y como sé que no estás capacitado para resolver la situación, tu deber era avisarme, grandísimo cretino

Dicho esto le dio la espalda y se marchó dejando a Marino dividido entre la ira y la culpa. Lo primero era comprensible, pues a nadie le gustaba ser verbalmente apaleado y menos por alguien tan venenoso como Luciano. En cuanto a lo segundo, si bien no era muy lógico no habría sido juicioso esperar lo contrario tratándose de un Rossi y pensando que le había fallado a un Del Piero, estuviese este vivo o muerto, pero en cualquier caso, era supremamente injusto, pues él en verdad hacía cuanto podía y estaba a su alcance, por cuidar de la salud de Kelly intentando recordar tanto las indicaciones de Gianni como lo que él mismo había visto de su proceder cuando Kelly atravesaba alguna crisis.

El próximo en enfrentar la ira de Luciano fue Bianco, pero a diferencia de Marino, el GA tenía mucha más información que él y eso lo colocaba en una posición de ventaja, al menos para entender a Luciano, de modo que lo escuchó sin alterarse, y aunque consideró improcedente e inútil decirle lo que había estado haciendo o lo que pensaba hacer, lo dejó correr y continuaría en su silenciosa cruzada por atender a las necesidades más obvias de la frágil señora Del Piero.

Mucho más tarde esa misma noche, Ángelo subió y después de darles las buenas noches a los niños, pasó por la habitación de Damila de donde Giulio no se había movido desde que Gianpaolo la subió.

  • ¿No ha despertado? – le preguntó al chico
  • No, ni siquiera se ha movido – le contestó él mientras acariciaba los cabellos de Damila
  • Deberías ir a descansar, bambino
  • No quiero que despierte y se encuentre sola
  • No es probable que lo haga, el sedante que Sandro le colocó es bastante fuerte, y él me aseguró que lo más seguro es que duerma tranquila hasta mañana – le dijo, pero como Giulio no dijo nada, agregó – Podemos decirle a…
  • No voy a dejarla con nadie – lo interrumpió Giulio

Ángelo entendió que por mucho que se esforzase, la única manera de hacer salir a Giulio de allí sería a la fuerza, algo que bien mirado, no valía la pena, y por el contrario, él entendía perfectamente cómo se sentía su sobrino, de modo que se inclinó para depositar un beso en la frente de Damila y luego uno en la cabeza de Giulio abandonando la habitación después.

  • No quiere salir – dijo Fredo, y aunque no era una pregunta, Ángelo negó
  • No
  • Ve a descansar y no te preocupes, yo estaré pendiente

Ángelo le palmeó el hombro y siguió hacia su habitación. Entró con sigilo, aunque era temprano aun, pero Kelly estaba dormida, así que después de darse un baño, se dispuso a intentar dormir algo él también.

Damila no despertó hasta la mañana siguiente tal y como había dicho Alessandro, y lo primero que vio fueron los verdes ojos de su novio que la miraban con preocupación.

  • ¿G? – preguntó no muy segura de si aún estaba dormida
  • Buongiorno principessa – la saludó él

Damila iba a preguntar qué hacía allí, pero antes de hacerlo, los recuerdos regresaron en tropel y abrió mucho los ojos, pues ante los mismos, habían desfilado a toda velocidad y en sentido inverso los acontecimientos del día anterior hasta estacionarse en el momento en el que Carmelo le había roto el cuello al individuo que intentaba atacarla.

Los ojos de Damila se llenaron de lágrimas y Giulio se sintió enfermo, pero se limitó a abrazarla y a asegurarle que todo estaba bien, pensando al mismo tiempo que si bien la tarde anterior, Damila había reaccionado en forma violenta, era porque como había dicho Alessandro, estaba sufriendo una crisis nerviosa, pero ahora que la misma había pasado, estaba teniendo una reacción más acorde con lo que ellos habrían esperado en primer término.

Un momento después entró Angélica empujando un carrito, saludó a Giulio y se acercó a la cama. Angélica Rossi era un producto de su crianza, de manera que así como no se metía en las cosas de hombres, defendía el terreno que se suponía les pertenecía a ellas, y el cuidado de la pequeña Damila era algo que se había tomado de manera muy personal y nadie sabía por qué, a excepción quizá de Alfredo y Marino. Tanto ella como su marido habían conocido a Damila al día siguiente del funeral de Giulio, y aunque ya Enzo les había contado que por algún motivo Fredo y Damila parecían llevarse muy mal, ellos tuvieron una impresión completamente favorable de la niña que con enorme paciencia y dulzura, había intentado tranquilizarlos con relación a la ausencia de su hijo menor, así que Damila había causado una inmejorable impresión en el matrimonio, y cuando los Rossi se trasladaron en forma definitiva a Punta Dorada, tanto Angélica como su nuera Camila, se habían tomado muy a pecho el cuidado de las dos mujeres de aquella casa, y de hecho, Anita, la doncella personal de Kelly, se sintió desplazada.

  • Scusi bambino, ma la signorina dovrebbe alzarsi dal letto e mangiare  [1]




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